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Poetas de Granada y Cumaná

Dos poetas contemporáneos nacidos en el mismo mes de junio, eran tan antípodas o quizás se encuentren en el mundo poético, con sueños y locuras: José Antonio Ramos Sucre de Cumaná Venezuela (9 de junio de 1890 y se suicida en Ginebra Suiza, el 13 de junio de 1930), cumplía cuarenta años y Federico García Lorca, nace el 5 de junio de 1898 y fusilan, la madrugada del 18 de agosto de 1936 en Viznar Granada.

Las circunstancias históricas marcan el destino de los poetas con las guerras, el hambre, en Europa y el fascismo; las dictaduras y caudillos en Latinoamérica con pueblos rurales de una sola calle y endémicos. Las familias recurrían al credo o magia o la educación, como la familia Ramos Sucre, herederos del patriota Mariscal Antonio José de Sucre, quien, bajo la tutela de su tío, presbítero José Antonio Ramos Martinez se forma y educa en lenguas y pasión a los libros.

En estos tiempos de tecnología, estos poetas estarían on line en interacción, quien sabe con sus abismales diferencias tendrían un público ‘‘secuestrado’’ pero ahora, la inmortalidad les pertenece, ya en vida cosechó triunfos el poeta García Lorca al montar sus obras teatrales en Buenos aires y Uruguay, para luego ser leyenda al ser asesinado; mientras el poeta cumanés residía en Caracas y viajó como diplomático a Suiza, a un año de su muerte, y en cambio el granaíno salía del campo de Fuentevaqueros con su familia pendiente y amorosa (su madre fue su primera maestra e inicia en las artes) de su formación educativa, y a los diez años prosigue con su formación en Granada, Madrid y Barcelona para luego estudiar en Nueva York, que le marcaría nuevas voces a sus textos poéticos, en Cuba retoma su pasión revolucionaria y solidaria, en contraste con la angustia y depresión que le causó conocer las entrañas del imperio estadounidense. Es innegable su olfato e intuición poética al escribir “Poeta en Nueva York” (1930)

Su primer libro fue en prosa, Impresiones y paisajes (1918) y luego de dramaturgia, poesía: como Bodas de sangre, Yerma, Así que pasen cinco años, El Público, Doña Rosita la soltera, La casa de Bernarda Alba, Romancero gitano, Seis poemas galegos y se dice que su obra más popular es el Romancero gitano de 1928, pero en 1921 Lorca publicó Libro de poemas, Poema del cante jondo y Santiago (1921)

Le molestaba que le encasillaran con el ímpetu gitano y fue muy criticado, en especial por su amigo Salvador Dalí, y ellos formaban parte de la mítica generación del 27 (Rafael Alberti, Miguel Hernández,Juan Ramón Jiménez, Manuel de La falla, Luis Cernuda, Jorge Guillen, Ortega y Gassett, Valentín Andrés, Pedro salinas y otros) influenciados por el movimiento del Surrealismo de Francia con André Bretón a la cabeza y que luego se exilarían en México, Chile, Perú, a una vida surrealista ante los desastres de las guerras mundiales. Es un gran innovador del teatro y la poesía con la generación del 27 que claudican con la guerra civil. Este poeta andaluz que recorrió su país montando obras clásicas del teatro español, insufla vitalidad a los teatros universitarios y funda el teatro La Barraca, era un gran orador y declamador, bailarín, “poeta terrenal’’, extrovertido, sin pelitos en la lengua que siente el dolor de su puebo, del mundo hambriento. Entonces pregunto desde las gueras mundiales hasta hoy, ¿qué ha pasado con la miseria y el hambre? Los acuerdos después del reparto del mundo se hizo más cruenta, deshumanizada y con el más alto desarrollo tecnológico, menos se dialoga, conecta consigo mismo el ser; y en plena pandemia los pueblos están desmovilizados y la neocolonización continúa con la esclavitud abierta en plena libertad de los imperios, para masacrar ante asomos de gritos y marchas de libertad y así pues, no hay otra que revolucionar la conciencia de los pueblos con mas teatro y poesía.

En una entrevista en La voz, Madrid del 7 de abril de 1936 nos dice: “el mundo está detenido ante el hambre que azota a los pueblos, mientras haya desequilibrio, el mundo no piensa. Yo lo tengo visto…’’

En cambio nuestro poeta José Antonio Ramos sucre con vida rígida, estoica y solitaria vive: “algunas preocupaciones me han asaltado en este año desventurado. Pero mi paciencia es sobrehumana. Insisto en la nobleza de la paciencia, origen de las virtudes efectivas. La paciencia es el denuedo en la adversidad y la urbanidad con nuestros semejantes. Nadie trata de averiguar nuestros méritos, sino de advertir si somos sociales y tolerantes. En nuestra casa siempre fue proscrita esa cualidad fecunda y la irascibilidad plebeya subió a ser considerada como energía. Yo estoy gastando ahora a rienda suelta. Para salvar mi sueño, me he visto en el caso de alquilar la vivienda contigua de la mía, mucho más espaciosa y mejor amueblada. De ese modo evito el peligro de su habitación por dos personas al mismo tiempo, de donde vendría el diálogo en la noche y mi enfado. He ocupado, pues, la pieza contigua… (carta a su hermano Lorenzo Ramos , 20 de marzo de 1929).

El poeta Ramos fue un autodidacta, políglota, educador, ensayista, abogado y diplomático; cuenta “nuestro poeta’’ de Maturin (familiar materno de los Sucre, del general patriota Mariscal Antonio José de Sucre) que: cuando le daba clases en Caracas, su tío Ramos Sucre, antes de ganar una beca para estudiar en Chile, fue en extremo riguroso por ser familia, y lo recuerda por su entrega a la docencia y las lenguas; por cierto notamos la influencia en su formación del poeta Félix Armando Núñez al ser también políglota, educador y poeta y sufrir de hiperestesia. Todavía espera ser sacado del olvido e incomprensión, como le pasó a su tío, que a partir de los años 50 el Ministerio de Educación edita sus obras en la colección Biblioteca popular Venezolana (1956). Sus obras fueron publicadas en vida del poeta: La Torre de Timón (1925), Las Formas del fuego (1929) y El Cielo de esmalte (1930) con una prosa poética, nostálgica y tormentosa, que no causó atención en los intelectuales y poetas de ese entonces.

“Yo adolezco de una generación ilustre;/amo el dolor, la belleza y la crueldad,/sobre todo esta última, que sirve para destruir un mundo abandonado al mal/imagino constantemente la sensación del padecimiento físico,/de la lesión orgánica.

Conservo recuerdos pronunciados de mi infancia,/rememoro la faz marchita de mis abuelos/que murieron en esta misma vivienda espaciosa,/heridos por dolencias prolongadas/

Reconstruyó la escena de sus exequias, que presencié asombrado e inocente… (La vida del maldito)

En 1988 “el poeta maldito” llega a Madrid, España con el libro Las formas del fuego, edición a cargo de Katyna Henríquez Consalvi, con prólogo del escritor Salvador Garmendia, editorial Siruela y también se crea en la Universidad de Salamanca, la Cátedra de Literatura Venezolana José Antonio Ramos Sucre. En Venezuela, la editorial Monte Avila editores le publica en 1969 y 1985; la Dirección de Cultura de la Universidad Central de Venezuela (UCV) en 1979. Realmente leer al bardo cumanés es un trance hipnótico que lleva a espacios, lugares con personajes deslumbrantes en un mundo fantástico, sueños trágicos con algunos incendios de posible purificación del alma; pero lo que me sorprende es la confianza en sus facultades creativas y él sabía que era un poeta que no pertenecía a ese tiempo y hasta quizás, no pertenezca a este mundo, pues todavía no le hemos hallado y menos rozado sus vetas riquísimas. Decía de su constancia, paciencia y fortaleza en la escritura poética, “creo en la potencia de mi facultad escritural. Se muy bien que he creado una obra inmortal y que siquiera el triste consuelo de la gloria me recompensará de tantos dolores’’ (carta a su hermano Lorenzo del 25-10-1929)

El poeta dice la verdad : “Quiero llorar mi pena y te lo digo/para que tu me quieras y me llores/en un anochecer de ruiseñores/con un puñal, con besos y contigo/Quiero matar al único testigo/para el asesinato de mis flores/y convertir mi llanto y mis sudores/en eterno montón de duro trigo/Que no se acabe nunca la madeja/ del te quiero me quieras, siempre ardida/con decrépito sol y luna vieja/que lo que no me des y no te pida/será para la muerte, que no deja/ni sombra por la carne estremecida’’.(Federico García Lorca)

Nos despedimos con el vate cumanés: “Mi alma es desde entonces crítica y blasfema;/vive en pie de guerra contra los poderes humanos y divinos ,/alentada por la manía de la investigación;/ y esta curiosidad infatigable declara el motivo de mis triunfos escolares/y de mi vida atolondarada y maleante al dejar las aulas… (La vida del maldito)

La autora es psicóloga y promotora cultural.

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