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El personal médico es el “la persona del año”, médicos que han estado en la primera línea de la lucha contra el Covid-19 o desde espacios más ocultos como la enfermería, auxiliares o personal de limpieza que hace posible el trabajo y la seguridad de médicos y pacientes en medio de una pandemia. LA PRENSA / Ilustración Luis González.

Personaje del año: Personal de salud

Estos son algunos de los rostros del sector salud que han estado en la primera línea de lucha contra la pandemia del Covid-19

A pocos días de culminar un 2020 agitado por el Covid-19 y tras nueves meses de lucha por parte del personal de salud, que incluye desde el gremio médico, enfermería, auxiliares y personal de limpieza del sistema de salud público y privado nicaragüense, algunos se han tomado unos minutos entre su agitada jornada para recordar y reflexionar sobre lo caótico y difícil que fue enfrentar el virus en los meses más álgidos de la pandemia.

Aunque en estos meses ha predominado un ocultamiento de información sobre el impacto real de la pandemia en el país por parte del gobierno, esta experiencia les ha ampliado el conocimiento y ha ayudado para que el gremio sea más unido y solidario. Expresan que 2020 es un año que nunca olvidarán, porque ha marcado un “antes y después” en la vida de los trabajadores de la salud.

El Diario LA PRENSA ha elegido al personal de la salud como el personaje del año 2020. Aquí algunos de los rostros que han estado en la primera línea de la lucha contra el Covid-19 o desde espacios más ocultos como la enfermería, auxiliares o personal de limpieza que hace posible el trabajo y la seguridad de médicos y pacientes en medio de una pandemia. Gracias.

Jorge Miranda: “Ver un colega que se te muera es muy, muy duro”

El doctor Jorge Miranda ahora se siente más tranquilo para hablar sobre el tema. Su nivel de estrés ha bajado, pero no así las medidas de higiene y seguridad. Especialista en neumología, el médico se mantiene en la primera línea de atención del Covid-19 en un hospital privado.

Rebobina sus recuerdos de mayo y junio, cuando se dio la curva de la pandemia en el país, y dice sentirse “enojado y decepcionado” porque muchos casos de contagio —que terminaron en muertes— se pudieron evitar si desde un inicio se hubiera alertado y orientado a la población acerca del virus. Una de las situaciones “más duras” fue atender y ver morir a sus colegas.

“Luchamos mucho por ellos (los pacientes), aun con toda la limitación de información que se tenía sobre la enfermedad, mucha confusión que se tenía al inicio, para ver la evolución, que aunque hiciéramos todo nuestro esfuerzo, los pacientes invariablemente evolucionaban al empeoramiento y caían en ventilación mecánica y se nos morían por muchas complicaciones, eso fue duro verlo”, relata el doctor Miranda.

“Una de las cosas más duras fue atender a tus propios colegas, ver que es conocido tuyo, que ha trabajado contigo y se te va deteriorando y se te muera… es una cosa muy, muy dura”, agrega.

El neumólogo Jorge Miranda sigue en primera línea contra el Covid-19 desde un hospital privado de Managua. LA PRENSA/WILMER LÓPEZ

El sentimiento de enojo lo embargó, cuenta, una vez que observó cómo en el parqueo del hospital llegaban a morir las personas, porque no había camas suficientes para atenderlos debido al colapso del sistema de salud.

“Nunca lo había vivido”, dijo, refiriéndose a una situación de tal magnitud. “Eso no me había tocado, el colapso de un sistema. Me había tocado una epidemia como fue la influenza en México, pero no que nos colapsara el sistema de salud”, señala.

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El especialista confiesa que en su momento tuvo miedo de contagiarse y morir, pero nunca pensó dejar de atender. “Sí, te cansa pero estaba motivado y esa motivación no me dejaba que cayera en el cansancio, de venir a cualquier hora a hacer un ingreso, me encanta ayudar a la gente”.

UMN: 12 mil llamadas de atención ciudadana

“Era terrible saber que después de una llamada, en cada línea, estaban tres (personas) en espera. Eso y saber que el sufrimiento de la población iba en aumento”, comparte el doctor José Antonio Vásquez.

Vásquez, presidente de la UMN, fue uno de los primeros que estuvo al frente de la línea telefónica habilitada por la Unidad Médica Nicaragüense (UMN) para atender a la población. Reconoce que aunque no se compara la asistencia presencial con la telefónica, este mecanismo de atención ha sido un indicador para saber cómo se comporta el virus en el país, donde la información sanitaria fue discrecional.

La UMN vio la necesidad que tenía la población de ser orientada y advertida sobre el impacto del Covid-19 y debido a eso, el grupo de médicos —integrados por diferentes especialistas— unió esfuerzos para disponer de una línea telefónica.

Los nicaragüenses, sedientos de información y de guía médica, vieron en la UMN un apoyo. En el contexto de la pandemia, el grupo de médicos ha atendido a 12 mil personas vía telefónica, de las cuales muchísimos casos con síntomas del Covid-19 fueron de pacientes graves.

Las jornadas eran intensas y agotadoras, pero el compromiso adquirido por los doctores hacía que desde sus casas siguieran atendiendo, incluso a altas horas de la noche.

“Lo desagradable también era escuchar: ‘doctor, en mi familia tengo tres, cuatro afectados y mi mamá o papá murió’. Es desagradable escuchar el relato de la sensación de la falta de aire y de llevarlo como última instancia al hospital y no sentir que das la atención adecuada”, enfatiza.

Parte de los miembros de la UMN, los demás integrantes prefirieron seguir en anonimato debido a las represalias ejercidas por el régimen de Daniel Ortega. LA PRENSA/WILMER LÓPEZ

Para el doctor Vásquez, esas experiencias marcaron cada día la jornada laboral. En su momento, el doctor se sorprendió por el alcance que tuvieron las líneas telefónicas y de cómo la realidad que se vivía en el país distaba de los datos que ofrecía el Ministerio de Salud.

“Escucharlo en el teléfono es una narrativa dolorosa. Escuchar que te dicen cómo sufría la población por las muertes de sus familiares es duro. La mayoría que nos llamó estaban angustiados”, detalla el doctor. Confiesa que entre las llamadas que recibían, también había simpatizantes del gobierno que llamaban para amenazar al personal.

Por su parte, el doctor Luis Santiado del Palacio, vocal de la UMN, comparte que entre las experiencias que le impactó es conocer la negativa de las familias de llevar al paciente al hospital por la falta de confianza y temor a no poder darle el último adiós.

“Oír eso de las personas que requieren de la asesoría de uno, y cuando la asesoría ya no puede ser telefónica ni domiciliar sino que se necesita ir al hospital, daba una impotencia”, dice el doctor.

“Nos fragmentaron y tuvimos que luchar por separado”, lamenta el doctor Del Palacio. “No creo que ninguno de nosotros no haya llorado al ver la situación del país, ver cómo la gente se quejaba, creo que todos estamos en duelo porque como médicos nos duele lo que está pasando”, agrega.

La UMN se formó en el 2018, luego de los despidos masivos de doctores que atendieron a heridos durante las protestas represivas del régimen de Daniel Ortega. Los miembros aseguran que seguirán atendiendo pese al asedio y amenazas del gobierno.

María Nela Escoto: “No me siento mal que me hayan despedido”

La anestesióloga María Nela Escoto es una de los más de 20 médicos que han sido despedidos de los hospitales públicos en el contexto de la pandemia, solo por denunciar el mal manejo de las autoridades sanitarias.

Aunque no todos los doctores despedidos estaban en la primera línea combativa contra el Covid-19, sí juegan un papel importante porque se armaron de valor para denunciar la represión y la falta de medidas de seguridad dentro de las unidades de salud pública.

La anestesióloga María Nela Escoto fue despedida porque firmó un comunicado donde denunciaba a las autoridades del sistema de salud por el mal manejo de la pandemia. LA PRENSA/WILMER LÓPEZ

“Era bastante estresante que dentro del centro donde se labora no había información ni comunicación de parte de la dirección del hospital ni del Ministerio de Salud, no había una orientación de usar las medidas de protección, y eso era un estrés de todos los días”, subraya la especialista, que laboró hasta el 8 de junio de este año en el Hospital Lenín Fonseca.

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La doctora Escoto cuenta que el ambiente laboral era estresante y tenso porque entre el personal de salud había temor de compartir información con los colegas. “El resto del personal que no estaba en la sala Covid-19 no tenía derecho a tener información de lo que pasaba”, dice.

¿Hubo una experiencia que la marcó durante el tiempo que vivió la pandemia dentro del hospital? “Había una doctora que estaba traumatizada de ver tanta gente grave que no podía ayudar”, comparte. Esa doctora atendía directamente a pacientes Covid-19, pero era tanta la presión que su estado emocional explotó, cuenta Escoto. “Ella se sentía incapacitada para ayudar a los pacientes graves de Covid-19, pero eso no lo sabíamos nosotros, había un total hermetismo”, declara.

Tras seis meses de su despido, la doctora afirma que no se arrepiente de haber firmado los pronunciamientos del gremio independiente para denunciar las arbitrariedades que sucedían dentro de las unidades de salud pública.

“Me siento con mi conciencia limpia, no me siento mal porque mi despido fue a causa de que firmamos pronunciamientos sobre el mal manejo que se le está dando a la pandemia, la falta de protección personal y la falta de información veraz  hacia la población y el personal de salud”, expresa.

Comité Multidisciplinario, la respuesta médica a las interrogantes que plantea el Covid-19

El CCM lo integran 14 personas de distintas disciplinas, en su mayoría médicos del área clínica, además de salud pública y salud mental, educadora, comunicadora y marketing. LA PRENSA/JADER FLORES

El Comité Científico Multidisciplinario (CCM) nació entre febrero y marzo de este año, cuando los ahora integrantes percibieron que la población requería de información científica y médica sobre lo que significaba este nuevo virus.

El CCM ha descrito la cobertura de la pandemia en tres fases: la primera, que fue un inicio confuso, donde la sobreinformación reinó en el país —y el mundo— y el grupo tenía que responder responsablemente; la segunda, que fue superar la incertidumbre y el conflicto, entre datos y medidas de prevención; y la tercera, cómo superar el relajamiento de medidas y mantener la alerta.

Para el grupo de especialistas, estos nueves meses de pandemia han sido “enriquecedores” profesionalmente, pues para ellos ha prevalecido la “colaboración profesional basada en el respeto y la tolerancia”.

“Ha sido un trabajo intensivo y colectivo, hemos logrado mantener la unidad en la diversidad de opiniones y, lo más importante, mantener todo el tiempo la línea de alertar y educar a la población y al gobierno, asunto que no es tan fácil en nuestro país. Nos hemos apoyado en personas y grupos que aportan al Comité y nos mantenemos al día con la evidencia científica, que fue nuestro compromiso con la población”, manifiesta el CCM.

El doctor Carlos Hernández, doctor Leonel Argüello y Mercedes Salaverri, del área de marketing. LA PRENSA/JADER FLORES

El grupo multidisciplinario de profesionales coincide en que el trabajo realizado durante este contexto ha sido peligroso, debido a la actuación del gobierno de Daniel Ortega y el manejo de la información, pero pese a esto mantienen la línea de informar y advertir a la población.

“Al inicio fue frustrante, por tanta información. Todos y todas asumimos el compromiso de estar al servicio de la gente. Todos y todas tenemos el compromiso de ayudar”, señala el Comité.

“No ha sido fácil. Es un grupo que se formó a raíz de la pandemia del Covid-19, y esa fue la principal tarea. Lo más difícil ha sido el no poder apoyar más. Ha sido una tensión permanente. El hacer lo que podemos, ante la cantidad de muertes que pudo haberse evitado”, declara el CCM.

Para el Comité, ha sido todo un reto seguir el ritmo de la producción científica, sobre todo por la avalancha de información que se debía procesar para traducirla de la manera más sencilla y hacerla llegar a la población. “Fue un desafío muy fuerte”.

Franklin Millón: “La gente entraba en silla de ruedas y salía en ataúdes”

Al enfermero Franklin Millón no le asustó aceptar la propuesta de trabajo para atender la sala de Covid-19 en el hospital Salud Integral en plena pandemia. La pasión que tiene por asistir a pacientes graves superó el miedo a contagiarse, o en el peor de los casos, de morirse.

Millón cuenta que mientras él ingresaba a su nueva misión, muchos trabajadores de salud renunciaron por temor. La sala de Covid-19 inició con un personal de enfermería de casi 50 personas y actualmente está laborando solo la mitad. “El temor del personal, de los familiares del personal, hacía que renunciaran o no entraran a los turnos”, cuenta el enfermero.

Franklin Millón, enfermero
Franklin Millón, enfermero, aceptó la propuesta de atender la sala de Covid-19 en el hospital Salud Integral en plena pandemia. LA PRENSA / Cortesía

Su día laboral comienza a las 7:00 de la mañana desde el área de protección, donde se equipaba de pijama, bata, doble bota, tres pares de guantes, dos mascarillas —una N95 y otra quirúrgica—, careta y gorro. Ese procedimiento lo realiza todo el personal de salud cada vez que inicia el turno y es asignado a la sala de Covid-19. Según Millón, en mayo y junio alcanzó atender alrededor de 80 pacientes al día.

Uno de los casos que lo marcó fue ver a una niña de 12 años y a su papá hospitalizados, ambos en estado grave por el nuevo coronavirus. A la mamá y esposa de los pacientes se les permitió estar en la sala de pediatría para cuidar a su hija.

“Hubo un momento en que la señora no aguantó más y se arrodilló en la ventanilla donde se encontraba el esposo y oró a Dios para que hiciera su voluntad. La señora estuvo ahí como a las 8:00 de la mañana hasta en la tarde, y a la media hora que se levantó y se fue donde la niña, el señor estaba falleciendo”, relata el enfermero.

“La gente entraba en silla de ruedas y salía en ataúdes, en bolsas, a como la gente se lo podía llevar”, añade Millón, quien enfatiza que esto es una “lucha sin fin”, hasta que haya una vacuna contra el virus que sea ciento por ciento segura. Mientras tanto, él sigue protegiéndose y atendiendo como enfermero. Confiando en que la gente asimile la gravedad del virus, para que se proteja también.

Por amor a sus pacientes

Muchos doctores y personal sanitario también perdieron sus vidas por atender hasta en sus últimos momentos a sus pacientes. Ejemplo de ello son los doctores Carlos Cárdenas, o los hermanos Adán Augusto y Máximo Guillermo Alonso, quienes murieron tras atender gratuitamente desde sus clínicas a pacientes contagiados por Covid-19.

El doctor Carlos Cárdenas murió a los 71 años de edad, el 25 de mayo. LA PRENSA/CORTESÍA

Antes de caer en cama, el doctor Cárdenas pasó 10 días con malestares propios del Covid-19 y atendiendo a pacientes vía telefónica. Parte de sus últimas declaraciones fueron que no los podía abandonar, porque ellos lo necesitaban.

“Yo no puedo dejar a mis pacientes, mis pacientes me necesitan, necesito estar aquí para mis pacientes”, fueron las palabras que le dio a una de sus hijas mientras procuraban que entrara en reposo.

El doctor murió el 25 de mayo, luego de una ardua jornada de atención a pacientes con Covid-19 y tras una vida dedicada a su carrera.

Los hermanos Adán Augusto (izquierda) y Máximo Guillermo Alonso. LA PRENSA/ Obra de Fernando Torres Quintero

Los doctores Alonso fueron conocidos en León no solo por su entrega, sino porque su familia está conformada por numerosos médicos prestigiosos, además que tienen en común sufrir acoso del régimen Ortega-Murillo.

Desde su casa o consultorio, los médicos se mantuvieron anuentes a atender a las personas contagiadas. En los meses más críticos, los doctores llegaban donde se les llamaba. El doctor Máximo falleció el 7 de junio y una semana después, el 14 de junio, murió el doctor Adán.

De acuerdo con el Observatorio Ciudadano, hasta el 9 de diciembre se reportan 111 muertes del personal de salud. Este también es un homenaje para los que murieron en el servicio a la población.

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COMENTARIOS

  1. Hace 3 años

    Pero vaya no entrevistaron a ninguna persona de limpieza que elitista. Ellos los de limpieza, cocina, celadores, etc tambien estan en primera fila.

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