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¿Y si hubiera elecciones libres?

No podemos descartar que las presiones nacionales e internacionales convenzan al gobierno Ortega Murillo de que tiene menos que perder si realiza elecciones libres —aunque las gane la oposición— que quedarse gobernando un país sin oportunidad de recuperarse, empobrecido e inseguro, sin inversiones, con el gobierno cuestionado y sancionado. Es posible que por razones de edad y salud, por la fragilidad de las lealtades basadas en intereses económicos y por tener que gobernar con la gran mayoría en contra, los gobernantes Ortega Murillo logren ver la incertidumbre que se cierne sobre su futuro, el de su familia y sus allegados, y se convenzan de que es mejor tomar la oportunidad del “aterrizaje suave” que incluso algunos de sus antiguos amigos les aconsejan. Por eso, no se puede descartar una salida electoral que le permita a Nicaragua un cambio pacífico y un futuro próspero, con democracia y libertad.

La alternativa electoral es todavía la única opción viable de solución pacífica tanto para el gobierno como para la oposición, siempre y cuando pase por el cambio del Consejo Supremo Electoral y las reformas legales que permitan tener elecciones libres, con suficiente observación nacional e internacional, incluyendo a la OEA y a la Comunidad Europea. Pero garantizar el triunfo de la oposición solo es posible si participa unida. El problema es que hay mucha división y lo que se había adelantado, ahora se ha retrocedido.

La mayoría de los nicaragüenses opositores actualmente no estamos participando activamente en ningún partido político ni en organismos de la sociedad civil. Tampoco la inmensa mayoría de jóvenes nicaragüenses están inscritos en ninguno de los cuatro grupos juveniles de la Alianza Cívica y de la Unidad Nacional Azul y Blanco, ni son miembros de ningún partido. Nadie representa a esa mayoría. La lucha autoconvocada nacida en abril del 2018, así como el pueblo que decidió salir a las calles a protestar contra el gobierno, no están representados por nadie porque el pueblo opositor no ha elegido a quienes lo representen. Aquellos que son parte —no el todo— de este pueblo, y expresaron que nadie los representaba porque eran autoconvocados, tampoco pueden reclamar para sí una representación que no se les ha dado. Nadie la tiene.

Solo la unidad en la diversidad, la suma de muchos distintos, incluso adversarios, pero con el mismo objetivo de lograr la democracia y la libertad, es lo que hace que una iniciativa de unidad nacional tenga la fortaleza moral para encabezar la lucha opositora representándonos a todos los opositores. Fortaleza moral que desaparece cuando dicha iniciativa deja de ser unificadora volviéndose excluyente o bien pretendiendo ser predominante.

Los dirigentes de partidos y agrupaciones deben dejar a un lado la soberbia de señalar errores de los demás, considerándose los únicos buenos. Deben dejar de autoproclamarse representantes de alguien más que no sean sus propios miembros. Únicamente la suma de todos ellos les dará la fortaleza moral, aunque ese todo sea una amalgama variopinta de organizaciones imperfectas integradas por individuos que han acertado, como también han errado. Solo la unidad de todos los sectores (o de la inmensa mayoría) nos representará a todos los ciudadanos, sin más exclusiones que los que voluntariamente se autoexcluyan.

Si no, en unas elecciones libres la oposición iría dividida al menos en dos grupos. 1) La Alianza Cívica con la representación empresarial, CxL, dos grupos juveniles y medio Movimiento Campesino. 2) La Unidad Nacional Azul y Blanco con el MRS encabezando el FAD, otros dos movimientos juveniles y la otra mitad del Movimiento Campesino. No sabemos cómo irían el PLC, el PRD, el PC y Yatama. Y también habría algunos llamando a no votar. Así, entre todos, estarían creando el mejor escenario para que el gobierno Ortega Murillo celebre elecciones libres, ganándolas con sus seguidores, sin necesidad de fraude, y quedando como legítimos gobernantes reconocidos internacionalmente. Es una posibilidad si sigue la división. No debe cometerse tan gravísimo error. ¡Únanse! El tiempo corre.

El autor es abogado y comentarista político.
www.adolfomirandasaenz.blogspot.com

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