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¿Qué hacer con la proliferación de líderes?

Después de los acontecimientos del 18 de abril del dos mil dieciocho, sucesos totalmente autoconvocados y del que nadie puede reclamar autoría o gloria alguna por ellos, ha proliferado una cantidad de jóvenes y no tan jóvenes pretendiendo reconocimiento por su participación. La mejor manera de reconocerles esa participación, según ellos, es aceptarlos como los nuevos líderes de la oposición. Por eso es común en estos días escuchar: “fulanito no representa a nadie” o “zutanito es el verdadero representante de tal o cual grupo”. En fin, la única verdad es que la guerra de las descalificaciones es el pan nuestro de cada día. Pero volviendo al tema.

¿Qué significado tiene ser representante de alguien? Mi humilde opinión es que cualquier liderazgo que nazca reclamando representación es un liderazgo falso, efímero y espurio. Permítanme explicarlo. Los liderazgos fuertes, sólidos, se construyen con el tiempo y tienen ciertas características, entre las que sobresalen, capacidad de guiar, de inspirar confianza y entusiasmo. Un líder debe ser capaz de contagiar, ilusionar, estimular y sobre todo predicar dando el ejemplo. Ser líder implica un sacrificio personal muy grande, dicho en nicaragüense y no me malinterpreten: no es para cualquier trompudo silbar a caballo.

Los únicos liderazgos espontáneos exitosos surgieron en la antigüedad y tenían su origen en iluminaciones divinas.

El Antiguo Testamento está lleno de nombres de personas a las cuales Dios llamó, para cumplir, por medio de ellas, sus propósitos, tanto con su pueblo de Israel como con la humanidad en general. Estas personas tuvieron éxito en su liderazgo, gracias a su obediencia a los mandatos de Dios. Pero volviendo a los liderazgos de nuevo cuño o iluminados como yo les llamo, estos suelen ser efímeros y vulnerables a la adulación y se sustentan en un único momento de “gloria” que no suele repetirse. Otra característica de este tipo de liderazgo es que suelen ser fácilmente influenciables. Permítanme darles un ejemplo para explicarme mejor: la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD) tiene trancado el avance de la Coalición, porque no aceptan en su directorio a sus jóvenes, los que a juicio de los miembros de la Alianza deben ser los nuevos líderes de la oposición. Un denominador común que tienen estos jóvenes es que dicen rechazar todo aquello que representan los viejos políticos. Todos según ellos son corruptos, deshonestos y cómplices del régimen, etcétera. Pero resulta que recientemente acudieron a una conferencia que promovió el partido Ciudadanos por la Libertad (CXL) dictada por el doctor Arturo Cruz, catedrático del Incae, exembajador en Washington del régimen actual, cabildero oficial por la no aplicación de la Nica Act, defensor de la construcción del canal por Nicaragua y defensor del gran capital. Al terminar la exposición del doctor Cruz, los jóvenes que fueron entrevistados declararon embelesados haber aprendido muchísimo de la disertación del exponente. Quiero dejar claro, clarísimo, que respeto sobremanera el intelecto y la dialéctica del expositor, pero tengo mis reservas sobre su actuar en nuestra política criolla.

La moraleja de este artículo es que los señores de la ACJD tienen meses de tenernos enfrascados en una controversia que ya empieza a cansar, mientras sus jóvenes son fácilmente seducidos por quien de alguna manera representa todo lo que ellos dicen objetar del actuar de los partidos opositores y sus dirigentes. Si nos atenemos a esta conclusión, tendríamos que admitir que aquí lo que hay es una tremenda manipulación política, con propósitos oscuros. Por si hacía falta algo como corolario a este artículo, el académico Ernesto Medina denunció al directorio de la ACJD de no ser claro ni honesto en sus posiciones políticas y le exige a los empresarios y jóvenes que aclaren sus verdaderas intenciones para saber si se puede seguir contando con ellos. No hace falta tener mucha imaginación para intuir que los enemigos de la unidad son cómplices de los que quieren recetarnos cinco años más de felicidad y progreso (para ellos).

El autor es comentarista político.

Opinión democracia liderazgo líderes Nicaragua archivo
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