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La Celia Cruz de Ometepe

La Celia Cruz de Ometepe

En la isla es toda una estrella. El Frente Sandinista la quiere conquistar para sus filas. Esta es la historia de la mujer transgénero, prisionera política de Daniel Ortega, y liberada recientemente.

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En la isla es toda una estrella. Popular y muy querida. El Frente Sandinista la quiere conquistar para sus filas esta es la historia de la mujer transgénero, prisionera política de Daniel Ortega, y liberada recientemente.

“La vida es un carnaval” dice la Celia Cruz de Ometepe y así es como trata de vivirla. Es toda una diva. Siempre maquillada, elegante y altiva con su carterón, camina por las calles de la isla. Una morenaza que desde lejos se le nota el “tumbao y no camina de lao”.

Su nombre es Amílcar José Cerda Cruz y tiene 35 años. No tiene problemas en que le llamen por su nombre legal, aunque prefiere que la reconozcan como la Celia Cruz de Ometepe. Desde los 13 años empezó a definir su orientación sexual y a los 16 empezó a interesarse en la artista cubana Celia Cruz. Hasta aprendió a cantar y vestirse como la reina de la salsa, y el grito de “¡azúcar!” le sale igualito.

Su talento para imitar la voz de la artista cubana hizo que la alcaldía de Moyogalpa, de donde es originaria, tanto liberales como sandinistas, la buscaran para participar en eventos públicos y animara a los asistentes. Así fue ganando popularidad entre los isleños.

Celia Cruz, la mujer transgénero que fue presa política de Daniel Ortega. Oscar Navarrete/ LA PRENSA.

Esa popularidad fue la que le llevó a ser una de las lideresas de las marchas opositoras a Daniel Ortega desde 2018 en la Isla de Ometepe. Se compara con la artista Celia Cruz porque ella se oponía al régimen de Fidel Castro en Cuba, mientras ella se opone a su similar en Nicaragua.

Fue presa política por un año, y hoy la Policía trata de persuadirla para que sea informante de los movimientos que hacen los opositores en Moyogalpa. Mientras habla con LA PRENSA, una persona la llama de parte del jefe policial de Rivas Yuri Valle, y le ofrece diez mil córdobas para que trabaje con ellos. Celia la rechaza y la oferta sube a 15 mil. Vuelve a rechazarla y dice que su dignidad no tiene precio.

Shows y protestas

Además de las alcaldías, varias empresas la buscaban cuando querían organizar eventos en la isla de Ometepe. Recuerda que ella abrió la inauguración de la carretera que va de Moyogalpa a Altagracia en 2003, y también animó las carreras de carretones de caballos “Ben Hur” de Pedro Solórzano, conocido como “Pedro Carretón”.

Desde muy pequeña quiso estudiar Periodismo, pero valió más la percepción de que es una carrera mal pagada y muy riesgosa, entonces estudió Contabilidad en la UHISPAM. Pronto se daría cuenta que “no era lo mío”. Al tercer año se salió de la carrera y se fue a Costa Rica, donde trabajó en un restaurante y descubrió su pasión por la cocina.

Regresó a Nicaragua en 2006 para las elecciones presidenciales. A Celia le gustaba participar en las mesas electorales, “para defender el voto”. Ella se considera de tendencia liberal y asegura que la mayoría de isleños son de tendencia opositora al Frente Sandinista.

Celia Cruz cantaba en las campañas liberales, tanto presidenciales como municipales, e incluso fue fiscal del PLC en todas las elecciones desde 2006 hasta 2016, y alega ser testigo del fraude electoral del 2008, 2011, y el último cuando Daniel Ortega se reeligió por tercera vez consecutiva. Para 2016, “me sorprendió ver que los fiscales todos eran sandinistas cobijados con otras banderas”, dice.

En 2007 volvió definitivamente a Nicaragua cuando le ofrecieron un trabajo con buen salario y decidió quedarse. Durante esos años, Celia Cruz siguió cantando y en cada discoteca o bar de Ometepe era la reina del escenario. Fue en 2015, cuando vio que le estaba yendo “mejor que nunca” con sus shows, cuando decidió abrir su propio bar.

Celia Cruz camina glamurosa por las calles de Moyogalpa. Oscar Navarrete/ LA PRENSA.

El Rincón de Celia Cruz se llamó el bar. Quedaba en la playa de Moyogalpa y por toda la noche acogía a toda persona sedienta de sustancias etílicas y en busca de un buen ambiente para dejar las penas, pasar la noche y disfrutar del espectáculo de Celia.

Con el tiempo Celia se dio cuenta que el bar le demandaba mucho. Casi no descansaba y pasaba desvelada, hasta que decidió cerrar el lugar y en junio de 2017 abrió una comidería en la Plaza Municipal de Moyogalpa.

Empezó a vender enchiladas, tacos, repochetas y poco a poco fue ampliando el menú, hasta que estalló la crisis política y Celia se involucró en las protestas. “Me convertí en la voz de las marchas”. Gritaba consignas y cantaba algunas de las canciones de protesta. Estuvo en los tranques de Rivas y El Rosario, y en varias ocasiones la Policía la interceptó y requisó.

Participó también en la marcha de las madres el 30 de mayo de 2018 que fue atacada por la Policía dejando a más de 20 personas fallecidas y varios heridos. Esa noche se tuvo que quedar a dormir en la Catedral de Managua, que albergó a campesinos y demás asistentes que no pudieron irse a sus pueblos después de marchar. Ahí conoció a Medardo Mairena y a Francisca Ramírez.

Asedio y represión

El jefe de inteligencia de la Policía de Rivas, Yuri Cortés, le pidió en una ocasión que trabajara para ellos como informante, pero se negó y la persecución en su contra recrudeció e incluso no le permitían salir de la isla.

Para agosto de 2018 le llegó una orden de desalojo por parte de la alcaldía para que se retirara del local donde tenía su negocio en la Plaza Municipal. Luego con ayuda de algunos contactos logró conseguir un nuevo lugar para poner su comidería. Era un poco más amplio, esquinero e incluso remodeló todo su inventario y se llamó Soda Comedor, El Sazón de Celia. El único problema con el local es que quedaba a escasos 60 metros de la delegación policial de la ciudad.

La Policía empezó a allanar el local cada vez que podía. Celia siempre mostraba su documentación y transmitía en vivo desde su cuenta de Facebook. Era su manera de defenderse, dice. Un domingo al final de la tarde, se encontraba en su negocio pintando las paredes y puso música azul y blanco. Llegó un agente, la agarró de la cabeza por detrás, la tiró a la cuneta, le puso las esposas y la arrastró los 60 metros hasta la delegación policial donde estuvo detenida por cinco horas.

Celia recuerda que el policía que la arrastró en esa ocasión fue Noel Reyes, el mismo que tiempo después, el 19 de abril del 2020, iba a ser salvado por Celia Cruz para que no fuese linchado por pobladores enardecidos de la comunidad Esquipulas.

Celia Cruz recibió una llamada de una amiga diciéndole que la Policía había detenido a dos jóvenes que ondearon una bandera azul y blanco en el parque de la comunidad de Esquipulas, a cuatro kilómetros de Moyogalpa, y que también había un policía retenido por los pobladores y querían proponer un intercambio. El Policía era Noel Reyes.

A Noel Reyes lo tenían amarrado y golpeado. Cuando la patrulla llegó al lugar detuvo a cuatro jóvenes, pero desde la tina de la camioneta policial, dos de ellos lograron saltar y escapar. Reyes trató de detenerlos, pero más bien cayó al suelo con ellos y se rompió la boca con el pavimento. Eso le contaron a Celia Cruz cuando llegó a Esquipulas a las once de la noche para mediar el intercambio entre los pobladores y Yuri Valle, el comisionado de la Policía de Rivas y de los oficiales más fieles al Frente Sandinista.

Celia habló por teléfono con Yuri Valle y le hizo la propuesta. El agente por los dos jóvenes. Valle dijo: “Déjame pensarla. Vamos a ver por la mañana”.  Y pidió hablar con Noel Reyes. Esa noche Reyes durmió en una de las casas vecinas al parque de Esquipulas y al amanecer lo que Yuri Valle había decidido era llevar un contingente de antimotines a la comunidad y desatar una represión brutal que dejó heridos y más de diez detenidos, solo para rescatar a su agente.

Comisionado Yuri Valle, jefe de la Policía del departamento de Rivas. Oscar Navarrete/LA PRENSA.

A las ocho de la mañana, Celia Cruz se despertó en su casa en la Urbanización Esperanza y mientras desayunaba se dio cuenta de lo que había pasado en Esquipulas. En las redes sociales la circulaban a ella como secuestradora del policía Noel Reyes y ofrecían recompensa por su cabeza. “Viva o muerta me querían estos”, recuerda. Luego, recibió una llamada de Yuri Valle y quedaron en que ella iba a llegar a hablar con él para contarle todo lo que había pasado.

Una patrulla con dos civiles encapuchados y dos agentes policiales fueron a traerla y la llevaron a la delegación de Moyogalpa para la entrevista con Yuri Valle a las once de la mañana. La hicieron pasar a una oficina, dos horas más tarde a otra, y luego a una tercera donde estaba el jefe policial de Rivas. Pero Yuri Valle no le dijo nada, no hubo entrevista. Le puso las esposas y se tomó una foto con ella. Así fue como Celia Cruz de Ometepe se convirtió en la cuarta mujer transgénero que fue presa política de Daniel Ortega.

El 21 de julio de 2020 el juez séptimo distrito del crimen Melvin Vargas la declaró culpable por el delito de obstrucción de funciones agravadas y secuestro extorsivo agravado en contra del policía Noel Reyes.

Infierno en La Modelo

Actualmente la popularidad de Celia Cruz es evidente. Todos la saludan y bromean con ella. Una brigadista del Minsa llega a su casa y pregunta si hay niños menores de seis años. “No, ni parir puedo”, responde Celia y ambas se carcajean. Es una persona alegre, carismática y platicona, pero su semblante cambia cuando narra lo que vivió en las celdas del Sistema Penitenciario Jorge Navarro, conocido como “La Modelo”.

Después de que Yuri Valle la emboscara, fue llevada a Auxilio Judicial en Managua y 15 días más tarde a La Modelo. En ambos lugares la golpearon y la ofendieron. En el Sistema Penitenciario la obligaron a desnudarse y hacer sentadillas en distintas posturas.

Un reo común con el que le tocó compartir celda incluso trató de abusar sexualmente de ella en más de una ocasión y como se negaba, este la golpeaba. “Me decía que diera gracias a Dios que el sistema había cambiado porque con navaja o puñal en mano no me hubiera negado a tener relaciones con él”.

Celia Cruz narra entre lágrimas lo que vivió en las celdas de La Modelo. Oscar Navarrete/ LA PRENSA.

Una vez la castigaron sin derecho a visitas y ella decidió protestar cortándose las venas de la muñeca derecha. “Fueron momentos de angustia y terror” reconoce y considera que “se ensañaron conmigo por mi orientación sexual”.

Lo que no pudieron quitarle a Celia Cruz fue su identidad, dice. Ella siguió cantando como la artista cubana aún dentro de la cárcel y de vez en cuando cantaba canciones azul y blanco bajo el riesgo de que la golpearon o la castigaran.

El pasado domingo 25 de abril, las autoridades penitenciarias la pusieron en libertad junto al grupo de jóvenes Esquipulas que fueron encarcelados con ella. Se le ve feliz al lado de su madre, cantando como Celia Cruz, glamurosa, y haciendo gestiones para reabrir su comidería y volver a la cocina que tanto le apasiona.

La Prensa Domingo Celia Cruz Nicaragua Ometepe archivo

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