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Reflexiones sobre mi padre, Enrique Bolaños Geyer

Mi padre era una persona privada y por eso muchos no conocen las sutilezas de su alma. Su humildad, sencillez y desapego por lo material han sido, en ocasiones, malinterpretadas.

En honor a su generosidad, quiero compartir algunos ejemplos, anécdotas y hechos que apenas reflejan la nobleza de su corazón.

En 1964 funda Saimsa, que llegó a ser la empresa algodonera más grande y exitosa de Nicaragua. Todos los años repartía utilidades con el personal.

Ayudó muchísimo durante el terremoto de 1972, poniendo a la orden sus camiones para evacuar las pertenencias de conocidos y desconocidos, regaló miles de galones de gasolina y abrió las instalaciones de Saimsa para compartir techo y alimentos con los más afectados. Hizo lo mismo durante la revolución de 1979.

En 1985 perdió casi todo su patrimonio cuando Jaime Wheelock le confiscó Saimsa y le congelaron sus cuentas bancarias. Su casa estaba a nombre de mi madre y por eso no fue confiscada. Recuerdo que mi mamá le dijo: “Enrique, nos dejaron en la calle. Nos robaron todo. ¿Qué haremos ahora?” Él, con su inquebrantable dignidad le respondió: “No haremos nada diferente. Seguiremos viviendo igual que ayer y antier, con nuestra frente en alto”.

Quizás esa manera de llevar la dignidad hizo creer a la gente que, a pesar de haber sido confiscados, todavía tenían dinero y que no se daban lujos porque don Enrique era “pinche”. (Ser pinche es ser tacaño. La definición de tacaño es ser egoísta, avaro. Mi padre era lo antónimo de pinche, era generoso).

Jamás expresó resentimiento ni odio por semejante violación. Era un hombre cristiano, de valores y principios. Generoso en el perdón. A sus 57 años, habiendo perdido todo, se convierte, por necesidad, en una persona prudente y austera.

Al ser presidente, promueve una política de austeridad debido a los recursos limitados del país y al despilfarro del gobierno anterior. Fue cuidadoso con el dinero del pueblo, liderando con su ejemplo, devolviendo viáticos no gastados, usando hoteles de costo razonable en los viajes y evitando gastos superfluos.

Al terminar su mandato crea la Biblioteca Virtual, cubriendo todos los gastos con su pequeño patrimonio. Deja este enorme legado a Nicaragua, invirtiendo de sus pocos ahorros con toda su generosidad. El sueño de crear una biblioteca nace luego de quedar sin nada, inspirado en lo que nos decía: “Nos pueden arrebatar todo menos lo que llevamos en la cabeza y el corazón”.

En estos días de duelo, hemos recibido múltiples testimonios de personas agradeciendo la ayuda que él les brindaba. Muchos testimonios eran desconocidos para nosotros. Así era mi padre…

El autor es presidente de la fundación Enrique Bolaños.

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