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A Margarita Debayle: la historia de un poema en nueve fotografías

¿Qué tienen que ver un poeta, una isla, una niña y un dictador? En A Margarita Debayle, uno de los más célebres poemas de Rubén Darío, coinciden varios personajes de nuestra historia. Así nació aquel cuento.

1. El doctor leonés Luis Henry Debayle Pallais, conocido como “El Sabio” Debayle, era célebre por haber estudiado en Francia y se le consideraba un cirujano casi milagroso. Además, tocaba el piano, escribía versos y era amigo íntimo nada menos que del poeta Rubén Darío. Se casó con Casimira Sacasa, una matrona de vestidos elegantes y toallas francesas, y juntos tuvieron ocho hijos, cuatro hombres y cuatro mujeres. La mayor de las hermanas fue llamada Salvadora y acabaría casándose con Anastasio Somoza García, que en aquellos años era considerado “un plebeyo”. La seguía en edad Margarita, quien sería inmortalizada por Darío en A Margarita Debayle.

Rubén Darío con su amigo y médico personal Luis H. Debayle. LA PRENSA/ Archivo

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2. En esta foto de 1929 se aprecia a la familia Debayle Sacasa. Margarita es la cuarta en la fila de abajo, de izquierda a derecha. Su hermana Salvadora está a su lado y enfrente, sentados en un banquito, se hallan sus sobrinos Luis y Anastasio Somoza Debayle. En el centro, presidiendo la fotografía, se encuentran el doctor Luis Henry Debayle y su esposa Casimira Sacasa. Como un dato curioso: Anastasio Somoza García es el joven que aparece arriba, en el extremo derecho. Para el historiador Nicolás López Maltez, esta imagen refleja la posición del futuro dictador dentro de la familia Debayle Sacasa en los primeros años de su matrimonio con Salvadora, pues mientras los demás posan con sus parejas, él aparece apartado y es el único que ve hacia otro lado.

Familia Debayle Sacasa, en 1929. LA PRENSA/ Archivo

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3. La isla del Cardón, ubicada frente al puerto de Corinto, Chinandega funciona como protección natural ante el oleaje, pero en otro tiempo también fue empleada como punto de vigilancia, referencia y defensa. La Corona Española tomó posesión de ella en febrero de 1523, con tres navíos a cargo del capitán Antón Mayor. Y el islote cobró más importancia el 20 de diciembre de 1858, cuando el presidente de Nicaragua Tomás Martínez ordenó el traslado de la aduana de El Realejo a Punta Icacos, luego rebautizada como Corinto. En esta isla hubo piratas ingleses, leprosos desterrados, bases de marines estadounidenses y un campamento de militares sandinistas. Sin embargo, lo que por ahora nos interesa es la casa en la que Rubén Darío se hospedó, allá en el verano de 1908.

Vista aérea de la Isla de El Cardón, ubicada a tres kilómetos de Corinto, Chinandega. La isla está rodeada de una pared rocosa de unos cinco metros, al oeste hay un boquete de playa que ha sido balneario para varias generaciones de corinteños. LA PRENSA/ Cortesía

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4. Esta es la antigua y famosa casona que existió en El Cardón. Era propiedad de las autoridades portuarias y no de los Debayle, como a veces se cree. Rubén Darío conoció Corinto cuando era un niño y volvió al puerto en 1908, ya como poeta consagrado, intelectual y distinguido diplomático. El propósito de su visita fue aligerar sus penas. Había arribado a Nicaragua unos meses antes, en noviembre de 1907, con dos principales propósitos: “conseguir el divorcio de Rosario Murillo y lograr su nombramiento diplomático”, detalla la revista Magazine en La isla del poema.

Por entonces Darío era cónsul en París, pero quería ser embajador oficial en España. Sucedió, sin embargo, que, aunque el presidente José Santos Zelaya le otorgó el cargo, el poeta no recibió el pago que esperaba y su estadía en León se amargó. Como si eso hubiera sido poco, no logró divorciarse de Rosario Murillo e inició una agria espera de los fondos necesarios para poder volver a Europa.

“Al verlo frustrado porque no había logrado ninguno de sus propósitos de viaje, sin dinero y ansioso, sus amigos Federico Castro y el doctor Luis Henry Debayle lo invitaron a la casa hacienda que habían prestado a la portuaria en El Cardón”, relata Magazine.

En esa casona escribió Darío “A Margarita Debayle”. LA PRENSA/ Archivo

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5. Darío pasó todo el mes de marzo de 1908 en esta isla. “Entre amigos y agasajos”, caminatas solitarias y largas charlas con sus anfitriones. Fue en ese periodo de amargura, alegría y reflexión cuando escribió el que sería uno de sus más célebres poemas: “A Margarita Debayle”, dedicado a la pequeña hija de su amigo “El Sabio”.

Margarita está linda la mar,
y el viento,
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar;
tu acento:
Margarita, te voy a contar
un cuento…

La isla de El Cardón y parte de su zona rocosa. LA PRENSA/ Archivo/ Oscar Navarrete

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6. En El Cardón, Darío también escribió otros poemas, pero no son tan conocidos como A Margarita Debayle. De los diez poemas que aparecen en su Intermezzo tropical, “cinco son dedicados al mar y en al menos tres hace referencias a El Cardón”, según la revista Magazine.

Ya no existe la casa en la que el poeta se hospedó en 1908. Fue destruida por militares sandinistas en los años ochenta. Para 1985 la isla se había convertido en una base militar a la que muchachos de las Milicias Populares Sandinistas llegaban a realizar prácticas de tiro, prácticas de infantería y entrenamiento militar.

Esto es lo que en 2017 quedaba de la antigua casona de El Cardón, en la que Rubén Darío se hospedó en 1908. LA PRENSA/ Archivo/ Oscar Navarrete

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7. El 19 de enero de 2009 una estatua de 5.5 metros de altura y de 3.5 toneladas de bronce fue develada en El Cardón. Se trata de la figura de Rubén Darío, elaborada por el escultor Arnoldo Guillén y valorada en un millón 20 mil córdobas. Ya no hay mucho que ver en la isla, que se mantiene desierta, vigilada por una familia que cuida del faro y del Darío.

El monumento a Rubén Darío junto al faro de El Cardón. LA PRENSA/ Archivo/ Oscar Navarrete

8. Margarita Debayle Sacasa (a la derecha) con su hermana más cercana, Salvadora. Al centro, un joven Anastasio Somoza García. “Márgara”, la llamaba Somoza.

Rubén Darío también escribió versos para Salvadora, la hija mayor de su amigo, pero no trascendieron como A Margarita Debayle. El poema se llama A Salvadora Debayle, aquí dos estrofas:

En esta vida de ansia infinita,
todos buscamos la salvación;
¡ay Salvadora, Salvadorita,
salva primero tu corazón!

Cuando resuene la hora suprema,
cuando te llegue la hora del amor,
no pongas hieles a tu poema,
no martirices tu ruiseñor.

Anastasio Somoza García acostumbraba molestar a su esposa con el poema, cuenta Lillian Somoza Debayle en La Hija del Dictador, de Gabriel Traversari. “Ay ‘Yoyita’”, le decía. “Qué sabio Darío (…). ‘Ay Salvadora, Salvadorita, no martirices tu ruiseñor. ¿Cómo habrá sabido ese hombre que me ibas a fregar tanto?”.

Salvadora Debayle, Anastasio Somoza García y Margarita Debayle. LA PRENSA/ Archivo

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9. Ya adulta, Margarita Debayle Sacasa solía recitar el poema de Rubén Darío en eventos conmemorativos. La hija de “El Sabio” Debayle murió en Perú el 19 de diciembre 1983, a la edad de 83 años, pues nació el 4 de julio de 1900. Es decir, tenía 7 años de edad cuando Rubén Darío la inmortalizó en el poema.

Margarita Debayle Sacasa, inmortalizada por Rubén Darío en “A Margarita Debayle”

La Prensa Domingo

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