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En Nicaragua, el litro de gasolina súper se cotiza en 40.18 córdobas. Archivo/LA PRENSA

¿Por qué persisten los elevados precios de combustibles, pese a la salida de Albanisa y DNP del negocio de la importación?

Marvin Pomares, presidente del Indec, señala que “vamos sobre 21 años que no tenemos un ente regulador y en Nicaragua el Estado no cuenta con una refinería". Pero el especialista en hidrocarburos, César Arévalo, plantea más interrogantes sobre la distorsión que hay detrás de estos elevados precios

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Nicaragua y El Salvador tienen en común que comparten similar logística de importación de estos tipos de productos e iguales volúmenes de venta, pero a pesar de esto especialistas afirman que en territorio nacional se mantienen precios de venta más elevados en comparación con los presentes en los demás países de la región centroamericana, especialmente cuando a estos precios se les excluye el impuesto que se le incorpora a los valores finales al consumidor.

Por ejemplo, el pasado domingo 4 de julio los combustibles en Nicaragua alcanzaron precios históricos, incluso, por primera vez en Managua un litro de gasolina súper llegó a cotizarse por encima de los 40 córdobas, un precio que no había sido registrado antes en el país, ni siquiera en 2008 cuando el barril de petróleo se encontraba en más de 100 dólares.

Con este nuevo ajuste, la gasolina súper se encuentra en 40.18 córdobas el litro en Managua, cuando antes se cotizaba en 39.62 córdobas. Por su parte, la gasolina regular pasó de 38.26 córdobas a 38.74 córdobas por litro.

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Mientras, el diésel se ubica en 32.27 córdobas por litro, cuando antes esta cifra se situaba en 32.12 córdobas, según datos del Instituto Nicaragüense de Energía (INE). Si bien las alzas están siendo impulsadas por el incremento del precio del petróleo a nivel internacional, que ya supera los 75 dólares el WTI, de referencia para Nicaragua, los especialistas nicaragüenses vuelven a insistir en la necesidad de revisar los precios locales, los que arrastran fuertes distorsiones que empeoran el deterioro del bolsillo de los consumidores que de por sí ocasiona un petróleo en ascenso.

Marvin Pomares, presidente del Instituto de Defensa de los Consumidores (Indec), explica que el problema en Nicaragua es que el precio de los combustibles no aumenta de acuerdo con la paridad internacional. “Incrementan más de lo debido, por ejemplo, de lo que debería aumentar de acuerdo a la paridad internacional tal vez serían 15 centavos, sin embargo acá le aumentan 30, 40, 80 o hasta 1 córdoba al litro”, indicó.

Pomares también señala que “vamos sobre 21 años que no tenemos un ente regulador y en Nicaragua el Estado no cuenta con una refinería. La única que tenemos cobra demasiado cuando viene combustible crudo, eso afecta grandemente. No es como en los países centroamericanos, donde cada Gobierno tiene su refinería”.

El pasado domingo 4 de julio los combustibles alcanzaron precios históricos. Archivo/LA PRENSA

Romper el oligopolio

Siguiendo esta línea, el presidente del Indec considera que otro factor determinante es que actualmente el país solo cuenta con dos gasolineras, Puma y UNO, “entonces ahí ellos conforman un monopolio, son los dos únicos que pueden comercializar el combustible y ahí es donde nos golpea a todos los usuarios del combustible. ¿Qué es lo que sucede? Como no hay ente regulador, ¿quiénes se ponen de acuerdo? La Refinería y estas dos transnacionales”, enfatizó.

Al respecto, cabe mencionar, no obstante, que también operan las estaciones que forman parte de la red Petronic, que llevaban más de una década en manos de allegados a la familia presidencial Ortega-Murillo, cuyo negocio fue sancionado por Estados Unidos en diciembre de 2019, lo que provocó que el mismo se ocultara a través de estaciones de bandera blanca, es decir dejaron de funcionar bajo la marca de DNP-Petronic.

Desde el 2008 DNP-Petronic y Albanisa controlaron las importaciones de crudo y derivados, que venían principalmente de Venezuela, en el marco de un acuerdo de cooperación multimillonario, que si bien Petronic (empresa estatal) participó en el esquema, los recursos que entraron en concepto de cooperación se manejaron al margen del Presupuesto General de la República y se desconoce con certeza el destino final de los mismos.

Lo último que se sabe sobre quién importa

Según el reporte del Ministerio de Energía y Minas, hasta el 2019, de los 3.91 millones de barriles de petróleo importados, Puma los trajo en su totalidad; en tanto, de 1.53 millones de gasolina súper Puma importó 488,084 barriles; DNP-Petronic compró 976,887 barriles, y Petronic otros 60,110 barriles. En menor medida, UNO importó apenas 3,093 barriles.

En el caso de la gasolina regular, se trajo al país 431,287 barriles. De estos, 399,635 fueron traídos por DNP, que sería el máximo importador de este producto, al menos hasta el 2019, el último dato actualizado por el MEM, que no recogería de lleno el impacto de las sanciones de EE. UU. en sus operaciones.

En tanto, el diésel, el carburante de mayor consumo a nivel nacional, se trajeron del exterior 2.62 millones de barriles. De estos, 2.33 millones igualmente fueron importados por DNP y en menor medida participaron Puma y Petronic. Albanisa como empresa en ese año solo trajo gas licuado de petróleo, pero en menores cantidades.

No está claro cómo se reconfiguró el negocio de la importación de petróleo y derivados en el 2020, porque el Ministerio de Energía y Minas a siete meses del 2021, aún no publica el anuario estadístico del año pasado que reflejaría con claridad si Puma expandió el control de las compras en el exterior de los productos terminados o hubo una recomposición de importadores, que antes eran minoritarios.

¿Por qué se mantiene distorsión?

Pero más allá de ello, César Arévalo, especialista en hidrocarburos y quien ha trabajado en el sector, insiste en que una muestra clara sobre la distorsión que existe es comparar los precios de Nicaragua con los de El Salvador, que comparte similitud en la estructura de mercado: los precios no son regulados y la logística es igual.  Eso sí, en ese mercado existe el Ministerio de Economía, que se encarga de sugerir cuáles deben ser los precios, y señaló que en ese país las ganancias son por incremento en ventas y no por aumento en precios.

Asimismo, menciona que El Salvador tiene el mismo comportamiento de consumo del diésel como el de Nicaragua, “ y desde el 2009 hasta la fecha, el incremento de precios en ese país ha sido mínimo, porque hay elementos de costos que aumentan (de acuerdo a) la fórmula de paridad”.

En el caso de Nicaragua, el especialista sostiene que lo que se ha experimentado es un incremento en volumen y precios. “Ya no se puede mantener la agenda política de decir ‘ah era Albanisa, era DNP, es cierto, entrando estas en la cadena de intermediación nos encareció los precios, pero al salir Albanisa prácticamente a finales de 2017 y ya no importando gasolina ni diésel de Venezuela”.

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¿Qué se puede hacer para que bajen los precios del mercado?

A criterio del especialista, la única variable natural es la de oferta y demanda, pero estas en Nicaragua han optado por otra fórmula.  “¿Qué le quedan a las petroleras? Usar dos políticas, ajustar precios por la baja en el volumen de ventas o bajar precios para estimular la venta, normalmente lo que usan aquí los monopolios o los oligopolios, sobre todo cuando están coludidos, es ajustar precios si suben las ventas, pero no hacen esas políticas de decir ‘voy a bajar el precio para que el consumidor aumente’”, puntualizó.

Además, agregó que sería difícil bajar los precios de los combustibles a los niveles existentes en El Salvador, puesto que “la diferencia es altísima”. También compartió que en ese país el margen de venta de los tres productos subió, pero poco en comparación con Nicaragua, “entonces las ganancias que han tenido las petroleras allá ha sido por incremento de ventas más que por incremento en precios, en Nicaragua ha subido el volumen de venta y los precios, por todos lados tienen ganancias”.

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Y es que, según el especialista, “aquí ya se sabe a quién obedecen las instituciones y en El Salvador son independientes, hay un Ministerio de Economía que sugiere los precios y hay competitividad entre las mismas estaciones”.

Añadió que para poder disminuir los precios en Nicaragua se tendrían que bajar los márgenes de ganancias y transparentar los costos de la fórmula de paridad, y para que este valor baje se tendría que analizar cuáles son los elementos de costos que han incrementado, algo que asegura no ha notado según la economía de escala.

Otro cuestionamiento que plantea Arévalo es que las mayores distribuidoras de combustibles en Nicaragua también tienen participación de 51 por ciento en las estaciones de servicio en el mercado salvadoreño, donde venden más baratos los carburantes, pese a que ambos mercados comparten similar logística y especificaciones de productos.

Al ser consultado sobre cómo han evolucionado las ganancias extras que tiene el mercado de los combustibles, el especialista compartió que “están ganando casi igual que antes” puesto que están compartiendo los mismos márgenes. Aseguró que no hay mucha información al respecto debido a que el Ministerio de Energía y Minas (MEM) no ha actualizado sus datos mensuales durante el 2020.

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“Por ejemplo, no sé por qué razón y a dónde fue que se vendió más, porque no tengo la distribución en estaciones y clientes industriales, pero de enero a marzo de este año se vendió casi 7.5 por ciento más que lo registrado en el mismo periodo de 2020”, indicó.

Asimismo, agregó que actualmente “casi el 95 por ciento lo están trayendo de Estados Unidos, que por su naturaleza tiene menor flete marítimo que el que se tenía en Venezuela, o sea esta gente está trayendo volúmenes con un costo más barato y se le queda en el bolsillo a ellos”.

La interrogante que plantea Arévalo es si Albanisa salió del negocio de las importaciones de gasolinas y diésel, por el que antes el consumidor pagaba un cargo a favor de la importadora de al menos 0.12 dólares por galón, ¿por qué se continúa aplicando ese cobro dentro del precio final?

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