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La difícil realidad que enfrentan las comunidades indígenas del Caribe Norte de Nicaragua. LA PRENSA/ CORTESÍA

La difícil realidad que enfrentan las comunidades indígenas del Caribe Norte de Nicaragua. LA PRENSA/ CORTESÍA

La difícil realidad en comunidades indígenas del Caribe Norte de Nicaragua tras inundaciones

Los comunitarios se alimentan una o dos veces al día cuando logran cazar o pescar, no hay agua, medicinas ni asistencia de autoridades

Comer una o quizá dos veces al día, un menú exclusivo de pescado cocido y como complemento musáceas —que pueden incluir frutos de banano, plátano o guineo—, también cocidas. Uno o dos tiempos de comida, sean adultos, ancianos o niños. Esas son las condiciones que enfrentan los habitantes de la comunidad indígena Wangki Maya en el Caribe Norte de Nicaragua, para intentar sobrevivir día a día después de que las inundaciones – provocadas por las lluvias de la onda tropical número 14 – arrasaran con sus principales cultivos y los dejaran en una nueva crisis humanitaria.

Al amanecer los hombres salen de sus casas sin desayunar rumbo al monte con la esperanza de pescar, cazar venados o cuzucos que aún queden en la zona, porque las tormentas también arrasaron con la fauna de la zona. Además de sus gallinas y cerdos de granja, los venados y otras especies silvestres que sirven de alimento a pobladores, perecieron ahogados.

Mientras ellos prueban suerte en el monte, las mujeres quedan al cuidado de los niños y ancianos. Los comunitarios tratan de balancear sus horarios alimenticios para no aguantar tanta hambre; cuando logran llevar algo a sus casas, desayunan a las 10:00 a.m y almuerzan a las 3:00 p.m, para quedar listos para esperar la noche y dormir. Pero hay días que les ha tocado acostarse con sus estómagos vacíos. Ya van 15 días así, en esa ruleta de alimentos.

Las lluvias de agosto ocasionaron que los ríos Coco, Wala y Kukalaya se desbordaran y arrasaran con los cultivos de arroz, tubérculos, musáceas, yuca y maíz, lo que según Limbord Bucardo, del Movimiento Pri Laka, ha generado que los comunitarios se enfrenten nuevamente al desafío de la sobrevivencia, ya que los comunitarios no tenían alimentos almacenados debido a que «la gente vive del día a día, son agricultores de subsistencia y al deteriorarse sus cultivos perdieron todo».

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«Ahorita la situación está mal, a veces comemos una vez al día y otras dos veces, se nos hace difícil comprar una libra de arroz para dar de comer a los niños, los adultos buscamos como comer pescaditos cocidos y bastimento, pero los niños son los que aguantan más hambre», afirmó Adolfina Zamora habitante de una comunidad del territorio de Wangki Maya.

Para los comunitarios hablar de «crisis humanitaria» se traduce en hambre por la escasez de alimentos, pero también sed por falta de fuentes de agua para el consumo humano, además de carencia de medicinas permanente o de siquiera acceso a atención en salud. Según reportaron los afectados a LA PRENSA, a esto se le suma la amenaza de pandemia por Covid-19, las enfermedades de invierno como el dengue y la malaria que empiezan a manifestarse y el olvido permanente de las autoridades regionales y el gobierno.

Si a los hombres que salen a pescar y cazar les va mal ese día, toda la familia incluyendo niños y ancianos se queda sin probar alimento y tratan de llenar la panza con agua – con agua del río contaminado – y acostarse, esperanzados en que les irá mejor al siguiente día.

«Dormimos y nos levantamos en nuestra pobreza, salimos de la casa al monte a buscar algo de carne y si no encontramos nada, nos toca regresarnos y buscamos cómo dormir, pensando en que mañana tenemos que salir otras vez a buscar algo y traer para que nuestros niños y ancianos puedan probar un bocado», explicó a LA PRENSA el líder comunitario Welcome Raymundo.

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Adolfina Zamora agregó que ciertos jefes de familias al ver que no pudieron cazar nada en el monte que les sirva para alimentar a sus familias, agarran sus pipantes —una especie de canoa o bote pequeño— y se van para el río a pescar lo que sea, «ahorita solo buscamos como cazar, pescar para traer algo a la casa, porque a nosotros nadie nos ayuda».

El alimento de emergencia

Para las más de 50 comunidades indígenas del territorio de Waspam de Río Coco, Puerto Cabezas y Prinzapolka el alimento de emergencia que están consumiendo para sobrevivir es: takru y guabul. Limbord Bucardo explicó que en las zonas donde se logró rescatar bananas los comunitarios se alimentan sólo del guabul que es «el batido de banano cocido y agua» y el takru que es «ahumar los pescados chiquitos (unas tres pulgadas), se limpia, se sala, se envuelve en hojas de chagüite y se cuece al vapor».

Amenaza de brote de dengue y malaria

Por otro lado, los afectados manifestaron a LA PRENSA que las pérdidas por las inundaciones son innumerables y aunque en la mayoría de viviendas quedaron en pie en medio de lodazales, lo que los comunitarios están resintiendo más es la falta de medicamentos, en medio de la proliferación de zancudos que amenaza con el brote de enfermedades como la malaria y el dengue.

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«Ahorita esta saliendo muchos mosquitos, que causa el brote de malaria, está elevado, estamos en una situación complicada porque nosotros somos excluidos de los programas de salud del Gobierno, nos discriminan, no hay apoyo para nuestras comunidades», sostuvo Zamora quien insiste en la urgencia de que a las comunidades indígenas llegue ayuda de «alimentos, ropa, mosquiteros, medicamentos e insumos de higiénicos para prevenir enfermedades, porque hay una proliferación de zancudos».

Comunidades indígenas del Caribe Norte de Nicaragua sufren escasez de alimentos producto de las inundaciones. LAPRENSA/CORTESÍA
Comunidades indígenas del Caribe Norte de Nicaragua sufren escasez de alimentos producto de las inundaciones. LAPRENSA/CORTESÍA

Además, aunque entre esas comunidades no se hable sobre el Covid-19, también los ha afectado y se han reportando dos muertos con síntomas asociados al virus. «Esa enfermedad se trata con remedios caseros, porque aquí el Ministerio de Salud (Minsa) nos ve con cara política. No hay un puesto de salud, donde se hagan las pruebas, aquí la gente no sabe de que muere, a nadie le han hecho esa prueba de Covid-19», aseguró otro comunitario.

De acuerdo al monitoreo que el Movimiento Pri Laka ha realizado en las comunidades afectadas «hay familias que están en condiciones precarias», debido a que perdieron todo lo que tenían. Y desde hace quince días la situación sólo empeora sin que las autoridades locales, regionales o centrales intervengan.

La vocera del régimen y vicepresidenta Rosario Murillo, una vez más omitió por completo la situación de las comunidades en la Costa Caribe Norte y refirió únicamente en su intervención regular al oficialista Canal 4  que “Ineter nos reporta 44 municipios (afectados) el día de ayer y anunció lluvia para esta tarde en los litorales, los lagos y Golfo de Fonseca, el doctor Guillermo González ha continuado con los encuentros, estuvo en Mateares ayer, fortaleciendo a los comité municipales en la atención de cualquier eventualidad que representen amenazas a la vida de las familias y comunidades”. Obvió la crisis alimentaria en la zona, producto de inundaciones que empezaron 15 días atrás.

Lluvias son «intermitentes»

Los comunitarios afirmaron que las lluvias son «intermitentes» y están conscientes que como cada invierno continuarán, que las inundaciones a penas empiezan pero que esta vez se enfrentan a un peor escenario porque «las consecuencias ya han quedado y son graves».

Con el ingreso de la onda tropical número 31 al territorio nicaragüense las lluvias podrían extenderse para los próximos días,  de leves a moderadas y principalmente en las zonas del Caribe y Pacífico del país, como consecuencia de una formación ciclónica entre Nicaragua y Costa Rica, explicó a LA PRENSA el agrometeorólogo del Centro Humboldt, Agustín Moreira. En este invierno la Costa Caribe Norte empieza a dar muestras de ser la más afectada.

 

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