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Elián Miranda juega en Visalia. LAPRENSA/CORTESÍA

Así es la nueva vida de Elián Miranda en Visalia, en su primer año de Ligas Menores

Cuando tenía 19 años rogaba por una oportunidad en Ligas Menores, pero le decían que estaba mayor, que había pasado su tiempo. No obstante, con 20 años Arizona no pudo hacerse de la vista gorda y estampó su firma

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Para Elián Miranda no hay sueños imposibles. La vida se ha encargado de premiar su esfuerzo. Con 17 años tan solo era un joven con números discretos en la pelota que debía estudiar y ayudar con la venta de discos a su familia en El Viejo, Chinandega. Con 18 años tuvo la valentía de irse a probar al equipo de los Tigres en la Liga Profesional y se convirtió en la sensación, luego fue creciendo en el Pomares y volvió a ser figura en la pelota rentada. Cuando tenía 19 años rogaba por una oportunidad en Ligas Menores, pero le decían que estaba mayor, que había pasado su tiempo. No obstante, con 20 años Arizona no pudo hacerse de la vista gorda y estampó su firma. Cayó la pandemia, perdió ese año, pero ahora con 22 está disfrutando de su primera experiencia en Estados Unidos con Visalia, organización de Clase A baja.

Con ser firmado solo fue un peldaño más en su aventura por el beisbol. Acostumbrado a forjarse a  base de martillazos de la vida, Miranda se siente preparado para hacer cualquier tipo de sacrificios con tal de seguir desarrollando su talento hasta llegar a Grandes Ligas. “Todos creen que es fácil y que ya la hice con ser firmado. Ha sido un gran sacrificio que gracias a Dios me he adaptado”, confiesa el jugador que es utilizado en primera y tercera base, además de bateador designado.

Los peloteros en Ligas Menores ganan muy poco dinero. En la categoría Clase A, en donde milita Miranda, oscilan entre 1,300 y 1,700 dólares al mes. “Uno aprende a gastar lo necesario para poder ahorrar un poquito. Pago 325 dólares por un cuarto en el cual vivimos hasta nueve peloteros, para viajar al estadio pido un aventón a jugadores con vehículos, al coach, mánager o médico. A veces toca tomar el Uber, aunque aquí en Visalia encontrar uno es un milagro. El pasado lunes en mi día libre fui con un compañero a Walmart caminando. Tardamos más de 40 minutos y cuando regresábamos con las compras no conseguimos Uber. Regresamos caminando cargados con las provisiones para comida”, explicó Miranda.

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Esa es una faceta de las Ligas Menores muy poco conocida, pero que todos los nicaragüenses han pasado y de eso es consciente el muchacho chinandegano. “Este es mi primer año y me siento bien. Esas situaciones te hacen más fuerte, aprender a valorar las cosas y a no perder el hambre por llegar largo. Las primeras tres semanas fueron duras, no obstante, en este momento ya estoy adaptado”, confesó el joven que tiene números interesantes: tres jonrones, siete empujadas, 21 imparables en 80 turnos y un promedio de .263. “Estoy haciendo ajustes con mi coach de bateo todo el tiempo para mejorar mi promedio. Aquí hay lanzadores veloces y otros con rompientes que confunden, pero gracias a Dios cada vez mejoro”.

A ningún pelotero le gusta calentar banca. Miranda se fijó como primer objetivo tras la adaptación ser titular. “Tengo una comunicación fluida con el mánager, trabajo mucho también la defensiva. Uno tiene competencia, pero mi principal competencia soy yo. Día a día debo exigirme al máximo y mi mente y corazón están en el juego. Mi primer paso fue ser titular y lo conseguí. Siempre hay personas que te quieren desviar con el alcohol, el cigarro y otras cosas. En mi familia me enseñaron a ser un muchacho de bien, por eso no tomo ni fumo. Aquí vine por un objetivo y no voy a desviarme”, señaló.

A los jugadores de Visalia les envían una noche antes del juego cómo alinearán, así Miranda se mentaliza de cara al partido. También estudia inglés tres días a la semana, ha aprendido a cocinar, a hacer compras en el supermercado y a gastar lo necesario para llegar como todo trabajador a fin de mes. Eso le ha dado más fuerza para alcanzar sus metas al finalizar la temporada. “Quiero terminar cerca o en .300 puntos y con al menos 10 jonrones”. Mientras tanto desde lejos su familia lo sigue en cada partido. “En mi casa no saben nada de inglés, pero me cuentan que se meten a una página a seguir la jugada por jugada de los partidos y aunque no entienden lo que leen no dejan de estar pendientes de mí”, concluyó.

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