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El banderillazo

Hoy es el día del trabajo en Estados Unidos, que informalmente marca el fin de las vacaciones de verano. Y en años electorales, como el actual, es el día en que tradicionalmente inician las campañas electorales. En nuestro léxico es el día del banderillazo. A dos meses de las elecciones, comento a continuación cómo se perfilan los comicios norteamericanos.

En primer lugar, ya terminaron las convenciones y quedaron claros las dos fórmulas: Trump y Pence por los republicanos y Biden y Kamala Harris para los demócratas. Harris, la menos conocida para nosotros, es una senadora de California y la primera candidata de “color” nombrada para tan alto cargo por los dos grandes partidos estadounidenses. Su padre era un inmigrante de Jamaica y su madre una inmigrante de la India. Es atractiva, inteligente y se expresa bien. Sin embargo, su “valor agregado” electoral podría ser menos que el de otras precandidatas que Biden entrevistó porque los 55 votos electorales de su estado están requeteasegurados para los demócratas.

Los temas de la campaña también están definidos. El Covid-19 será el más importante. La pandemia ha dejado un saldo humano devastador: aproximadamente 6.3 millones de casos y 190,000 muertos hasta la fecha. Y todavía no está bajo control. Además ha golpeado fuertemente a la economía, que sufrirá una contracción de 7 por ciento este año, y con un desempleo que ha surgido a 8,4 por ciento.

Los demócratas culpan a Trump de haber mal manejado la peste. Como prueba de esto citan los pésimos datos socioeconómicos citados arriba y el hecho de que Norteamérica tiene el 27 por ciento de los casos del Covid-19 y 22 por ciento de los muertos mundialmente, a pesar de tener solo el 4 por ciento de la población del planeta y de ser países avanzados.

Los demócratas también alegan que Trump ha acentuado para fines políticos la guerra cultural en Estados Unidos y que, en lugar de unir a la población, la ha polarizado y está explotando el “racismo sistemático” del país.

Trump y los republicanos, por su parte, acusan a Biden de ser senil y de estar en el bolsillo del ala radical socialista de su partido que ha quedado de brazos cruzados de cara a los recientes tumultos, saqueos y hasta muertos en múltiples ciudades norteamericanas. En su campaña, Trump se ha autoidentificado como el candidato de respeto a las leyes y el orden. Este guion es efectivo. Llevó al republicano Richard Nixon a la Casa Blanca en 1968, año en que fueron asesinados Martin Luther King y Bobby Kennedy y en que también ardieron múltiples ciudades estadounidenses.

Ambos partidos coinciden en un punto: que está será una de las elecciones más importantes de la historia norteamericana. Comparto esta valoración, y añado que será una de las más inusuales. Hace unos días ocurrió algo que sustenta mi segunda tesis. Un joven nieto de Bobby Kennedy perdió una elección primaria en Massachusetts contra el senador Markey, un demócrata de 74 años.

¡Nunca antes había perdido un miembro del clan Kennedy una primaria en Massachusetts!

Aún más inusual es que en estas elecciones solo hay un candidato: Donald Trump. Él es, por supuesto, el candidato de los republicanos y el dueño y señor de su partido a como nunca se había visto antes. Pero también es el candidato de los demócratas en el sentido de que confían en que el rechazo popular a Trump y a su carácter —no las bondades de Joe Biden— los llevarán a retomar la Casa Blanca, mantener su mayoría en la Cámara de Representantes del Congreso y hasta retomar control del Senado.

¿Qué dicen las encuestas más recientes? Morning Consult, que es importante porque entrevistó a casi 18,000 votantes probables y que, por ende, tiene un bajo margen de error, demuestra que Biden tiene un cómodo margen sobre Trump: 51 por ciento a 43 por ciento a nivel nacional. Más importante aún es que la misma encuestadora le da amplios márgenes —entre 9 y 10 puntos porcentuales— a Biden en estados “en juego” como Michigan, Arizona y Wisconsin, que Trump ganó en 2016. También lo muestran ganando, aunque de manera más ajustada —4 a 2 por ciento— en Pennsylvania, Carolina del Norte, Georgia y la Florida. Estos también son estados donde Trump fue victorioso en 2016. Las encuestas de Fox corroboran estos resultados y hasta demuestran que los encuestados piensan que Biden manejaría mejor que Trump a la pandemia y la seguridad ciudadana. En otros sondajes, aproximadamente el 80 por ciento de los encuestados piensan que el país anda por mal camino. Cifras como estas apuntan a un cambio del gobernante: en este caso Trump.

No confío en las encuestas. Le pongo más mente a los editoriales del Wall Street Journal, periódico conservador que siempre ha apoyado a los republicanos. En un editorial reciente, el Journal señaló que a como andan las cosas Trump podría sufrir una derrota de “proporciones históricas”. Y el 27 de agosto, afirmó que aunque algunas de las políticas públicas de Trump habían sido buenas, él era un bully, impulsivo, narcisista, errático, y mentiroso. ¡Clase de espaldarazo!

Creo que las elecciones serán reñidas, y que dependerán del nivel de participación. No dudo que las bases de Trump votarán. Son incondicionales. Pero el “techo” republicano está muy por debajo del demócrata. En 2016, Trump sacó 63 millones de votos, tres millones menos que Hillary Clinton, y mucho menos de los que Obama obtuvo en 2008 y 2012. Estoy convencido de que esta vez los demócratas sí están motivados y que movilizarán a sus votantes y muchos independientes. No descarto que el voto para Biden se acercará a lo que obtuvo Obama en 2008: 69.5 millones. Si esto ocurre, ¡Biden ganará!

El autor fue embajador de Nicaragua en Estados Unidos.

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