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Rigoberto Cabezas: periodista de fuste

A inicios de 1884 había surgido la empresa que financiaría en Granada la primera expresión del diarismo en el país: Diario de Nicaragua. Aparecido el 1 de marzo de 1884 bajo la codirección de Anselmo H. Rivas (Masaya, 3 de noviembre, 1826-Granada, 7 de mayo, 1904) y Rigoberto Cabezas (Cartago, Costa Rica, 1860-Masaya, 1896), a los cuatro meses —con la separación de Cabezas por razones políticas, pues había atacado a sus dos principales accionistas— modificó su título original en El Diario Nicaragüense. Muy pronto alcanzaría un tiraje de mil ejemplares, gracias a las colaboraciones de Enrique Guzmán. Con algunas interrupciones forzadas por los regímenes de Roberto Sacasa y José Santos Zelaya, reapareció en 1912 —dirigido por Anselmo Rivas G.— y fue continuado hasta 1955 por Pedro J. Cuadra Ch.

En su primer editorial, Cabezas —de 24 años— aseguraba: “Siendo el Diario vehículo de todos los nuevos conocimientos, de todas las necesidades públicas y de toda justa aspiración, despertará en su pueblo la curiosidad de saber lo que pasa en torno suyo, le ofrecerá un aliciente para que se consagre la lectura, ocupación que producirá en las masas, como sucede en todos los países donde hay actividad en la prensa, un hábito”. Y en su “Prospecto” había proclamado: “El Diario no será órgano de las aspiraciones mezquinas de ningún partido: será el centinela avanzado de los intereses del país, los que defenderá contra toda tendencia a defraudarlos, cualquiera que fuera la fuente de donde proceda”.

El 9 de septiembre de 1894, expulsados por el gobierno de Cárdenas como frustrados conspiradores, Cabezas y Guzmán coincidieron en la capital de Guatemala. En ese país, gobernado por el autócrata general Justo Rufino Barrios, el primero fundó El Pueblo, periódico del que salieron dos números: el sábado 25 y el domingo 26 de julio de 1884. En ellos campea la enérgica disposición de Cabezas: “Esta hoja será de combate y de prueba, pero tendrá la justicia por nombre, y de sus líneas ni una siquiera dictará la pasión”. Y luego, disertando sobre el antimilitarismo —uno de sus principios que lo llevaría a la cárcel chapina— sostuvo: “Todo se resiente con ese ejército, representante genuino de la fuerza; resiente el horario público, se resienten las instituciones republicanas […] Tiene mil y mil inconvenientes el militarismo; y es cierto que es el alma del despotismo, y que con él se oprime impunemente”.

Pensamientos como estos, generadores de opinión pública, exponen sus artículos y ensayos, con los cuales podría formarse un volumen capaz de ratificarlo como periodista de fuste; volumen que incluiría los cinco folletos que dio a luz. El primero se titula: Prospecto del Diario de Nicaragua Inserción del folleto Fundación de un diario en Nicaragua 12 de noviembre 1883 (Granada, Tipografía de El Centro-Americano). Una cita del jurista y político francés Eduard Laboulaye (1811-1883), tomada de su obra L’Etat et ses limites (1863), utiliza de epígrafe: El Diario es el fórum de los pueblos modernos, la plaza pública donde cada uno tiene derecho de proponer sus ideas y de hacer oír sus quejas. El prospecto también era novedoso al puntualizar los contenidos de un diario moderno: “Artículo de fondo, gacetillas, la revista de prensa del país, los telegramas diarios de toda la República, cablegramas, cartas de corresponsales del exterior, de Centro y Sudamérica, Europa y Estados Unidos (EE. UU.), colaboración, remitidos, noticias del exterior tomadas de los canjes, revistas de mercados extranjeros y de nuestro mercado, sección científica, sección literaria, revista de modas, anuncios del país y del extranjero: tal ha de ser, enunciado a la ligera, el contenido del Diario”.

Los restantes folletos de Cabezas se publicaron en 1884, 1890, 1893 y 1895. Él conciliaba la facilidad de la pluma y el espíritu de aventura y acción. Vivió en Costa Rica, México, EE. UU. y Cuba. Romántico social, impartía charlas a operarios de haciendas y miembros de la Sociedad de Artesanos de Masaya. Falleció a los 36 años de tétano: víctima de una nigua. En su sepelio, Manuel Coronel Matus (1864-1910) llevó la representación oficial pronunciando el discurso al que pertenecen estas líneas: “Digno modelo para la juventud es ese joven pobre que se ilustra por su propio esfuerzo, ama la libertad, padece y sufre por ella; y muere entregado a las más modestas faenas de la agricultura, como hijo amoroso, honrando la vejez de sus padres, y como buen patriota, habiendo prestado a Nicaragua servicios tan importantes como la Reincorporación de la Mosquitia […]”.

El autor es miembro (secretario) de la Academia Nicaragüense de Historia y Geografía.

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