Para Leonardo Crawford, este año ha sido como un enjambre sísmico. Movimientos telúricos que desestabilizan su presente y ponen en riesgo los pilares de su futuro en Ligas Menores. Inició llevándose el dulce sabor de un Spring Training exitoso con su nuevo equipo: los Cerveceros, y luego cuando fue trasladado a Doble A perdió la brújula de su camino. Si se pensaba que no le podía ir peor de cómo estaba, en su última apertura apenas duró 1.2 entradas, permitiendo seis carreras, dejando su efectividad en 9.33.
Los números de Crawford son anormales si se sigue el patrón de sus años anteriores. Su peor año había sido en 2017, en Clase A media, en donde lanzaba para 4.60 de efectividad y perdió 10 encuentros y ganó siete. En este año cada salida respira profundo para saber si pasará del primer episodio. En su primer juego contra Birmingham permitió cuatro carreras en cuatro entradas, recibiendo dos cuadrangulares. Más tarde contra los Bravos de Mississippi le aún peor con cinco carreras en cuatro inning y dos jonrones. En su tercera actuación fue igual de desastrosa con 3.2 inning de cuatro carreras y un jonrón. El 27 de mayo se pensó que se había redimido un poco con las cinco entradas frente a Pensacola de una carrera y seis ponches, para conseguir la victoria; sin embargo, el pasado jueves volvió a patinar. Aunque solamente tiene dos derrotas, sus números son para llorar.
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En su último año, en Ligas Menores aún con los Dodgers recibió 10 vuelacercas en 121.2 entradas en una combinación de Clase A avanzada y Doble A, y este año ya acumula seis en 18.1, demostrando una involución en la colocación de sus picheos y lo más vulnerable a la hora de que los bateadores los descifren. Crawford se ha caracterizado por ser un pícher extremadamente controlado. Ante la falta de velocidad, lo certero de sus lanzamientos se había convertido en la clave de su domino. No obstante, este año también ha tenido un retroceso. En total acumula nueve bases por bolas. En su última temporada, en 25 juegos había dado solamente 27 bases por bolas. Este año posee nueve, cediendo una base a los bateadores por esa vía en cada dos innings.
Otro de los grandes problemas del zurdo costeño es que cinco de los seis jonrones recibidos son con corredores sobre las almohadillas. Además cuando tiene a gente circulando se desespera. Los oponentes batean .444, mientras sin gente a bordo .186. Otra situación rara y curiosa es que le batean mucho mejor los zurdos que los derechos. Normalmente en el zurdo contra zurdo Crawford sacaría ventaja, pero le batean .320 de promedio, tres jonrones y dos dobles, mientras los derechos .296 e igualmente lo castigan con tres vuelacercas.
A sus 24 años, Crawford es un pelotero experimentado en un equipo que no lo firmó de inicio y para recibir aprecio y oportunidades deberá llegar a ese punto de inflexión, ese nuevo inicio que lo convierta en ese prospecto dominante y ganador, escalando peldaño a peldaño para conseguir su sueño. En este momento está más cerca del “released” que subir a Ligas Mayores.