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La Pasión sigue

¿O es que creés que la Pasión, el Calvario es asunto de conmemoración de un pasado sublime y heroico?

El Viernes de Dolores la comunidad de nuestra parroquia enterraba a una joven señora en la edad media de su vida, y el Domingo de Resurrección sepultaba a su anciana madre, modelo de vida cristiana y miembro fundador de uno de sus grupos parroquiales, ambas víctimas del Covid.

Si alguien te pega en una mejilla, ponele también la otra… ¡locura! Habéis oído… ojo por ojo, diente por diente; mas “Yo os digo, ama a tus enemigos, ora por los que te persiguen”. ¡Ilógico! ¡Sois hijos de un Dios que hace salir el sol sobre malos y buenos! ¿Qué es la Pasión? Es vivir todo lo anterior. No es virtual, tiene que ser real.

Desde niño aprendí que esta palabra, estaba ligada al dolor, al sufrimiento… mi abuelita Cleotilde solía referirse a ella cuando quería puntualizar el sitio u origen del dolor, le decía por ejemplo a mi padre médico: ¡Hijo, allí es! encontraste la “pasioncita”.

Según el diccionario, “la Pasión de Cristo, también llamada la Pasión de Jesús, se refiere a la agonía y sufrimiento que Jesús de Nazaret padeció desde su oración en el huerto de Getsemaní (justo antes de ser entregado) hasta su muerte en la cruz”.

Varón de Dolores, Mesías, el Ungido para rescatar a la Humanidad.

La naturaleza humana resiente el dolor, el sufrimiento y se acomoda muy bien con el bienestar y la holgura; mas tiene que ser reivindicada, levantada a través del dolor y el despojo de un hombre que había sido escogido para esa misión y que Él había aceptado de previo.

Desde el inicio de la Humanidad, Dios enseña sobre el cometido del dolor, cuando dice a la mujer: “Parirás con dolor”, frase que encapsula el sentido vivificante y salvador del dolor… el parto requiere del dolor, para conducir al “alumbramiento”, expresión fehaciente de la vida. Pareciera que en esa frase de Dios en el Génesis, estuviese prefigurada la Pasión del Nazareno.

Y es que el hombre había traspasado los límites de la desobediencia al fratricidio, de la mutación idolátrica de Dios por el becerro al homicidio engalanado con adulterio, se había doblegado ante el hedonismo llegando a sucumbir en la sodomía con la práctica de relaciones antinatura, casualmente antinaturales porque atentan contra la prolongación de la especie.

Y Jesús de Nazareth, mediante su Pasión, vino a reconstituir el orden, vino a reconciliar con Dios toda la Creación, en particular al hombre. Vino a hacer una Humanidad nueva, a hacerle saber que tiene Padre y que posee la capacidad de trascender su existencia.

La Pasión de Jesús es algo que inexorablemente “debemos vivir, para vivir”.

Vivir como individuos, vivir como sociedad, vivir como Iglesia. Jesús vivió su Pasión Salvadora de una vez y para siempre, pero precisa que sus seguidores, su Iglesia, la vivan en Jesús para liberarse. No hay alternativa.

El Cristianismo nace en Jesús, y su enseñanza, prolonga a Jesús en sus seguidores. ¡Sígueme! Toma tu Cruz de cada día y sígueme! que es un acompáñame en la Vía Sacra, en el Calvario, a lo largo de toda la Pasión y la vida.

Como Institución fundada por Jesucristo, nuestra Iglesia católica debe caminar su propia pasión, prolongando la vida que hay en Jesús. Nada de rencores, perdón ante los atropellos, oración ante las profanaciones, silencio ante las calumnias y descalificaciones… la pasión es vivir todo esto con corazón tranquilo, confiado.

No hubo resurrección sin antes pasión, cruz y muerte. No hay nacimiento sin previo parto y dolor. El vivir la Pasión, conducirá al pueblo cristiano del sufrimiento a la alegría, de la opresión a la libertad.

San Pablo dice: “El mensaje de la muerte de Cristo en la cruz parece una tontería a los que van a la destrucción; pero este mensaje es poder de Dios para los que vamos a la salvación”.

Te pregunto: ¿En qué grupo estás vos? ¡Yo, ya decidí el mío!

El autor es médico.

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