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Daniel Reyes, Nicolás Ibánez, Daniel Rivera y Róger, cuatro de los ocho jugadores que estuvieron becados en Brasil. LA PRENSA/ CORTESÍA

¿Qué pasó con los ocho futbolistas nicaragüenses que se fueron becados a Brasil en 2007?

Trece años después, los ocho reflexionan sobre esa experiencia, seis explicaron las razones por las que se vinieron y cómo después cambió sus vidas dentro y fuera de la cancha

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Wilmer Vásquez (15 años), Daniel Reyes (17), Daniel Rivera (17), Raúl Fuentes (17), Kevin Gutiérrez (17), Nicolás Ibañez (18), Gerardo Arce (20) y Róger Mejía (21) fueron becados —futbol y estudios— para ir a Brasil el 4 de agosto de 2007. Si cumplían el contrato, otro grupo de jóvenes nicaragüenses viajaría después al país sudamericano, sin embargo siete de ellos se regresaron el 14 de febrero de 2008 y se acabó esa posibilidad, que pretendía que los jugadores mejoraran el nivel futbolístico de Nicaragua a mediano y largo plazo.

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Solo Reyes terminó el contrato y permaneció cuatro años más en Brasil, donde jugó —asegura— en la Segunda División Carioca, con los Tigres do Brasil, el club que los recibió en su academia. Los siete que se regresaron fueron sancionados con un año sin jugar. Trece años después, los ochos reflexionaron sobre esa experiencia —solo tres se arrepienten de la decisión que tomaron—, y explicaron las razones por las que se vinieron y cómo marcó el resto de sus vidas dentro y fuera de la cancha.

Daniel Reyes, el único que se quedó

Daniel Reyes, de 30 años, decidió quedarse en Brasil. Muchos dijeron en ese momento que hubo mucha presión porque su papá (Salvador Reyes) era amigo y conductor personal de Julio Rocha (q.e.p.d), entonces presidente de la Fenifut. “Yo me quedé porque quise, mi mamá (Xiomara Avellán) me dijo que era una oportunidad que tenía que aprovechar y lo hice”, asegura. “La verdad que no pensé en venir. Allá me quedé solo, nadie me apoyó, ni la federación. Una vez le dije que me dieran algo, porque solo me daban 200 dólares y Rocha me dijo que no podían y que esa era mi oportunidad y si quería venirme que lo hiciera”, señala.

Daniel Reyes durante su etapa en Brasil. LA PRENSA/ CORTESÍA

“Brasil es lo mejor que me pudo haber pasado en mi vida”, asegura el Pollo, como lo conocen. “Crecí mucho como futbolista, disfruté muchas cosas que aquí no hubiera vivido. La base futbolística que tengo la hice allá y jugué profesional”, apunta Reyes, quien sostuvo que participó en la Segunda División Carioca 2010-11 con los Tigres do Brasil antes de regresar a Nicaragua, en 2012, para integrarse al Diriangén, después al Ferretti y la UNAN, donde alcanzó su mayor rendimiento ganando el título del Apertura 2015 y campeón goleador 2015-16.

De los ochos que fueron a Brasil, solo dos pudieron debutar con la Azul y Blanco. Reyes es uno de ellos e hizo todos los procesos (desde Sub-17 a mayor) con las selecciones. Fue el más “exitoso” o de una mejor carrera futbolística. Estuvo en la Copa Oro 2009 —aunque no jugó— y en 2011 participó en las eliminatorias de Brasil 2014 marcando un gol a Panamá. En 2012 anunció su llegada al futbol peruano que al final no se concretó. El año pasado lo fichó un equipo Dominicano, pero tampoco debutó por un lesión. “Todo el recorrido que tengo y las cosas que logré fue por todo lo que aprendí en Brasil, de otra forma no lo hubiera hecho”, asegura el delantero.

Daniel Reyes durante un partido con el CD Ocotal. LA PRENSA/ CORTESÍA

El Pollo ya no carga la presión de demostrar lo aprendido en Brasil. Piensa que son muy pocas las cosas que le faltan por conseguir en su carrera. “Me siento satisfecho, nadie me puede contar historia de nada, pasé más de 10 años en selecciones y son pocos los que lo han logrado. Desearía haber hecho un mejor torneo con Diriangén, el equipo de mi ciudad, donde espero volver algún día. En Perú no jugué porque el entrenador quería dinero para ponerme a jugar y en Dominicana me lesioné”, señala Reyes, quien intenta recuperar su nivel de juego en el CD Ocotal.

Wilmer Vásquez: “Una decisión errada que me marcó”

Wilmer Vásquez, de 28 años, pensó que lo mejor para su vida era venirse de Brasil aquel 14 de febrero de 2008. “Pensé que no iba pasar nada”, recuerda. La Fenifut los sancionó a todos por un año y eso lo golpeó emocionalmente pasando tres sin jugar. “Me deprimió, caí en el alcohol, nunca en las drogas gracias a Dios”, recuerda el actual jugador del Ferretti, quien señaló que subió de peso y nunca volvió a tener el ritmo de juego alcanzado en Brasil. “Allá se vivía de fútbol, se hablaba de fútbol, era otra cosa. Fue una equivocación mía haberme venido, una decisión errada. Me marcó de una manera que no sé como explicar”.

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Wilmer Vásquez durante un entrenamiento con Ferretti. LA PRENSA/ CORTESÍA/ FERRETTI

Vásquez ha sufrido mucho por esa decisión porque —señala— hasta hace poco encontraba personas que le recuerdan su error de haberse venido y por un tiempo se volvió en un tema difícil de hablar. “Un día mi hijo de siete años me dijo que me había visto en un periódico y me preguntó qué pasó y no pude contarle”, dice el volante, quien futbolísticamente ha podido superar esa etapa y cuando puede aconseja a los jóvenes para que no cometan sus mismos errores. “Les digo que sean humilde, que trabajen y aprovechen las oportunidades”.

El volante capitalino reconoce que no volvió a ser el mismo futbolista desde que llegó de Brasil. Ha pasado por muchos equipos de Primera División, pero en ninguno ha sido titular, sin embargo, mantiene la ilusión de ser algún día constante en el Ferretti y ser convocado por la Azul y Blanco.

Gerardo Arce: Entrenador en proceso

Gerardo Arce, de 33 años, dejó de jugar en Ferretti hace tres años por una lesión y ahora es entrenador. Su paso por Brasil lo cataloga como una buena experiencia en la que aprendió mucho y tiene su particular reflexión sobre esa parte de su vida. “Mentalmente creo que no estaba preparado para eso. El fútbol lo tenía y la mentalidad no”, asegura el volante creativo, quien destacaba por su cualidades técnicas y era uno de los que había llamado la atención a los entrenadores brasileños. “Dicen que pude haber sido el mejor jugador de Nicaragua, y si hubiera tenido la mentalidad de hoy, quizás podría haber triunfado futbolísticamente, estuviera en Europa y solo hubiera vuelto para jugar con la Selección”, señala.

Gerardo Arce subió este año como asistente de Primera. LA PRENSA/ CORTESÍA

Arce, ahora asistente técnico de Henry Urbina en el Ferretti, considera que desde su etapa en Brasil ha evolucionado en muchas aspectos y uno es la mentalidad. “Hay cosas que pasan y en el momento no lo entendés, sino hasta después. No sé que pudo haber pasado si me quedaba, lo he pensando pero no le tomado importancia para hacerlo a profundidad, porque siempre fui así. Lo que pasó, pasó. Estoy bien, tengo mi familia, mis dos hijos. Yo me siento cómodo,  feliz. No extraño o añoro nada, mi futuro puede pintar para mejorar ahora. Si venirme de Brasil fue un error o acierto, lo dejó así. Salí campeón con Ferretti dos veces (Apertura 2014 y nacional 2014-15), con América (2009) y UNAN (2012) en Segunda y formé una carrera en Ferretti (2012 a 2017). Para mi eso es ganancia”, evalúa.

Roger Mejía: No se arrepiente

Róger Mejía, de 34 años, se retiró en 2014 y desde entonces vive en Estados Unidos junto a su familia. Se salió joven del fútbol, porque ya lo había decidido desde antes. “Siempre tuve la visión de que me retiraría no muy mayor y en buen nivel”, asegura el central, quien a pesar de la sanción de un año jugó en Ferretti, Diriangén y la Selección de Futbol de 2007 al 2010 —estuvo en la Copa Oro 2009— cuando decidió apartarse porque lo decepcionaron conocer los amaños de juegos descubierto ese año.

Peyeyeque, como lo conocen en el fútbol, dijo que se vino de Brasil porque no cumplieron con todo lo que prometieron y él estaba bastante acostumbrado a otras cosas. “No fue culpa ninguno de los siete, simplemente las condiciones no las dieron. Al principio fue bonito, pero después nos dejaron en el abandono un tiempo. En mi caso era el de mayor de todos (21 años), estaba acostumbrado a tener mi plata, mis cosas y llegar allá así costaba. Se prometieron muchas cosas que no cumplieron y se habían firmado en el contrato”, asegura el exjugador.

Róger Mejía junto a su familia en Estados Unidos. LA PRENSA/ CORTESÍA

Por venir cinco meses antes de lo estipulado en el contrato, todos fueron castigados un año. “Ellos incumplieron el contrato desde el principio. Ahí estaba estipulado que nos darían seguro de vida, estudios y no nos metieron a estudiar, ni se les ocurrió. El castigo fue puro capricho. Yo tomé la decisión de venirme, nadie fue influenciado por nadie”, dijo Mejía, quien consideró que el viaje a Brasil le marcó emocionalmente y le dejó lecciones para su vida. “Uno tiene que estar donde está contento, tranquilo, si no estás bien, movete”.

Daniel Rivera: “Nosotros desaprovechamos”

Daniel Rivera, de 30 años, se lesionó las rodillas jugando en las Ligas no federados (Sébaco y Estelí), las operaciones no le ayudaron y se retiró del fútbol hace cinco años. En 2017 estuvo como director técnico de América OAR (Estelí) de Tercera División y después en Metrostar (Estelí) de Segunda (2019), pero se dio cuenta que esa no era su camino. “Es complicado estar lidiando con muchachos que apenas están comenzando”, señala el excentral que ahora es entrenador personal en un gimnasio y se prepara para debutar en el físicoculturismo en 2021.

Rivera revisa su pasado y sabe que venirse de Brasil fue una mala decisión. “Desperdicié esa oportunidad por mi culpa, no fue ni por las malas condiciones ni por nada, la desperdicié porque quise, solo pensaba en venirme y mi cabeza se cerró en eso hasta que lo hice”, confiesa el excentral, quien dijo que los trataron bien. “Algunos no se sentían cómodos, porque comenzamos durmiendo todos juntos, después en cabañas. Comíamos bien e íbamos a lo que íbamos: estar metidos a entrenar”.

Daniel Rivera aspira a ser fisicoculturista. LA PRENSA/ CORTESÍA

El central sostuvo que los técnicos lo tomaban en cuenta junto a Daniel Reyes. “Me miraban futuro y me pidieron que me quedara, si lo hubiera hecho quizás estuviera bien económica y futbolísticamente. Me equivoqué y me arrepentí por una parte, aunque por otra no porque estuve los últimos años con mi papá, quien murió en 2010”, cuenta Rivera, quien aprendió el oficio de su papá (electricista) y sacó su carrera universitaria. “Por eso me vine (para estudiar), pero pensándolo bien solo esa fue una excusa tonta porque donde sea podía estudiar”.

“Creo que no me ha ido mal en la vida”, sostiene Rivera, quien ahora se dedica a ser entrenador en un gimnasio de Estelí y vender suplementos, tras su paso por las selecciones menores (Sub-17 y Sub-23) su paso por CD Ocotal, Real Estelí, Xilotepelt y Managua FC.

Nicolás Ibánez: “Lo volvería hacer”

Nicolás Ibanez, de 31 años, se retiró del futbol prematuramente por una lesión recién venido de Brasil. “Nunca me recuperé bien y decidí no seguir y dedicarme a estudiar”, señala el delantero, quien se marchó a Estados Unidos en 2009 a estudiar administración y al año se trasladó a Costa Rica, donde se preparó cinco años en fisioterapia especializada en deportes. “Con lo que sé ahora, en este momento me curo bien en cuatro meses y quizás hubiera seguido jugando”, indica Ibañez, quien decidió cambiar de carrera porque miró una gran oportunidad de crear en Nicaragua una clínica especializada en deportes y ha sido un éxito.

Nicolás Ibañez es fisioteraupeta destacado. LA PRENSA/ CORTESÍA

Ibanez fue el primer en tomar la decisión en venirse de Brasil y el resto lo siguió. “Mi intención no era armar un complot, solo irme le gustara a quien le gustara, no quería estar ahí porque no estoy haciendo nada. Me vine pensando en mi futuro, porque tenía ofertas para jugar becados en universidades de Estados Unidos y tenía el sueño de ser futbolista profesional y pensé que era mejor opción hacerlo así (en una universidad de Estados Unidos) llegando a la MLS, además con una mejor educación”, reconoce el delantero, quien fuera de lo futbolístico consideró la experiencia de gran aprendizaje porque aprendió otro idioma.

Nicolás Ibáñez práctica surf los fines de semana. LA PRENSA/ CORTESÍA/ SURFNSR.COM

“Creo no fue obviamente bien organizado, no fue un proyecto creo yo”, analiza. “Lo triste fue que fuimos con una expectativa muy alta, se suponía que nos darían las condiciones necesarias y llegando allá no eran las indicadas. Estábamos acostumbrado a las aglomeraciones aquí en las selecciones y allá igual un tiempo y a veces entrenábamos en campos en mal estado. Después, pedimos ayuda la federación para sacar los papeles y jugar, y no quisieron. De ahí poco a poco nos fueron apartando en los entrenamientos”, dice el delantero. “No me arrepiento de todo eso y lo volvería hacer porque si no hubiera pasado nada de eso me hubiera dedicado a otra cosa”, dice Ibañez, quien ahora práctica surf.

 Kevin Gutiérrez

Kevin Gutiérrez, de 30 años, vive en Estados Unidos actualmente con su familia desde hace dos años. Su carrera se estancó futbolísticamente después de Brasil. El contención se desilucionó con la sanción de 2008. “Ese año me dediqué a trabajar y jugaba en Tercera, de Diriamba, perdí el ritmo de juego y me desanimé”, cuenta el jugador, a quien Florencio Leiva lo llevó al Caruna RL en la Segunda División y quedaron subcampeones en la temporada 2009-10.

Kevin Gutiérrez junto a su familia en Estados Unidos. LA PRENSA/ CORTESÍA

El contención diriambino lamentó no haber aprovechado la oportunidad de Brasil. “Como me decía mi abuelo, las oportunidades se dan una vez en la vida. En ese tiempo no pensaba muy bien las cosas, estaba muy chavalo, con los años entendí que fue un error. Tal vez estuviera jugando en otro nivel”, indica Gutiérrez, quien es nieto del leyendario jugador Peché Jirón. “Mi sueño era jugar en el Diriangén donde toda la vida jugó mi abuelo. Quería seguir sus pasos y no pude. Me arrepiento, era una oportunidad de aprovecharla en el momento y marcó mi vida en cierto momento”, confiesa desde Los Ángeles donde reside junto a su familia.

Raúl Fuentes

La carrera de Raúl Fuentes, 30 años, tampoco logró ser extensa. Después de su paso por Brasil llegó a la Primera División con el Juventus, sin embargo no logró consolidarse. Actualmente vive en Diriamba donde juega en la Liga Tercera División de forma recreativa. LA PRENSA intentó comunicarse con él por diferentes vías pero fue imposible.

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