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Perorata en la acera

En una caminata vespertina, me sorprende una perorata altisonante de tono iracundo: “se me retira de aquí el muy hijo de… desgraciado, aquí no lo quiero, malcriado, necesitado”. Incómodamente mi mirada estaba centrada en esa escena, ya que había dicho ¡hola! a la alterada señora, madre del niño que no acaba aún de entrar a la adolescencia… me turbó el incidente, no obstante mientras retiraba mi mirada alcancé a escuchar un “adiós” gutural, comprometido, proveniente de esa señora; madre soberbia, atropelladora, “fuera de sí”.

Seguí en mi caminata, desconcertado sin encontrar sentido a esa cadena de insultos, peyorativos y descalificativos propinados por una madre a su hijo, con quien se había sentado a “coger fresco”, en la acera de su casa. Desconcierto profundizado por interrogantes… ¿Necesitado por qué? ¿De qué?

Un necesitado es una persona que carece de lo necesario para vivir, o lo tiene con escasez.

Dentro de las necesidades, sobresalen las fundamentales: de subsistencia, protección, afecto; entre las de subsistencia están de alimentación y salud; protección implica seguridad, vivienda, educación. La necesidad de afecto connatural a la maternidad o paternidad, incluye el amor y consideración, la amistad, una privacidad sana y la responsabilidad de crear una familia, ese núcleo, donde crecerá y desarrollará aquel ser producto de nuestra simiente (semen) implantada en la entraña de su madre.

Date cuenta que esto de padre-hijo, o madre-hijo no es asunto solamente de satisfacer impulsos naturales como la atracción hombre-mujer o viceversa, o de instintos también naturales como la reproducción de la especie. No es solamente eso, sino que se necesita dar el paso que haga trascender ese acto sublime de entrega por amor, de la animalidad a la humanidad. Ese paso solamente se logra con responsabilidad, condición que hace capaz al hombre o mujer, de responder por sus propios actos.

¡Responsable!… ¿Quién te ha dicho que la potestad de padre o madre está desvinculada de la condición de responsable?

Chale Mántica, uno de nuestros escritores más fecundos, maestro en paradigmas de conducta humana y cristiana, en su libro Para Volverse Loco de amor por quien nos amó primero, haciendo un símil del “Hijo pródigo” escribió: “Un joven de tu edad no estaba preparado para decidir por sí solo. Creciste en un ambiente super protegido y sano. Al dejarte partir te lanzaba a los leones y él tenía obligación de saberlo. No te culpes solo a ti. Los padres nunca dejan de ser responsables del destino de sus hijos”.

¡Sí, señora, su hijo es ahora un necesitado! de su alimentación, educación, cuidado de su salud y protección, y siempre de su ejemplo, buena fama, sus consejos, de su amor, afecto y amistad… responsabilidad que será suya y solo cumpliéndola verá a su hijo vivir con seguridad y alegría.

El primer fundamento para cumplir todo esto es la responsabilidad.

¿Quién te ha dicho que el concepto de necesidad está ligado únicamente a lo económico? …y sin “darle vueltas”, la única forma de solucionar una necesidad es satisfacerla.

La otra “piedra de amarre” que fundamenta la relación de amor entre padres e hijos, es la “educación”. La mala educación hija de las malas costumbres, mitos, falta de urbanidad y buenos modales; mitos como “la gente solo entiende al trompón y la patada”, “gritos solo los míos”, “pija y rincón compone todo”, “la educación es pura hipocresía”; son la oscura dialéctica para engendrar una sociedad mal educada.

Señora de la perorata vergonzosa, padres y madres, sé que amamos a nuestros hijos, debemos sí reconocer que la hemos canteado muchas veces enviando señales contradictorias a ese amor…

La puesta en práctica del amor requiere de responsabilidad y educación. Jamás dejan los padres de ser responsables del camino de sus hijos. Y muy importante, ejerzamos el amor con educación… el amor nunca prescinde de la autoridad y esta se aplica con educación, sin chabacanerías u ofensas que disminuyen y lesionan la autoestima.

De la conducta irresponsable y maleducada practicada en el interior de los hogares, surgen después los menosprecios, autoritarismos, abusos e irrespetos a los ciudadanos y subordinados en la vida civil y pública.

El hogar debe ser escuela de responsabilidad y educación. La educación y responsabilidad generan libertad.

Nelson Mandela señala que la “educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo”.

No es cierto que el destino de la nación está en manos de los políticos.

Debe estar en manos de educadores, padres y madres, maestros, sacerdotes, pastores y, en fin, todos los nicaragüenses decididos a hacer de su tierra un país culto de alto nivel educacional.

El autor es médico.

Opinión alimentación Chale Mántica educación salud archivo
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