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Román González y Marcos caballero. LAPRENSA/ARCHIVO/CORTESÍA

El entrenador de Román González habla a fondo: “A mí me sigue la mala suerte”

Marcos Caballero habla sobre lo difícil que ha sido para sus hijos apartarse del boxeo, de sus sueños y lo complejo que fue llegar a ser un entrenador reconocido, además de la recta final de la etapa de Chocolatito

Marcos Caballero es un amante del boxeo y un trabajador incansable. Se fue de Nicaragua en 1983, pasó por Ciudad de México, luego a Monterrey y se estableció en Coachella, California. Cuando no está dentro de un gimnasio de boxeo se dedica a limpiar piscinas: “Al final eso es lo que paga las cuentas”, relata. Ha entrenado a cientos de pugilistas, pero ha resaltado mucho más con Jhonny Tapia, sus hijos Rommel y Randy Caballero y, ahora, con Román González. Nadie le puede decir nada sobre la perseverancia, sudar bajo el sol y encontrar una brecha para brillar desde la esquina. Durante esta entrevista no se detiene, alista sus herramientas de trabajo para empezar el recorrido del día fuera del ring, después de correr con diferentes boxeadores, entre ellos Chocolatito.

¿Leí que su hijo y excampeón del mundo Randy Caballero regresa al ring?
No creo que regrese. Ha estado corriendo, pero no está en completas condiciones. Le estamos ayudando a Andrew Cancio en su preparación y también le ayuda a Chocolatito, pero el cuerpo no le respondió como creía.

¿Cómo ha sobrellevado la situación de apartarse del boxeo tras ser campeón?
Para él ha sido duro. Saber que no puede pelear es complicado. Se mantiene en el gimnasio y se entretiene trabajando en su barbería y una nueva empresa de decoraciones para fiesta.

Se hablaba que Rommel podía ser el primer  nicaragüense con una  medalla olímpica. ¿Qué pasó?
Hubo muchos rumores, pero la realidad es que decidió saltar al profesionalismo y firmó con Golden Boy.

Ha tenido mala suerte. Primero Randy y ahora Rommel que se detuvo por dolores de cabeza…
A mí me sigue la mala suerte con mis hijos. Rommel tenía una carrera larga y muy prometedora, pero los dolores de cabeza nos sacó de juego. Yo les digo que en la vida todo se termina, por eso debemos aprovechar el momento.

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¿Ha cumplido sus sueños?
Tengo mis sueños cumplidos: tengo todo, una familia, hijos espléndidos, mi carrera como adiestrador. No le tengo nada que pedir a la vida. Mi sueño era que fueran campeones y Randy lo logró. También quería que hicieran un campamento en Nicaragua en Estelí, por eso abrí el gimnasio e hice todo, pero no se dio.

¿Qué tan duro fue llegar a ser entrenador?
Ha sido difícil. En Estados Unidos la competencia es grande. Inicié trabajándole de chofer a Golden Boy y nunca desistí en seguir aprendiendo. Me veía como entrenador. Robert Díaz me enseñó mucho de este ámbito y luego salté de chofer a entrenador. Soy un afortunado que he conocido a personas importantes en el camino como Joel Díaz y poder ser parte del Gimnasio Lee Espinoza.

¿Cuando no está en el gimnasio qué hace?
Mi trabajo es limpiar albercas. Me levanto en las mañanas, corro con los boxeadores, les hago desayuno y me voy a trabajar. Si no termino todo el recorrido, las dejo para el día siguiente. Ese ha sido mi trabajo desde hace mucho. Paga las cuentas.

Y ahora con Chocolatito, ¿qué le hace falta agregar para que tenga el sello de Caballero?
Chocolatito es completo, no podés hacer nada solo dirigir las cosas. Mi trabajo es que se sienta con una mentalidad como la de antes. Gracias a Dios estuve con Arnulfo Obando y Wilmer Hernández, aprendí de ellos en su forma de reaccionar y manejar a Chocolatito. Me sirvió para poder trabajar con él. Hay mucha presión de todo el país, pero Román es alegre y especial. No te reclama nada y es obediente.

¿Cuántos años le quedan en el boxeo?
Hasta que él quiera, el boxeo es de estar en condiciones y él lo está. El cuerpo le responde muy bien. Yo tengo una Toyota del 2000 con 382 mil millas y me corre como una nueva, la clave es cómo te cuidas y mantenés. Siento que todavía tiene mucho por dar en este deporte.

Deportes Román González archivo

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