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Dos de Fabio

El expresidente de El Salvador Armando Calderón Sol en junio del 2016 en San Salvador, en ocasión de una visita personal que le hice, me explicó lo sucedido en Managua 10 años antes, en el 2006, acerca de por qué y quién propició que no se contara el 8 por ciento de los votos con los cuales afirma Fabio Gadea que Ortega hubiese perdido las elecciones ese año. (Ver su artículo publicado por LA PRENSA el martes 29 de septiembre del 2020 “De todos no se hace uno”).

En las elecciones del 2006 los candidatos presidenciales que obtuvieron la mayoría de los votos fueron el doctor José Rizo Castellón (q.e.p.d.) por el PLC, Eduardo Montealegre por la Alianza Liberal ALN —después convertida en PLI y CxL como causa y efecto de lo sucedido en aquel año— y Daniel Ortega Saavedra del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).

Fabio menciona que en 2020 existen diferentes grupos políticos y atestigua que de todos no se hace uno, que prefieren discusiones pírricas entre ellos que pensar en un cambio democrático.

Marco Tulio Cicerón escribió su frase que “Como nada es más hermoso que conocer la verdad nada es más vergonzoso que aprobar la mentira y tomarla por verdad”.

Estas verdades de Fabio deben despertarnos y aquí lamentablemente se dicen mentiras por los protagonistas, es vergonzoso que se las señalen y por eso han insistido en ocultarlas.

No se contaron el 8 por ciento de los votos en el 2006, es verdad. Es una realidad incompleta. Alguien me dijo que ese porcentaje no hubiese cambiado nada. Pero qué errada esa persona está. Aquí la verdad. No se contaron porque Eduardo Montealegre para no ir a la cárcel por los Cenis llegó a reconocer a Daniel Ortega como candidato ganador de las elecciones del 2006 y, con mucha lógica política después de un suceso político así, para qué el resorte electoral a cargo querría contar los votos. Estos votos con la propuesta y pacto de Montealegre a Ortega desaparecieron, al menos en la práctica ocurre cuando alguien reconoce al candidato presidencial que le disputa el poder.
Y desde entonces Ortega está en la presidencia.

El expresidente Calderón Sol (q.e.p.d.) me comentó que Montealegre propuso y pactó con Ortega como lo había hecho en el 2000 Arnoldo Alemán, por prebendas, beneficios personales, no ir a la cárcel por los Cenis, navegar en política con casillas y ocupar la diputación ipso-jure convenida en el 2000 con Arnoldo Alemán. Así se sucedieron los hechos de las casillas, lo expulsaron de la Alianza Liberal Nicaragüense (ALN) en 2008 y el CSE le entregó las riendas del PLI en 2011 y cuando la CSJ le otorgó la representación del PLI a un desquiciado político en 2016, no se preocupó porque tenía asegurada otra casilla, que es la de Ciudadanos por la Libertad, que anunció inmediatamente después de la resolución conocida como la sentencia del PLI del Supremo Tribunal. Esta resolución con esos resultados no fue gestionada por Virgilio Godoy (q.e.p.d.) y el suscrito, lo que nosotros pretendíamos por convicción liberal era recuperar el PLI de las manos de Montealegre por haber pactado con Ortega en 2006.

Me comentó el doctor Calderón Sol que precisamente parte del pacto era que Montealegre no iba a ganar jamás ninguna elección, pero sí siempre tendría una casilla electoral para volar en política. Recalcó con pragmatismo, “y qué candidato con poder como el que tenía Ortega iba a despreciar una propuesta del tal magnitud que le hacía el contrincante, porque no fue Ortega quien visitó a Montealegre, fue Montealegre quien fue a ver a Ortega. El doctor Calderón recibió esta explicación de Montealegre ante seis embajadores acreditados en Nicaragua que estaban presentes, aduciendo que si no lo hubiese hecho, José Rizo hubiese sido el proponente.

La segunda verdad de Fabio en 2020 es que existen grupos políticos de oposición y que de todos no se saca uno. Hasta hoy nada ha sucedido políticamente hablando que nos permita ver a los nicaragüenses con claridad algo nuevo, que entusiasme al pueblo elector para ir a las urnas electorales en el 2021 si hay condiciones y se celebran elecciones libres, transparentes y observadas por organismos internacionales.

Todos estos grupos no cuentan con respaldo popular. De haberlo, ya un bloque opositor con verdadero entusiasmo cívico y proselitismo político estuviese al frente de un partido político fuerte, democrático, antisandinista que hubiese emergido de todos esos ensayos, pero no existe y no hay entusiasmo ni estímulo para el elector y que cambie la próxima encuesta reflejando que el 70 por ciento de los nicaragüenses sí confían en un partido político para lograr el cambio hacia la democracia en nuestro país.

Y es que en elecciones se participa con partidos políticos, no con grupos, ni coaliciones, ni frentes unidos ni protopartidos. Debemos de comenzar a crear partidos políticos de oposición lo más pronto posible, dejando a los diferentes segmentos del espectro político que colmen sus aspiraciones con el partido que deseen formar, que presenten sus programas de gobierno. Algo nuevo espera nuestro pueblo, y si son más de uno, hay que unirlos seis meses antes de las elecciones mediante un Alianza Electoral, apoyando un solo candidato. Solo así se podrá cuantificar la participación de cada quien para el cambio, lo que hoy es imposible porque nadie tiene apoyo del pueblo.

De lo contrario, la oposición perderá inexorablemente las próximas elecciones.

El autor es abogado y presidente de ProVoto.

Opinión El Salvador archivo
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