14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

LA PRENSA/Ilustrativa

Pequeños productores se quedan sin frijoles y maíz por falta de lluvia en San Isidro, Matagalpa

Refieren que pese a que las perspectivas climáticas para este año apuntaban a ser favorables para la producción "ha sido todo lo contrario"

Unos 90 pequeños y medianos productores de las comunidades San Andrés, El Bocón, Llano del Boquerón y El Plan, en San Isidro, Matagalpa, decidieron no sembrar sus cultivos de frijol y maíz durante el período de primera en este ciclo agrícola 2021-2022, —que inició en mayo— debido a la escasez de lluvias en esa zona norte del país. Los pocos que se arriesgaron a cultivar lo perdieron todo, afirman los afectados de la zona.

Los agricultores refieren que pese a que las perspectivas climáticas para este año apuntaban ser favorables para la producción «ha sido todo lo contrario», ya que las lluvias han sido casi nulas en su área, lo que ha provocado cuantiosas pérdidas económicas, no solo a los que no sembraron, sino también a los que decidieron hacerlo.

«Este municipio siempre ha sido afectado por el impacto de la sequía. En periodos anteriores fue una sequía enorme, pero este ciclo primero 2021 no se compara con los ciclos anteriores, la situación es más compleja. Esta es una zona bien productiva de frijol y maíz pero en este periodo han habido pocas lluvias», manifestó Freddy Valle, productor de San Andrés y técnico del Movimiento Comunal Nicaragüense en San Isidro, organización miembro de la Mesa Nacional para la Gestión del Riesgo.

Dos lluvias en dos meses

El agricultor  sostiene que la primera lluvia en la zona cayó el 3 de mayo, fue la única que se registró en ese mes. Posteriormente llovió hasta el 16 de junio. «¿Qué significa? que el ciclo de siembra como máximo para esta zona es hasta el 13 de junio, por eso muchos decidieron mejor no sembrar en esas comunidades», explicó.

La siembra de primera inició en mayo; el segundo periodo del ciclo agrícola conocido como postrera se da a mediados de agosto, después de la canícula, y luego se da la siembra de apante, en noviembre la cual se extiende hasta el próximo año y es uno de los subperiodos más grandes que tiene la temporada cosechera de Nicaragua.

«De sembrar ahorita la cosecha estaría saliendo en septiembre. Pero puede afectar la canícula, así que lo recomendable es no hacerlo. Tendríamos que apurarnos para volver a sembrar de postrera», indicó Valle.

Sembrar o comer

Alfredo Tercero, un pequeño productor de frijol y maíz en la comunidad El Bocón, en San Isidro, sostuvo que la situación es «crítica» ya que el poco grano que tenían para sembrar lo han consumido debido a que ya pasó el primer ciclo agrícola  y por el mal tiempo no pudieron sembrar.

Lea también: Cae demanda de fertilizantes y agroquímicos en Nicaragua en pleno inicio del ciclo agrícola 2021-2022

«El poquito grano que íbamos a sembrar prácticamente lo comimos. Yo siembro en una sociedad con un hermano y ya habíamos invertido 10 mil córdobas en la preparación de las tierras, para chapodar el terreno. Pensábamos sembrar en cuatro manzanas, pero ya todo se dañó, el monte empezó a crecer y para sembrar el segundo ciclo, que es postrera, tendríamos que invertir nuevamente», declaró.

«La sequía es algo silencioso que no se ve, solo los sentimos nosotros los pequeños productores», agregó.

Por ahora, dice Tercero, su familia se está sosteniendo con la siembra de cítricos, «tenemos mango, limón y eso nos ha ayudado para nuestro sustento, no lo vendemos y lo ocupamos para la casa». El pequeño productor trabaja en sociedad con su hermano y tienen su propio capital que lo complementan con pequeños préstamos.

«La situación está bien difícil, si tenemos para una libra de arroz no tenemos para la libra de frijoles, la situación está crítica en estas comunidades. Algunos medio se defienden trabajando en el tabaco, el arroz, pero la mayoría dependemos de la pequeña agricultura», lamentó.

LA PRENSA/CORTESÍA

Pérdidas económicas

Freddy Valle estimó que cada uno de los agricultores sembraba dos manzanas en promedio, por lo que se dejaron de cultivar 180 manzanas de frijoles y maíz. Las pérdidas para los que lograron iniciar la primera etapa de la siembra fue de unos 12 mil córdobas por cada manzana, explicó el agricultor, sin precisar cuántos campesinos decidieron arriesgarse.

«Para producir una manzana completa anda por los 20 mil córdobas, pero los que cultivaron solo perdieron 12 mil, ya que solo hizo el inicio de la siembra y no siguió invirtiendo en otros insumos para la limpia, el arranque, la cosecha, es decir, se faltaría un buen trecho. Entonces quien invirtió en dos manzanas perdió unos 24 mil córdobas», explicó un pequeño productor quien prefirió no ser citado.

El arranque de siembra se basa primero en podar y arar la tierra, sembrar la semilla, echar fertilizante, todo eso se le aplica.

Camino a la desertificación

El sociólogo Cirilo Otero hace énfasis en que Nicaragua es parte del Corredor Mesoamericano, por lo que la sequía no es un problema exclusivo del país, «está en toda la región centroamericana». El verdadero problema, dice, es que en el país hay un hábito tradicional de producir la misma cosa —monocultivos— , «no prueban otros cultivos, sino que van a lo mismo y si no llueve no comen, no producen».

«Los productores tienen que investigar qué otros cultivos se pueden sacar. La gente tiene que cambiar de cultivo o aparejar cultivos porque en esa zona de San Isidro solamente caen entre 450 y 600 milímetros de agua anual y la mayor desgracia es que la lluvia se viene en un solo día o una sola semana y así es que se dañan los cultivos», dijo Otero.

«La gente debe aprender a conservar el agua, no es que ellos la van a producir, sino conservarlas con pilas de contención, pilas de infiltración, tener cultivos cerca de la casa para poder trabajar la tierra y no se convierta en una erosión hídrica, pero para eso se debe de hacer un trabajo y muchas veces el campesino no tiene las condiciones ni los recursos», agregó.

Este esfuerzo —continuó explicando—, se tiene que complementar entre varios sectores, iniciando por los gobiernos locales, movimientos empresariales y los mismos productores. «Si no cambiamos de comportamiento frente a la vida, nos dirigimos al camino de la desertificación en esa zona, ese es mi pronóstico», alertó Otero.

Contrastes en el norte

El Comité Regional de Recursos Hidráulicos del SICA había anunciado que el primer periodo de invierno en Centroamérica sería deficitario para el Corredor Seco, del cual San Isidro es parte.

Los pequeños productores de este Corredor Seco de la zona norte son los principales afectados debido a que no tienen acceso a recursos económicos para instalar sistemas de riego, sumado a ello que en algunas comunidades las fuentes hídricas se han secado, según afirmaron los afectados.

LA PRENSA/CORTESÍA

Julio Munguía, gerente técnico de la Unión de Productores Agropecuarios de Nicaragua (Upanic), dijo a LA PRENSA que en términos generales, si bien el inicio de invierno ha sido un tanto irregular, el comportamiento climático ha favorecido en algunas zonas del norte del país donde se ha visto una buena producción de frijol.

«En algunas zonas del país sí ha favorecido el comportamiento de las lluvias, sin embargo sabemos que en otras las lluvias han sido un poco deficientes, pero hay zonas como Jinotega donde los cultivos como el frijol se mantiene bastante bueno, pero no ha sido un invierno regular como en otros años», reconoció Munguía.

Puede interesarle: A las puertas del ciclo agrícola 2021-2022, todo lo que deben saber los productores en Nicaragua sobre el próximo invierno

El representante de Upanic agregó que en la próxima semana harán un «barrido territorial», es decir, un recorrido por diferentes zonas productivas, «para estar más o menos al tanto de cómo está el proceso de cara a la postrera». «Por ahora no tenemos información de cómo está la situación, por eso haremos el barrido para tener datos más concretos», dijo.

Temporada de huracanes y su efecto sobre la producción

Tanto el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos (NHC) como los expertos del SICA señalaron que este 2021 se presentará una temporada de huracanes más activa, pero con menor intensidad que la del 2020, trayendo consigo 17 tormentas tropicales, ocho de ellas con potencial de convertirse en huracanes, cuatro de ellos intensos.

En el 2020 Nicaragua se vio afectada por los huracanes Eta y Iota, las afectaciones de ambos huracanes se estiman en 25.3 millones de córdobas (738.6 millones de dólares), desglosados en 21.2 millones en concepto de daños y 4.1millones por pérdidas, equivalente a 5.9 por ciento del PIB, detalló el Informe Anual del Banco Central.

Los principales daños y pérdidas estuvieron relacionados con la destrucción de la red vial (caminos, carreteras y puentes), viviendas, afectaciones ambientales, infraestructura social (centros escolares y de centros de salud) y en sectores productivos, principalmente del sector agropecuario, pesca y bosques.

Por otro lado, el sociólogo Cirilo Otero detalla que a nivel nacional hay aproximadamente una 300 mil familias campesinas, cada una tiene un promedio de 5.5 integrantes, es decir, suman cerca de 1.5 millones de campesinos.

«De ese total, en el Corredor Seco está como el 55 por ciento de esa gente, de tal manera que si la situación de sequía no se atiende pronto habrá un fracaso total, será un desierto circular en Nicaragua y eso es grave. ¿Cuál es el impacto? Se disminuye la capacidad de grano alimentario y trae consecuencias al mercado nacional», concluyó.

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí