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Lo que no dice don Humberto

CARTAS DE AMOR A NICARAGUA

Querida Nicaragua: Cuando leyendo LA PRENSA el lector se da de tope con uno de esos larguísimos escritos firmados por el ex jefe del Ejército de Nicaragua don Humberto Ortega Saavedra, de antemano sabe que leerá una reseña bastantes veces repetida sobre “la epopeya” de la revolución popular sandinista de la década de los ochenta. Heroicas emboscadas, tomas de cuarteles en las comarcas y municipios, guardias somocistas ajusticiados, no asesinados, cincuenta mil muertos del Servicio Militar Patriótico y de la Contrarrevolución, ataques imperialistas, generosas ayudas soviéticas en armamentos de infantería y helicópteros artillados para trasportes de tropas y mil hechos heroicos de la guerrilla frente a los “mercenarios gringos”.

Después los intentos de paz: Manzanillo, Contadora con Méjico, Venezuela, Colombia y Panamá, reuniones agotadoras buscando la paz. Luego Sapoá para el primer diálogo, después Esquipulas y otras intensas reuniones con los presidentes del área y fuera de ella, hasta que al fin lograron un acuerdo para adelantar elecciones libres y supervigiladas, etc., etc., etc., asunto que todos conocemos hasta la saciedad.

A don Humberto se le olvida la otra parte de la historia, la que entraron con una mano adelante y otra atrás, que se instalaron directamente en el búnker de Somoza y comenzaron a usar los vehículos pesados para el nuevo Ejército Sandinista y que se nombraron ministros a su antojo y comenzaron a usar autos de lujo y a vivir en mansiones de lujo (con algunas excepciones).

A don Humberto se le olvidó decir que cuando le preguntaron los periodistas cuándo serían las elecciones, él contestó: “Elecciones para qué, si ya el pueblo votó por el Frente Sandinista el 19 de julio”. También se le olvidó a don Humberto aquella terrible amenaza que lanzó en uno de sus discursos de aquel tiempo: “Van a hacer falta postes en todos los caminos para colgar a los burgueses que apoyen la invasión imperialista”. Cuando don Humberto tuvo que entregar la Jefatura del Ejército algún periodista le preguntó sobre los bienes que tenía. Naturalmente contestó que yo no iba a bajar de aquí montado en una bicicleta. Y hay centenares de expresiones que reflejan la soberbia y el fanatismo izquierdista del exjefe del Ejército.

Algunos conocidos con quienes de vez en cuando cambio impresiones sobre estos temas ponderan la gran inteligencia, preparación y valentía de don Humberto, lo catalogan como el estratega principal del FSLN, el que planeó los actos que condujeron a la derrota del somocismo, como la toma de la casa de Chema Castillo (27 Nov. 74) y la toma del Palacio Nacional (22 Ago. 78), el asalto a la cárcel de Alajuela para rescatar a Carlos Fonseca y muchos otros actos que ellos consideran heroicos y patrióticos. Como demócrata respeto la opinión de estos señores, aunque no esté de acuerdo con ellos.

Pero sería bueno como documento histórico que en los escritos del general en retiro se contara la historia completa para que las nuevas generaciones no tengan una visión distorsionada de estos importantes sucesos. Si se habla de los ataques a los puertos nicaragüenses por parte del gobierno de Reagan, que se hable también de la Navidad Roja, el suceso dramático donde los miskitos sufrieron el despojo de sus tierras para que no apoyaran a la Contrarrevolución y fueran obligados a trasladarse a Tasba Pri. La historia debe contarse lo más completa que se pueda, lo demás es tomar partido por uno de los bandos en pugna, lo cual distorsiona completamente los hechos. Siempre se debe escribir la verdad.

El autor fue candidato a la Presidencia de Nicaragua.

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