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Noche de terror. Así fueron los secuestros del 8 de junio

Esa fecha ya pasó a formar parte de la historia oscura de Nicaragua. Una serie de secuestros nocturnos se llevó a cabo en contra de líderes opositores y posteriormente fueron encarcelados. Así se realizó la que muchos llamaron “la noche de los cuchillos largos tropical”.

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El siete de junio Félix Maradiaga hizo una videollamada con Alejandra, su hija de solo siete años. “Es posible que papá vaya a estar en un lugar en donde no le dejen usar teléfono. Pero me vas a poder enviar cartas y no te preocupés, papá va a estar pendiente de vos”, le dijo a la pequeña, tratando de no parecer preocupado.

El precandidato presentía que al día siguiente podía ser secuestrado por la Policía del régimen de Daniel Ortega. Y así ocurrió en un día que será recordado porque fue el inicio de una cacería feroz contra varios líderes opositores.

La detención de Maradiaga a mediodía fue solo el inicio de lo que en redes sociales fue llamada como “la noche de los cuchillos largos tropical”. Así se ejecutó.

“¡Aquí estoy!”

Luego de una hora esperando, a las 7:05 p.m. cinco patrullas llegaron hasta la entrada del residencial Intermezzo del Bosque. Los policías ordenaron al vigilante en la garita que abriera el portón y al negarse se lo llevaron detenido. La caravana policial ingresó y por el camino “levantaron” a otro vigilante y lo obligaron a que les señalara dónde vivía el precandidato Juan Sebastián Chamorro.

Estaba a punto de sentarse a cenar junto a su esposa, Victoria Cárdenas, cuando escucharon los violentos golpes en el portón.

El líder opositor también sabía que podía ser detenido y encarcelado en cualquier momento. El allanamiento una semana antes en contra de su prima y también precandidata Cristiana Chamorro y la posterior detención de otro aspirante a la presidencia, Arturo Cruz, fueron una señal definitiva de lo que se venía.

“¡Les vamos a abrir!”, gritó Victoria Cárdenas, pero los policías se impacientaron al otro lado y comenzaron a treparse el muro perimetral. Cuando saltaron al interior de la propiedad, Juan Sebastián los esperaba con los brazos en alto y se puso de rodillas para entregarse.

Su familia también sabía que esto podía pasar. Un día antes les había comunicado la situación e incluso habló con su abogado sobre qué podía pasar con su esposa y su hija de 18 años, a la que decidieron sacar de la vivienda días antes para evitar que viera cómo se llevaban a su padre.

 Juan Sebastián Chamorro miembro de la Alianza Cívica. LA PRENSA/ARCHIVO 

“Un día antes habló con nosotros. Estábamos claros y se vieron todos los posibles escenarios. Juan estaba preparado física, mental y espiritualmente para el miércoles, pero no sabía que se lo llevarían el martes en la noche”, confió a DOMINGO Ana Chamorro, hermana de Juan Sebastián.

“¡Aquí estoy!”, les dijo al momento en que entre varios oficiales se lo llevaban para montarlo en una patrulla y llevárselo.

Victoria Cárdenas les gritó exigiendo saber por qué se lo llevaban, si había una orden, que no lo golpearan, que había una citatoria del Ministerio Público para el día siguiente. Pero solo recibió empujones, gritos e insultos, hasta que lo esposaron y se lo llevaron.

Unos 40 policías se quedaron en la vivienda y comenzaron a ponerla patas arriba. Se llevaron los celulares, documentos, una tableta, incluso varias cámaras antiguas de colección. Durante unas cuatro horas siguieron dentro de la vivienda fotografiando todos los rincones. Cerca de la medianoche los policías se fueron.

Para ese momento las redes sociales ardían en Nicaragua. La ola de detenciones había iniciado y consigo arrastró otra ola de rumores, noticias falsas y un asfixiante estado de alerta. Victoria logró comunicarse con su familia, pero no sabía hacia dónde se habían llevado a su esposo.

Al día siguiente, y tras una noche en vela, familiares de Chamorro se presentaron en las nuevas instalaciones de la Dirección de Auxilio Judicial (DAJ), conocidas como el nuevo Chipote. Ahí no les dieron mayor información.

“No sabemos nada. Aquí no está en ninguna lista”, fue la respuesta cortante de un oficial. Le habían preparado un paquete con ropa, artículos de aseo personal y comida. Los oficiales recibieron el paquete, pero nunca confirmaron que estaba ahí.

Al momento del secuestro, vestía unos pantalones jeans y una camiseta azul oscuro. Fue hasta mediodía del nueve de junio que lograron confirmar que estaba en El Chipote, cuando al llevarle el almuerzo les regresaron esa camiseta azul oscuro.

“Él estaba listo para los interrogatorios y lo que conllevaba ser un preso político. El día que hablamos le dimos nuestro apoyo como familia y no vamos a dejar sola a mi cuñada ni a mi sobrina. Es inocente”, dice con firmeza Ana Chamorro.

La noche

Nacht der langen messer (La noche de los cuchillos largos, por su traducción del alemán) se le llama al momento en que el dictador alemán Adolfo Hitler purgó a la oposición que tenía dentro y fuera de su partido para hacerse del total control político de su país.

Con premeditación y nocturnidad, se llevó a cabo entre la noche del 30 de junio y el uno de julio de 1934. Esta operación consistió en llevar a cabo varios asesinatos políticos por parte de los nazis para hacerse con el control de las fuerzas de la Sturmabteilung, más conocidas como las SA, un cuerpo paramilitar nazi que estaba en manos de Ernst Röhm y que amenazaban tanto el poder de Adolfo Hitler como del Ejército alemán.

Las SA habían sido clave en la llegada al poder de Hitler. Ese grupo que era una especie de milicia voluntaria se encargaban de reventar manifestaciones de otros partidos y crear trifulcas a favor del partido de Hitler. Tras la llegada de los nazis al poder en 1933, los Camisas Pardas como también eran conocidos, habían cobrado mayor fuerza e independencia.

Hitler sabía que el poder sobre estos lo tenía Röhm, que no en pocas ocasiones dijo abiertamente que su grupo paramilitar debía de absorber al Ejército y volverse un solo cuerpo armado. Esto dentro de los militares no cayó bien y tampoco a Hitler gustaron estas palabras.

Así que para descabezar al grupo paramilitar el 30 de junio se llevaron a cabo en simultáneo varias redadas y detenciones en distintas ciudades de Alemania, en donde fueron cazados y posteriormente ejecutados los principales líderes de las SA.

Pero Hitler fue más allá y también aprovechó la operación para ejecutar a los principales líderes políticos que se oponían a su gestión. Esta purga es una de las más recordadas hasta el día de hoy en la historia reciente.

En simultáneo

Eran las 8:30 de la noche del ocho de junio. En redes sociales y medios de comunicación independientes ya se sabía que Juan Sebastián Chamorro había sido secuestrado por la Policía. A esa hora un fuerte dispositivo policial llegó hasta la vivienda de Violeta Granera en Carretera Sur y sin decir nada entraron violentamente al domicilio.

A esa misma hora, otra caravana de patrullas con oficiales armados con fusiles de guerra también se llevaba secuestrado sin orden de detención a José Adán Aguerri, expresidente del Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep).

A Granera solo le dio tiempo de enviar un mensaje a sus contactos alertando de que habían entrado policías a su vivienda. La esposaron y estando así un oficial la golpeó en la cara y la jaló del pelo.

Granera pronto cumplirá 70 años. También estaba clara de que en cualquier momento podía ser detenida por la dictadura de Daniel Ortega, pero igual fue una sorpresa que llegara la Policía minutos después de que se llevaran a Juan Sebastián Chamorro. Sobre todo, tomando en cuenta que ella no es aspirante a la presidencia.

Minutos después del mensaje de Granera, la misma Policía publicaría en su página web, en un mismo comunicado, la detención de Aguerri y Granera.

 Violeta Granera, miembro de la Unidad Nacional Azul y Blanco. LA PRENSA/ARCHIVO 

Julio Sandino Granera, uno de sus hijos que está en el exilio, informó que al momento del allanamiento su hermano Alfonso Sandino Granera se presentó en el lugar y los policías no le permitieron ingresar a la vivienda hasta cerca de la medianoche.

Fueron horas de angustia hasta entrar a la casa y ver a su madre muy nerviosa.

“Parece que cuando entró mi hermano, dejaron afuera a los oficiales violentos y ya estaba más tranquila mi mamá”, detalló Julio desde el exilio.

La casa estaba revuelta. Había al menos 30 oficiales en el interior. Se llevaron varios documentos, dos celulares y una computadora. Varios oficiales procedieron a desconectar el televisor, equipo de sonido y hasta el teléfono convencional y le dijeron a Alfonso que su madre quedaba en un régimen de casa por cárcel, “a como está Cristiana Chamorro”.

Desde ese momento varios policías se convirtieron en la sombra de Violeta y la seguirían a todas partes. Si se duerme la vigilan, hacen turnos para no perderla de vista e incluso la observan cuando va al baño.

Esa noche, solo cinco minutos pudo estar Alfonso con su madre. Se despidieron y tras una noche tensa, al siguiente día regreso con comida y medicamentos. La Policía le dijo que solo él estaba autorizado a ingresar a la vivienda.

“Estoy bien, no se pongan nerviosos. Estaré bien aquí. Decile eso a todo el mundo. Estoy con mucha entereza”, fueron las primeras palabras de Granera al siguiente día cuando vio a su hijo que le llevaba comida, medicinas para el corazón, la presión y la diabetes.

Cuesta el Plomo

Róger Reyes, abogado de Félix Maradiaga, cree que se salvó por pura suerte de estar en El Chipote. A las 7:20 de la mañana del ocho de junio le ayudó a Maradiaga a grabar el video que se viralizaría después de su captura. Maradiaga ya había hablado con su esposa, Berta Valle, también con su equipo de trabajo y un grupo de simpatizantes de diferentes plataformas.

La mañana de su detención al presentarse en el Ministerio Público, fueron recibidos por un fiscal y sus dos asistentes. La oficina en la que los interrogaron era pequeña, tenía aire acondicionado, las paredes estaban desnudas y apenas alcanzaban dos mesas y un par de computadoras.

El fiscal le comenzó a cuestionar a Maradiaga su trabajo en organizaciones de la sociedad civil.

“El trato estaba normal. Hasta que en un momento le hizo unas preguntas bien capciosas y Félix no recordaba las fechas ni los datos de hace tres años. En eso le dije que si no recordaba que solo lo dijera. Esto para evitar decir algo y luego dar otra versión”, recuerda el abogado.

El fiscal ante esas palabras se enojó y le dijo: “Mire, usted no puede decirle que va a contestar”.

Al cabo de hora y media los interrogadores se levantaron, agradecieron y se despidieron. Cuando Félix y Róger estaban a punto de salir, el fiscal volvió y les pidió que se sentaran de nuevo.

Según Reyes, el fiscal “venía cambiado”.

“Volvió con documentos del Ministerio de Gobernación y eso no me pareció normal. Fue como si al salir recibió alguna llamada con orientaciones”, cuenta Reyes.

El interrogatorio se alargó hasta por cuatro horas. Al finalizar, el fiscal solo dio un único indicio de lo que iba a pasar, pero ni Róger o Félix lo entendieron en ese momento.
—¿Nos van a volver a citar? —preguntó el abogado al fiscal.
—No creo —respondió.

No habían avanzado ni 500 metros cuando estaban siendo detenidos por varios oficiales que arrastraron a Félix fuera del vehículo, lo golpearon y se lo llevaron directo al Chipote.

“A Félix lo metieron en una celda y a mí en una oficina donde me pasaron interrogando. Luego me hicieron que los llevara a la casa de él. Se llevaron presos a los vigilantes y de nuevo al Chipote para seguirme preguntando por sus rutas, las personas con las que hablaba y con quiénes se miraba”, contó el chofer de Maradiaga luego de ser puesto en libertad hasta el nueve de junio.

Róger Reyes fue montado en un pequeño microbús donde lo interrogaron y cuando descubrieron que era el abogado de Maradiaga, le soltaron una fuerte amenaza.

“¿Sabés lo que hacía Somoza? Los llevaba a la Cuesta El Plomo”, le dijo un oficial.

Róger instintivamente tomó un lapicero que andaba en la bolsa del pantalón y se escribió el número de teléfono de su esposa en su brazo izquierdo. “Si me llevaban a la Cuesta, al menos que mi esposa tuviera mi cuerpo”, dijo.

Al final lo dejaron tirado en la calle y el abogado tuvo que caminar una hora hasta la casa de un amigo.

El ocho de junio, Félix Maradiaga no comió. En Auxilio Judicial no les aceptaron ni almuerzo y menos la cena, tampoco las pastillas para la presión que a diario debe de tomar.

Sin información

Los grupos de WhatsApp y las redes sociales eran un hervidero pasadas las nueve de la noche. La escritora Gioconda Belli y la expresidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla, ya hablaban de “La noche de los cuchillos largos tropical”.

Circulaban rumores de que se habían llevado al líder campesino Medardo Mairena, al sacerdote Edwing Román y al economista Mario Arana. Cuando ese mar de rumores corría, en Tipitaba paramilitares y policías asediaban la vivienda de la activista Ivania Álvarez.

“Están frente a mi casa los policías. Yo logré salir y voy en camino a un lugar seguro”, respondió a eso de las 11:00 de la noche.

Al día siguiente y a como hizo Hitler, la cacería siguió y fue detenido el exdiputado José Pallais en León. En las siguientes horas siguió la tensión y una fuerte campaña en redes sociales por parte de la dictadura.

José Pallais, fue exhibido por el comisionado Fidel Domínguez. LA PRENSA/CORTESÍA

Una semana antes Cristiana Chamorro sufrió el allanamiento de su vivienda, en donde se encuentra hasta el día de hoy secuestrada. Solamente sus hijos pueden ir a verla y llevarle comida.

El sábado cinco de junio fue detenido en el aeropuerto de Managua Arturo Cruz, aspirante a la presidencia.
Ese mismo día el periodista Edgar Tijerino, amigo de Cruz, se comunicó por mensaje de texto con el precandidato.

“Le escribí para pedirle el favor de que me comprara unas pastillas que solo hay en Estados Unidos. Me respondió al rato diciendo que me las traía. Más tarde me enteré que lo habían detenido”, comenta el periodista una semana después.

La dictadura de Daniel Ortega acusa los opositores detenidos de “realizar actos que menoscaban la independencia, la soberanía, y la autodeterminación, incitar a la injerencia extranjera en los asuntos internos, pedir intervenciones militares”.

Gilma Herdocia, esposa de José Pallais, aseguró que tras 24 horas de detención el exdiputado se encuentra muy mal de salud. Del expresidente del Cosep, José Adán Aguerri, no se tiene información más allá de que está detenido en las celdas de Auxilio Judicial, lo mismo de Juan Sebastián Chamorro y Félix Maradiaga, a quienes el régimen ya anunció que permanecerán 90 días detenidos.

Esta semana Arturo Cruz pudo conversar con su abogado. LA PRENSA/ARCHIVO

Organismos de derechos humanos y la comunidad internacional han condenado los actos cometidos el ocho y nueve de junio. Estados Unidos aplicó sanciones contra Camila Ortega, hija de los dictadores, y otros funcionarios de primer nivel.

Para el defensor de derechos humanos Gonzalo Carrión, noches como la del ocho de junio son una reedición de lo que ocurría en tiempos de guerra en Nicaragua.

“La gente dice que escaló la represión. En realidad, ha sido sistemática y continuada. Lo del ocho de junio fue una ola de terror. Recuerdo en la insurrección y todavía en los años 80 aquella cosa tenebrosa. Esos tiempos están en Nicaragua reeditados. Esas noches tristes”, dijo el miembro del colectivo Nicaragua Nunca+.

El Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) también se refirió en su cuenta de Twitter como una “noche de terror” y calificó a los detenidos como “rehenes de la dictadura”, asegurando que esas acciones eran de “terrorismo que desestabilizan a la población”.

La Gestapo

Antes de ser ejecutada la noche de los cuchillos largos se llamaba Operación Colibrí, ese era su nombre en clave. Se dice que fueron ejecutadas 85 personas, entre líderes opositores y miembros de los Camisas Pardas. Pero algunos historiadores sostienen que pudieron ser cientos de ejecutados y por lo menos mil fueron encarcelados. La mayoría de las ejecuciones las hizo la Gestapo, la policía secreta del régimen.

Línea de tiempo

8 de junio: 12:40 del mediodía.
Félix Maradiaga es detenido a 400 metros del Ministerio Público y llevado al Chipote.

6:05 p.m.
Comienzan a llegar patrullas hasta el residencial Intermezzo del Bosque.

7:05 p.m.
Al menos cinco patrullas ingresan en el residencial y se dirigen a la vivienda de Juan Sebastián Chamorro.

7:53 p.m.
Juan Sebastián es trasladado a la Dirección de Auxilio Judicial.

8:30 p.m.
Eran detenidos Violeta Granera y José Adán Aguerri. Granera quedó en su vivienda con presencia policial, mientras que Aguerri fue trasladado al Chipote.

9:10 p.m.
Alianza Cívica confirma la detención de Aguerri.

9:28 p.m.
La Policía mediante un comunicado confirma la detención de Aguerri y Granera.

11:00 p.m.
La Policía abandona la vivienda de Juan Sebastián Chamorro. Victoria Cárdenas, esposa del precandidato, logra comunicarse con su familia.

11:43 p.m.
Alfonso Sandino, hijo de Violeta Granera, logra ingresar a la vivienda para ver a su madre por cinco minutos.

9 de junio.
Cerca del mediodía la Policía ingresó a la vivienda del exdiputado José Pallais, en la ciudad de León. El operativo fue encabezado por el comisionado Fidel Domínguez.

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