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Cooperación Venezolana enriqueció a los Ortega-Murillo, pero no aportó al desarrollo del país, a como se esperaba, cuando se firmó el Acuerdo de Cooperación en el 2007. LAPRENSA/ARCHIVO

Ortega ya no tiene petrodólares frescos provenientes de Venezuela. ¿Y ahora qué?

Cooperación Venezolana enriqueció a los Ortega-Murillo, pero no aportó al desarrollo del país, a como se esperaba, cuando se firmó el Acuerdo de Cooperación en el 2007. Ya no viene más dinero desde Venezuela.

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Sobre la cooperación venezolana se ha dicho mucho, excepto que se acabó. El informe de cooperación externa del Banco Central de Nicaragua (BCN) del primer semestre de 2020 muestra cero operaciones durante ese periodo y el 2019 con el que alguna vez fuera uno de los socios comerciales estratégicos del dictador Daniel Ortega. Contrario a la celebración de la firma del Acuerdo de Cooperación Energética Petrocaribe en 2007, la culminación de esta no ha provocado ni siquiera un pronunciamiento populista, se fue como agua entre las manos.

Venezuela dejó en manos de Ortega y sus allegados una riqueza por 3,816.7 millones de dólares- según datos del Banco Central-, cuya fortuna ha estado en la mira de Estados Unidos, desde que el régimen ordenó una de las matanzas más sangrientas en época de democracia en abril del 2018. EE. UU. ha perseguido dichos fondos, con la finalidad de debilitar el principal cimiento financiero de la dictadura, para presionarla a que abandone el poder mediante un proceso pacífico: elecciones justas y transparentes.

Pero ¿qué ha significado la cooperación de Venezuela para Nicaragua? ¿ Tuvo esta algún impacto en el desarrollo económico? ¿cuáles fueron las promesas que quedaron en papel? ¿Ortega llegará a un año electoral sin recursos frescos de Venezuela, que por años le sirvió para financiar su clientelismo político?

Después de un ir y venir de cómo funcionaría el Acuerdo firmado entre los gobiernos de Nicaragua y Venezuela, pero que se ha manejado como una deuda privada y no pública, se determinó que un 50 por ciento del producto de la comercialización interna del petróleo y derivados se transferiría a la Caja Rural Nacional (Caruna) para financiar los proyectos sociales y proyectos con fines de lucro. “Este 50 por ciento transferido a Caruna asumía la forma de un crédito a ser repagado a PDVSA en un plazo de 25 años con dos de gracia, a un interés del 2 por ciento”, explicó un economista que prefirió no ser citado.

El día que Daniel Ortega y el fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez, colocaron la primera piedra de lo que sería la Refinería El Supremo Sueño de Bolívar, también hubo la promesa de otros proyectos, que al igual que la mega obra se esperaba que cobraran vida, como la construcción de un ferrocarril, un puerto en Bilwi, pero no fue así. Lo que sí ocurrió fue el intercambio comercial entre ambos países, bajo la sombrilla del Acuerdo. Sin embargo, las exportaciones de carne, frijol, leche, azúcar, tuvieron cifras buenas y otras no tanto, fue en 2012 que se alcanzó la suma de 444 millones de dólares.

Al hacer una retrospectiva del impacto social y económico que dejó la cooperación venezolana después que se anunció como la llave para el crecimiento y desarrollo del segundo país más pobre del hemisferio, el economista Enrique Sáenz, explica que el principal resultado es haber convertido a Daniel Ortega y su círculo inmediato en multimillonarios, y desde la perspectiva política, la cooperación “fue decisiva para la imposición de la dictadura de Ortega, de hecho, sin la cooperación venezolana Ortega no hubiera tenido a su disposición los instrumentos para imponer su dictadura”, expresó.

El economista que prefiere no ser citado explica que los “programas sociales” que por sí solos alcanzaron el mayor peso dentro del monto total que se destinaba a este propósito, estuvieron representados, desde 2010, por el subsidio al transporte colectivo en Managua, por el denominado bono salarial entregado a una parte de los trabajadores del Estado, y por el reducido bono entregado a un grupo de adultos mayores.

El restante destinado a “programas sociales” se distribuyó a otros pequeños programas. No obstante, aclara que el bono salarial fue absorbido por el Presupuesto desde el 2014, y el bono a los adultos mayores por el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social. Es decir, que no todo el 38 por ciento que debía invertirse en programas sociales tuvo ese destino, sino que, según la información disponible, solo el 24.2 por ciento de los fondos del crédito petrolero financió programas sociales, ya que el restante, fue para formar un “fondo de liquidez”.

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La cooperación venezolana se esfumó sin que el régimen rindiera cuentas a los nicaragüenses, la realidad es que se fue como “agua entre las manos”, sostiene Sáenz, quien explica que las huellas dejadas por el financiamiento venezolano no se traducen en centros de investigación o de formación profesional que sirvieran para elevar la calidad de la mano de obra, o en reconversión tecnológica de ningún sector de la economía.

Esos fondos sirvieron para “acrecentar la fortuna de Ortega, sin tener ningún impacto en la estructura productiva del país, ni siquiera para generar empleo”, aunque sí sirvió para distribuir prebendas a través de programas clientelistas que le permitieron a Ortega sostener a sus fanáticos, pero al desaparecer la cooperación, se esfumaron los programas.

Programas que no acabaron con la pobreza 

Hambre Cero y Usura Cero son parte de los programas insignes del régimen orteguista que han dejado de divulgarse con la fuerza que se hacía en años anteriores. Ambos estaban enfocados en reducir la pobreza, sin embargo, economistas siempre los calificaron como clientelistas.

En una publicación de LA PRENSA en 2017, la entonces, titular del Ministerio de Economía Familiar, Cooperativa, Comunitaria y Asociativa (Mefcca), María Auxiliadora Chiong, confirmó a este Diario que Hambre Cero había dejado de ser gratuito y las familias debían asumir créditos de entre diez mil a 60 mil córdobas. Mientras que en el caso de Usura Cero se ha mantenido una asignación en el Presupuesto General de la República, que para 2021 es de 102,258 córdobas, el mismo monto que para 2020.

Al igual que Sáenz, el economista y sociólogo, Óscar René Vargas explicó que el dinero venezolano se vendió como lo que iba a cambiar la estructura del país porque se contaría con una refinería, y otros proyectos, pero no pasó nada de eso. “No hubo ningún efecto en el sistema productivo del país”, explica.

El analista más bien habla que hubo un efecto indirecto de esta cooperación, ya que hay un conjunto poblacional que se benefició, debido al consumo de bienes, al comercio, hizo que crecieran algunas industrias, como la construcción, con la creación de centros comerciales, edificios para oficinas, viviendas, entre otros. Pero insiste que no hubo un incremento en el sistema productivo del país, que al final es fundamental para lograr una transformación de la economía.

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¿En qué se gastó el dinero venezolano?

Conviene preguntarse entonces, si no hubo un impacto en la parte productiva, a ¿dónde se fueron los casi cuatro mil millones de dólares, según cifras oficiales, que se estima entró a Nicaragua bajo ese convenio? Dos de los analistas consultados son claros: enriquecieron a Ortega y todo el entramado financiero que ha venido fortaleciendo durante estos años en el poder.

Saénz explica que hay dos resultados claros que facilitó la cooperación, pero que ambos han servido para apuntalar la riqueza de Ortega, uno, mediante el proyecto de la refinería del Supremo Sueño de Bolívar, que al final se redujo a tanques de almacenamiento de combustible, y el otro, fue con Alba Generación, que sostiene el negocio de la familia presidencial en el sector energético.

El economista que prefiere no ser citado explica que el 62 por ciento de la cooperación petrolera se invirtió en propósitos lucrativos, más allá de los programas sociales. “No está del todo claro quién ejerce el control de estos activos, pero parece obvio que estamos en presencia del surgimiento de un grupo privado bastante poderoso – que, de hecho, según las cifras involucradas, se habría convertido con alguna rapidez en uno de los más poderosos del país”, expresa.

Con la cooperación venezolana el régimen de Ortega-Murillo se abrió pasó en el negocio del combustible, al adquirir la cadena de gasolineras de Petronic, luego, apareció el Banco Corporativo (Bancorp), que fue señalado por lavar el dinero proveniente de Albanisa, también adquirieron el Hotel Seminole, que permanece cerrado desde 2018 y finalmente, Caruna que manejaba seis fideicomisos por más de 2,500 millones de dólares. Todas estas entidades, excepto el hotel, han sido sancionadas por Estados Unidos, y sus efectos han afectado la fortuna del régimen.

¿Qué hará Ortega sin la cooperación venezolana en un año preelectoral?

El 27 de mayo de 2016, el asesor para Asuntos Económicos de la Presidencia, Bayardo Arce, expresó que Nicaragua no se iba a “morir” en caso que la cooperación venezolana faltara, al ser consultado sobre las implicaciones que podría generar en ese entonces, la crisis de ese país con respecto a Nicaragua. Arce aseguró que la nación tenía varios socios financieros y cooperantes. Sin embargo, cuando el oxígeno de esa cooperación se acabó las principales fuentes de financiamiento han dejado de aprobar nuevos préstamos al régimen orteguista. Tanto el Banco Mundial como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) no han otorgado nuevos financiamientos desde el 2018.

Ahora, el dictador se enfrenta a un proceso electoral con un panorama económico complejo, tres años de recesión y un Presupuesto General de la República austero. Sin embargo, para el economista Sáenz, el dinero de Venezuela pesara si en verdad, Ortega necesitara recursos para una campaña electoral, si fuesen a darse elecciones competitivas, pero este se ha centrado en la Ley de cadena perpetua, la Ley de Regulación de Agentes Extranjeros y la ley Especial de Ciberdelitos.

 

 

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