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La vacante en la Corte Suprema de EE.UU.

La muerte de la magistrada de la Corte Suprema de Justicia de EE. UU., Ruth Bader Ginsburg (RBG), abrió una vacante que los republicanos perfectamente pueden y deben llenar. No existe ninguna ley o “norma” tradicional que lo prohíba; más bien es todo lo contrario. Llenar la vacante de RBG —a pesar de todo lo que ahora digan los que se oponen a ello— no es de ninguna manera incompatible con la forma en que se llenó la vacante que resultó luego de la muerte del magistrado Antonin Scalia en 2016. Los argumentos fueron explicados por el senador Mitch McConnell en su momento, al recordar que cuando un mismo partido controla el Ejecutivo y el Senado, los presidentes pueden llenar las vacantes de la Corte Suprema en cualquier momento, incluso en un año de elecciones presidenciales. Por otro lado, cuando el partido de oposición controla el Senado (y existe lo que se conoce como “gobierno dividido”), el Senado puede bloquear a los candidatos que nomine el presidente en un año de elecciones presidenciales y mantener así “vacante” el asiento para quien gane dichas elecciones. Asimismo, vale mencionar que, en los años de elecciones intermedias, se confirma al candidato nominado para la Corte Suprema, independientemente de qué partido controle el Senado, pues, aunque el Senado tiene la posibilidad de rechazar a un candidato nominado, impera la necesidad de llenar cuanto antes las vacantes, de tal forma que pueda la Corte Suprema operar correctamente. Eso es lo que hicieron los republicanos en 2018.

Dicho de otra forma: 29 presidentes de EE. UU. han tenido vacantes abiertas en la Corte Suprema en un año de elecciones presidenciales, y todos nominaron a sus candidatos para llenar las vacantes. De esas 29, 8 fueron hechas cuando el partido de oposición controlaba el Senado; siendo 7 bloqueadas por el Senado (incluyendo la nominación del juez Garland hecha por el presidente Obama en 2016) y solo 1 confirmada. De las 10 veces que las nominaciones fueron hechas cuando un mismo partido controla el Ejecutivo y el Senado, 9 fueron confirmadas. En consecuencia, queda claro que las “normas” tradicionales han claramente favorecido confirmar a los candidatos, aún durante un año de elecciones presidenciales, cuando no existe un “gobierno dividido”, que es la situación que existe ahora en EE. UU.

“El presidente sigue siendo presidente, incluso si fuera su último año” es lo que dijo RBG en 2016 tras la nominación del juez Garland). Palabras similares fueron expresadas ese año por Chuck Schumer, Joe Biden, Hillary Clinton, Nancy Pelosi y otros demócratas de alto rango. A pesar de esto, curiosamente se ha corrido la voz de que el último deseo de RBG antes de morir iba en una dirección totalmente opuesta, supuestamente expresando que ahora su “deseo más ferviente” era ser reemplazada hasta que se instalara “un nuevo presidente”. Ahora bien, la pregunta que puede estar dando vueltas en la mente de muchos —especialmente los votantes independientes— es ¿por qué debemos ahora preocuparnos por cómo se llena esa vacante, si la misma RBG no lo hizo? Ella tuvo la oportunidad de retirarse durante la presidencia de Obama (a como hizo el magistrado Anthony Kennedy en 2018) y asegurar que su “reemplazo” fuera un magistrado de similar línea de pensamiento. Sin embargo, no lo hizo, y murió a sus 87 años… aún ocupando el cargo. Ahora lo que hay es una “vacante” que, conforme la Constitución de EE. UU., la llena el presidente con la aprobación y confirmación del Senado.

Independientemente de las continuas e inminentes amenazas de violencia que se multiplican en cuentas verificadas en redes sociales de personas que se identifican con el Partido Demócrata, nada impide al presidente actual hacer una pronta nominación de un juez de línea conservadora y originalista; así como nada impide que el Senado actual proceda rápidamente a confirmarlo. El chantaje (de violencia) no debe ser una razón para dejar de actuar dentro de lo que permite —e incluso exige— la ley; más aun cuando hasta las “normas” tradicionales en estos casos claramente demuestran que puede y debe llenarse la vacante. Siendo así; el sábado 26 de septiembre el presidente cumplió con su obligación constitucional y nominó a la juez del 7mo Circuito de los Estados Unidos, Amy Coney Barrett, quien es conocida como una conservadora, altamente calificada y que ha demostrado una fuerte deferencia a la línea de pensamiento conservadora y originalista.

Como varios destacados políticos han repetido hasta la saciedad: “Las elecciones tienen consecuencias”. Estas nominaciones son un claro ejemplo de ellas. Además, creo que también vale ahora tener presente algo que también es cierto y que también va a ser repetido a la saciedad: Las decisiones de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, en cuanto a su retiro, también tienen consecuencias.

El autor es abogado y notario público, socio director de García & Bodán (Managua, Nicaragua) y director regional de la Práctica Corporativa y Transaccional.

Opinión Corte Suprema de Justicia Estados Unidos archivo
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