A estas alturas del partido, los nicaragüenses nos hemos percatado que la Florida es el más importante de los estados “en juego” en la elección presidencial de la Unión Americana. Sin embargo, todavía hay cierta confusión entre lo que son las realidades y los mitos de la matemática electoral en la Florida. En este ensayo trato de confirmar las apreciaciones acertadas y aclarar las percepciones equivocadas. Comienzo con las realidades.
Primero, con sus 29 votos electorales, la Florida es el único de los cuatro estados más grandes —en término de población— de Norteamérica que es un campo de batalla electoral. De los tres otros, California y Nueva York con 55 y 29 votos electorales respectivamente, son sólidamente demócratas. Y Texas —y sus 38 votos electorales— es, por ahora, sólidamente republicano.
Segundo, las votaciones en la Florida suelen ser reñidas. El margen de victoria en los cinco comicios más recientes ha promediado 2 por ciento. En 2016 Donald Trump derrotó a Hillary Clinton por tan solo 1.2 por ciento, y en 2000 George W. Bush derrotó a Al Gore ¡por 537 votos, de un total de casi seis millones de boletas depositadas!
Tercero, es prácticamente imposible para un candidato republicano ganar la Casa Blanca si no cuenta con los votos electorales de la Florida. La última vez que esto ocurrió fue en 1924 cuando Calvin Coolidge, el candidato republicano, fue electo presidente a pesar de perder la Florida. Adelantando la película a 2020, los numeritos demuestran que si Donald Trump pierde la Florida y tan solo uno de los otros estados “en juego (Pennsylvania, Michigan, Wisconsin, Arizona y Carolina del Norte) pierde la elección. Para los demócratas, la Florida es una pieza menos importante. John Kennedy y Bill Clinton fueron electos presidentes sin ganar el Estado del Sol en 1960 y 1992, respectivamente.
Por otro lado, si Biden gana la Florida y todos los estados que Clinton obtuvo en 2016, solo necesitaría ganar uno de los cinco otros estados campo de batalla para superar los 270 votos electorales necesarios para ganar la Casa Blanca.
Esto es problemático para Trump porque las recientes encuestas señalan que Biden está ganando o empatado para primer lugar en todos los estados “en juego”.
En cuanto a los mitos, el más grande es que el Sur de la Florida es un bastión de los republicanos y del presidente Trump. Aunque Trump trasladó su residencia al condado de Palm Beach, en 2016 lo perdió al igual que los condados de Miami-Dade y Broward, ¡por un margen de 750,000 votos! Hillary Clinton sacó más del 60 por ciento de los votos en el Sur de la Florida incluyendo una mayoría del voto hispano. La solidez del voto demócrata en el Sur de la Florida se volvió a manifestar en las elecciones para el congreso de 2018. En estas, Donna Shalala, una demócrata de origen libanés, derrotó a María Elvira Salazar, una atractiva comentarista de televisión republicana, para el escaño de Ileana Ros-Lehtinen que se abrió al anunciar Ros-Lehtinen su jubilación.
Otro mito es que el voto nicaragüense es decisivo en el Sur de la Florida.
En primer lugar, según datos del censo estadounidense, en Norteamérica solo hay 350,000 personas de ascendencia nicaragüense. Y de estos, aproximadamente 120,000 residen en el Sur de la Florida. Además, no todos estos últimos son ciudadanos. Y es un secreto a voces que entre los ciudadanos nicaragüenses, el porcentaje que vota es bajo. Esto explica el porqué Sofía Lacayo, la política electa más importante de origen nicaragüense en el Sur de la Florida, solo alcanzó el puesto de comisionada.
Finalmente, se dice que Biden ha descuidado el voto latino en el Sur de la Florida. Es posible. Pero con todo y descuido, apuesto a que Biden obtendrá una robusta mayoría entre los latinos del estado en 2020.
El autor es un estudioso de la política estadounidense.