En Semana Santa, en medio de uno de esos momentos que nos embargan con sentimientos tan personales, me vi hurgando en la lista de personas que tengo grabadas en mi celular… me detengo en uno de ellos, marco su número, me responde e intercambiamos holas con fonía afectuosa, le digo que buscando en mi lista de amigos le llamé a él para saludarlo con afecto y recordar que tenemos acceso a la vida por el sacrificio de ese Hombre Dios, que un Viernes Santo, murió en el Calvario y a los tres días Resucitó glorioso! Ah sí, dice mi amigo… no hay como tener presente su lista de contactos. Sí, le digo, yo aprecio mucho a mis amigos. Sí, me dice, para mí no hay como mis amigos, por eso mis contactos son los primeros, yo los quiero mucho. Y yo contesto, sí, yo a mis contactos los quiero, mis amigos son los primeros… Y así continuamos en una conversación afectuosa, rememorativa y agradable en medio de una jerga donde se mezclaba el vocablo amigo-contacto, contacto-amigo de manera antojadiza, impensada e indiscriminada. Tanto así que no tengo conciencia clara si al despedirnos nos dijimos… “hasta luego contacto o nos vemos amigo”.
La palabra “contacto” viene del latín contactus y significa “acción de tocarse”.
Es un sustantivo masculino, que alude con la acción y el resultado de palpar, tocarse.
Curiosamente entre las acepciones más comunes de la palabra “contacto”, está la relacionada con la física de la electricidad… “Conexión, enlace o vínculo entre dos partes en un circuito eléctrico”.
Con el avance de la tecnología, se habla ahora de contacto físico y virtual.
Virtual es un adjetivo, cuyo significado indica “que es muy posible que se alcance o realice porque reúne las características precisas”. Ejemplo: con el 80 por ciento de los votos escrutados, el virtual ganador de las elecciones es nuestro partido.
Otra acepción de virtual señala “que solamente existe de forma aparente y no es real”. Ejemplo: el autor dirige su obra a un virtual interlocutor.
En ambas acepciones de virtual, el énfasis está en que es algo posible y aparente; no seguro y real.
Y para complicar aún más el asunto, con respecto a las imágenes, se reconoce ahora imágenes virtuales “puras” que son producidas por las computadoras u ordenadores y las “aumentadas” en las que están interaccionando las imágenes virtuales, con las imágenes reales; y no acaba allí el asunto cuando es común en el léxico tecnológico actual el uso del oxímoron “realidad virtual”, dentro de una retórica que pretende evidenciar y vender una mejor tecnología.
En definitiva sí, tanto el contacto físico o virtual no califican como elementos que aseguren la relación de amigos.
La palabra amigo, como tal, proviene del latín amicus, que se deriva del verbo amare, que significa amar.
La Escritura en Juan 15:15, enseña: “Ya no los llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; yo los he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, se las he dado a conocer a ustedes”.
A partir de estas dos referencias no cabe duda que la amistad, cualidad que debe acompañar toda relación entre amigos, está ligada a la confianza… inclusive en la revelación de secretos. De esto se desprende que la amistad requiere de “un período de incubación y otro de cultivo”.
La confianza es la clave de la amistad. ¡Cuántos padres e hijos, esposos, hermanos; nunca fueron amigos!
En las redes sociales es común la violación a la intimidad de las personas con revelaciones bochornosas que rebajan su dignidad, de hechos en su mayoría no comprobados, el lenguaje es soez, incriminativo y propalado desde el anonimato.
En realidad y de verdad las palabras tienen su peso específico. La sabiduría popular lo conceptualiza en la expresión “no es lo mismo Chana que Juana”.
El autor es médico.