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Septiembre glorioso

Cartas de amor a Nicaragua

Querida Nicaragua: Todos los estudiantes de primaria y secundaria, y los que son adultos y pasaron sus tiempos de colegio, deberían saber diferenciar las fechas 14 y 15 de septiembre. Hemos optado por celebrar el día 15 las dos fechas gloriosas. Me ha sorprendido la poca importancia que algunos le dan al significado de estas fiestas.

Lo digo porque muchas veces he interrogado a muchachos bachilleres que no saben explicar lo que ocurrió el 15 de septiembre de 1821. De quién nos liberamos le pregunté a uno de ellos. Del imperialismo yanqui me contestó. Y no solo en Nicaragua la juventud anda enredada. Estando en Costa Rica, le hice la misma pregunta a otro estudiante y me contestó que Costa Rica se había liberado de Cuba. Me quedé espantado.

Creo que hay que decirles a los estudiantes que el 15 de septiembre de 1821 se obtuvo la independencia de España, y que no deben confundir los acontecimientos históricos del 15 con los del 14 de septiembre. El 14 celebramos la jura de la bandera nacional porque ese día en 1856 se libró la célebre batalla de San Jacinto, donde un puñado de patriotas nicaragüenses al mando del coronel José Dolores Estrada derrotó a los filibusteros que habían invadido Nicaragua e instalado al esclavista norteamericano William Walker como presidente de Nicaragua.

Una cosa es pues la independencia de España que logramos en 1821 y otra la gloriosa batalla de San Jacinto donde derrotamos a los filibusteros de Walker, que ocurrió 35 años después. No soy historiador pero esta es una lección de historia que aprendí hace largo tiempo.

Larga es la historia del coronel y general José Dolores Estrada, nacido en Nandaime en marzo de 1792, lo que nos indica que cuando ganó con sus soldados improvisados la batalla de San Jacinto, Estrada tenía 64 años, mayor mérito para un hombre que estaba llegando a la tercera edad.

Creo que la nobleza y humildad del coronel José Dolores Estrada quedó plasmada en el Parte de la Batalla de San Jacinto, donde el coronel menciona uno a uno a los héroes que arriesgaron su vida en defensa de la patria. Uno de ellos y el más conocido es Andrés Castro, quien al no tener tiempo de disparar contra un filibustero que pretendía saltar el corral de piedra de la hacienda, de una pedrada derribó al intruso, causándole la muerte. La piedra lanzada por Castro ha quedado como símbolo del valor y patriotismo del nicaragüense.

La vida del coronel Estrada estuvo llena de elogios y condecoraciones, inclusive de gobiernos centroamericanos, pero igualmente sufrió muchas decepciones. Se opuso abiertamente a la reelección del general Tomás Martínez y luchó fuertemente contra este, por eso fue exiliado en Costa Rica y se le retiró su grado militar. Estuvo varios años en el exilio y siempre fue un hombre pobre, circunstancia hoy en día sumamente rara, pues los generales de hoy se pasean en carísimas camionetonas y tienen todo género de negocios por todo el país.

Según mi criterio, el haber derrotado a los filibusteros en San Jacinto y haber sido esta batalla el punto de partida para la derrota final de Walker merece José Dolores Estrada ser catalogado como uno de los principales héroes de la patria. Sin embargo, no hay una estatua grande que perennice su nombre para que sea ejemplo de las actuales generaciones. La valentía, la honradez, los valores morales, la humildad han perdido importancia en estos tiempos.

En algún lugar leí un fragmento de una carta que Estrada envió a un amigo. Decía así: “Aquí estoy pasando mis últimos días en mi pueblo natal, sembrando una manchita de tabaco”.

El autor es empresario radial. Fue candidato a la Presidencia de la República de Nicaragua en 2011.

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