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El sector privado es el motor del crecimiento y la reducción de la pobreza

Últimamente pareciera estar de moda por parte de algunos comentaristas criticar al sector privado, cuando por el contrario el sector privado es el que genera crecimiento económico, empleo y contribuye a la reducción de la pobreza. Le están mandando un mensaje equivocado a nuestra juventud.

Las últimas versiones de estas críticas al sector p rivado, que incluye tanto a las grandes empr esas, como a las medianas y las chicas, son unos comentarios de don Róger Arteaga publicados el 5 de enero en LA PRENSA donde don Róger opina que el “acuerdo perverso del sector privado con el Gobierno solo benefició al sector privado y que la pobreza no se ha podido erradicar dismin uir”. Y la otra es un reportaje de Confidencial del 10 de enero que se refiere al “corporativismo autoritario” con los llamados grandes empresarios.

En ambos casos el mensaje directo o indirecto es que tanto el “acuerdo perverso” como el “corporativismo autoritario” solo beneficiaron a pocos nicaragüenses, lo que no es cierto.

Por el contrario, con el apoyo de políticas gubernamentales que hay que reconocer, el sector privado generó diez años de continuo crecimiento (salvo en 2009 por la crisis financiera internacional) y reducción de la pobreza. Logros interrumpidos desde el 2018 por la represión del Gobierno y no por ninguna actuación del sector privado.

En términos reales (descontando la inflación) la economía creció 57 por ciento del 2007 al 2017, el ingreso por habitante 44 por ciento (Banco Central) y la pobreza bajo del 29.6 por ciento en el 2014 al 24.9 por ciento en el 2016 (Banco Mundial)

Por supuesto esto no significa que todo estaba bien antes de la represión y la pandemia, y las políticas gubernamentales pudieron y debieron haber promovido más la reducción de la pobreza y la equidad. Pero esto es responsabilidad del Gobierno y del Congreso que son los que dictan las políticas públicas aunque hay una culpa colectiva de que estén ahí.

Tampoco no significa que hay aspectos de las políticas gubernamentales con el sector privado que deben revisarse tales como las exenciones fiscales. Estas solo se justifican cuando le traen beneficios al país en su conjunto. La institucionalidad, la estabilidad política, y la estabilidad macroeconómica son más importantes que las exenciones para incentivar la inversión que es lo que necesitamos. Pero este, que es un tema válido, llama a que el Gobierno establezca una política apropiada.

Otra crítica es que el sector privado no le dio importancia a la institucionalidad, lo que tampoco es válido.

El Cosep desde el 2007 ha enfatizado en sus varias Agendas de Institucionalidad Democrática que la institucionalidad y la democracia son pilares para el desarrollo y la reducción de la pobreza como puede comprobarse en su portal (Cosep 2007-2019). Sería bueno que sus críticos las leyeran antes de opinar.

Por su parte Funides, otra institución clave del sector privado, ha desde su fundación en el 2006 la importancia de la institucionalidad y de “políticas públicas que fortalezcan la democracia y las libertades individuales; los mercados y la igualdad de oportunidades; y el Estado de Derecho” como también se puede confirmar en su portal y publicaciones.

Como en todo, ha habido fallas, pero la contribución del sector privado al crecimiento y la reducción de la pobreza son indudables. Además, varias fundaciones privadas hacen calladamente una gran labor de responsabilidad social en educación, salud, y cultura. Los críticos del sector privado deberían ser objetivos, analizar la evidencia, y no dejarse llevar ni por la demagogia, ni por la política, ni por la moda del momento.

Finalmente don Róger Arteaga menciona que las estadísticas no siempre indican la realidad, y se refiere a la anécdota de quien se come el pollo entre dos. Si uno solo o los dos. Este es un tema válido que ilustra vivamente el problema de la distribución del ingreso que primero mencionó, a su manera tan nicaragüense y chispeante, hace 44 años, don Julio Vivas Benard en su programa de televisión y no el FMI.

Por supuesto que todos debemos trabajar para que cada nicaragüense se pueda comer no solo medio pollo sino un pollo entero. Pero esto requiere primordialmente mejorar nuestra institucionalidad, educación, y un Gobierno y servidores públicos con vocación y capacidad. Lo demás caería por su peso.
El autor es bachiller del Colegio Centro América

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