Aunque la variación de los combustibles es una de las variables que, por ley, se deben analizar cada mes e incorporarse a la fórmula que se utiliza para actualizar las tarifas, el presidente de la Cámara de Energía de Nicaragua, César Zamora, descartó que las 18 semanas consecutivas de incrementos en los combustibles vayan a empujar a un incremento en la tarifa eléctrica, la que en enero experimentó una rebaja de hasta 15 por ciento.
Zamora explicó que la tarifa debería estar controlada, porque hay más generación de energía renovable en el país y menos de energía térmica. “Estamos en la época en la que se ocupa menos energía térmica y se usa más la energía renovable en un 65 por ciento, es decir actualmente los vientos han incrementado favoreciendo la energía eólica y en menos porcentaje la generación hidroeléctrica, ante la falta de lluvias copiosas”, explicó.
No obstante, reconoció que en los últimos tres meses la generación de energía térmica se ha incrementado pasado de unos 80 kilovatios hora a 115 kilovatios hora. Aún así, Zamora dijo que “hay una ventaja en el país y es que las plantas térmicas solamente representan (actualmente) un 35 por ciento de la generación, no es justificación para aumentar las facturas de energía eléctricas”. Además recordó que los contratos fueron renegociados, de donde se consiguió un alivio tarifario.
Los combustibles acumulan 18 semanas consecutivas de incremento, impulsados por los precios internacionales del petróleo y sus derivados que se han recuperado a niveles prepandemia, por la reactivación de la economía, particularmente las industrializadas, debido a las campañas masivas de vacunación. Este miércoles, el barril de WTI —de referencia para Nicaragua— para entrega en marzo bajó 0.31 por ciento a 64.60 dólares.
El año pasado, según datos del Banco Central de Nicaragua, el país pagó en 42.6 dólares el barril de fuel oil, 25 por ciento más barato que en el año anterior. Se trajeron 1.84 millones de barriles de este derivado para generar energía eléctrica, 37.6 por ciento menos que en el 2019. Pero fue hasta en enero de este año que el Gobierno, tras fuertes presiones, cedió en una rebaja sustancial en la tarifa eléctrica, luego de una reducción leve en el 2020.
Por ahora, Nicaragua está echando mano de la energía eólica en momentos que el petróleo está escalando. Según Zamora, actualmente esta energía está generando un 65 por ciento del sistema y se complementa con la energía térmica. En invierno se espera que la energía proveniente de fuentes hidroeléctricas mejore su participación.
Según Zamora, los proyectos hidroeléctricos en esta época seca dan poca generación por la falta de lluvias copiosas, el único proyecto hidroeléctrico que tiene embalse y guarda agua que se puede reutilizar es el de Apanás, (es decir que no solo da energía sino potencia y regula los tiempos de energía que puede generar y se puede reutilizar). También existen otros proyectos hidroeléctricos que son sin embalse y solo producen energía, agregó.
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Desde inicios de este año, los nicaragüenses experimentaron una reducción en la tarifa de energía eléctrica, la cual según lo anunciado por el Gobierno, sería de unos 15 por ciento, sin embargo para economistas la disminución implicaría apenas un 8.1 por ciento, en caso de la tarifa domiciliar. Al resto de sectores se les anunció una baja de un poco más del 10 por ciento.
A esto se sumó que también hubo otro ajuste en el subsidio eléctrico domiciliar, que implicó en algunos casos que el Impuesto al Valor Agregado pasara de 7 a 15 por ciento, según el consumo de los hogares. En enero más de 3,000 usuarios del sector perdieron el subsidio eléctrico al consumir más de 150 kilovatios hora mensual.