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El ocaso del Banco Central de Nicaragua

El Banco Central de Nicaragua (BCN) acaba de “celebrar” en una noche de gala su 60 aniversario, lo que me recordó con nostalgia que ya no es ni la sombra de lo que fue.

Un poco de historia para nuestra juventud.

El BCN se fundó en julio de 1960 e inició operaciones en enero de 1961, asumiendo las funciones de autoridad monetaria que hasta entonces tenía el Banco Nacional, que además actuaba con prestigio en esa época como banco comercial y de fomento.

En nuestro país, que desafortunadamente no se ha distinguido por su institucionalidad, el BCN fue hasta 1979 una institución de primera. Su arquitecto fue León Debayle. Francisco Laínez, su primer y gran presidente, le imprimió excelencia, honestidad y autonomía que consolidaron sus sucesores Gustavo Guerrero, con el apoyo de Ernesto Fernández Holmann, y luego Roberto Incer, su segundo gran presidente.

El BCN bajo la dirección de estos notables nicaragüenses fue uno de los mejores bancos centrales de América Latina. Bajo su guía el ingreso por habitante ajustado por inflación (que es lo que vale) se duplicó en dólares al crecer a una tasa anual del 4 por ciento desde su fundación hasta 1977, a pesar de turbulencias como las sequías de 1972 y 1975, la roya de 1976, la recesión internacional de 1974, la crisis energética de 1973-75 y el terremoto de 1972.

Desafortunadamente, para poner este dato en perspectiva, el ingreso por habitante del año pasado fue 40 por ciento menos que el de 1977.

El BCN siempre publicaba a tiempo y con total transparencia las buenas y las malas de la economía.

Con una visión de país, el BCN becó en esa época a 210 jóvenes en universidades de primera del país y del extranjero sin distingos políticos o familiares. En economía, negocios, ingeniería y ciencias sociales. Sus becarios contribuyeron al sector privado y a distintos gobiernos, incluyendo al sandinista de los 80, lo que confirma el criterio apolítico de selección. Contribuyó a la fundación del Incae, y apoyó a la UCA, UNAN y al Tecnológico de Granada.

Promovió, entre otros, la zona franca, programas de riego, asistencia técnica a industrias claves, comercialización de frutas y vegetales en el exterior, y el cultivo de camarones. Estableció el Fondo Especial de Desarrollo que canalizó recursos internacionales al café, la ganadería, la pequeña industria y turismo.

Apoyó con asistencia técnica a talleres humildes de cerámica en Monimbó y La Paz Centro. Nunca se me olvidará el orgullo y la admiración que sentí al ver la finura de un plato de Monimbó digno de Italia.

Creó el Parque Volcán Masaya y fundó la segunda excavación de las Huellas de Acahualinca. Su biblioteca publicó la primera bibliografía de Nicaragua, y múltiples investigaciones sobre nuestros lagos, volcanes, flora y fauna.

El BCN, como el país, decayó en la oscuridad de los 80, pero inició su recuperación con doña Violeta. En 2012Antenor Rosales, siendo militante sandinista, renunció con mucha honra a su cargo defendiendo su autonomía.

Desde entones, el BCN continúa contribuyendo a nuestra estabilidad macroeconómica pero ya no es ni la sombra de lo que fue.

Sigue teniendo buenos profesionales, pero con su nueva dirección ha perdido su norte y prestigio al someterse a los nuevos filibusteros. No tiene autonomía, ni transparencia, ni guía a la economía, y no publica como debe información actualizada.

Yo fui parte del BCN de los 70, por lo que me da mucha tristeza ver en qué ha caído.

El autor es bachiller del Colegio Centro América.

Opinión Banco Central de Nicaragua Economía archivo
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