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A veces las pestes ayudan al pueblo

En el mes de abril de 1883 resultó elegido como director de Estado el general Fruto Chamorro, sucedía en el cargo al gobierno de Laureano Pineda.

Desde que los nicaragüenses nos independizamos se había pensado en darnos una nueva Constitución Política, ya que la que heredamos después de la independencia era copia fiel de la Constitución de los Estados Unidos, o sea la Constitución de 1838, cuerpo de leyes al que se le atribuía la anarquía que padeció Nicaragua después de la independencia.

Después de su elección y previa conversación con los liberales Máximo Jerez y Francisco Castellón, se convocó a una asamblea constituyente para cambiar la Constitución de 1838. Igual que los conservadores, los liberales habían elegido los más preclaros talentos, por lo que todos esperaban un debate de altura y la promulgación de una constitución de acuerdo a nuestra idiosincrasia, capaz y útil para sacarnos de la anarquía.

Los liberales no aceptaron el debate ideológico en el parlamento y se dedicaron a complotar para derrocar al gobierno de don Fruto. Descubiertos, los juzgaron y los extrañaron del país hacia Honduras, donde gobernaba el liberal general Trinidad Cabañas quien ayudó con armas y entrenamiento militar a casi todos los emigrados que llegaron de León y Chinandega.

Invadieron Nicaragua por el puerto de El Realejo y tomaron Chinandega. Sabedor Chamorro de lo que ocurría, salió a encontrarlos y a medianoche y bajo la lluvia intentó tomar la casa de la hacienda El Pozo, donde estaban acuartelados los partidarios de Jerez, acto imprudente que casi le costó la vida y no fue capturado solo por el arrojo y valentía de su hermano, Fernando Chamorro.

Después de esta derrota, Chamorro y su tropa se atrincheraron en Granada.

Jerez se quedó en León celebrando su triunfo y organizó un ejército para tomar Granada, dándole tiempo a Chamorro para que preparara su defensa. Se presentó a las puertas de Granada el veintiséis de mayo de 1854, con tan mala fortuna que el primer día cuando sus tropas se atrincheraban en el templo de Xalteva, fue impactado por un balazo en una de sus piernas que lo tuvo grave los nueve meses que duró el sitio sin poder avanzar del lugar inicial.

El día cuatro de junio de 1854, dándose cuenta Jerez que era imposible tomar la ciudad sitiada, pidió ayuda al presidente Cabañas, de Honduras, y este que los había patrocinado desde la invasión, aceptó y envió tropas de su ejército al mando de los generales Francisco Gómez y Marcelino Licona. Estos inmediatamente atacaron la ciudad, pero don Fruto había preparado muy bien la defensa, por lo que los hondureños fueron derrotados en la batalla del diecisiete de julio del año 1854.

Ya en la retaguardia, los generales trataron de reorganizarse pero se encontraron con un enemigo invisible y poderoso, la peste del cólera morbos que se había expandido en los alrededores de la ciudad, como consecuencia de los cadáveres insepultos, lanzados en los pozos contaminados y de ellos tomaban agua la tropa hondureña, que fue diezmada y aterrorizada, de la que también fueron víctimas los generales Francisco Gómez y Marcelino Licona que perecieron respectivamente los días 25 y 26 de julio a los pocos días después de su llegada.

La presencia de las tropas hondureñas fue el primer acto de intervención extranjera en nuestra vida independiente.

Fueron derrotados por don Fruto y por la peste.

¡A veces las pestes ayudan a los pueblos!

El autor es abogado y notario.

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