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Nicaragua

Daniel Ortega y Rosario Murillo en un acto en Managua. LAPRENSA/AFP

Así se contradice el régimen en su discurso sobre el manejo de la pandemia

Desde sus cifras, discursos o informes, Ortega y Murillo dejan en evidencia las discordancias en su manejo de la pandemia y las amenazas que lanza a médicos y medios independientes por retratar la situación del país

La dictadura de Daniel Ortega vive una paradoja en cuanto al manejo del Covid-19 en Nicaragua. Por un lado, la vicepresidenta designada Rosario Murillo en sus discursos recientes ha declarado su «preocupación» por el acecho de las variantes del virus, demanda un acceso equitativo de las vacunas anticovid en la región y asegura tener bajo control el contagio entre la población, pero, por otro lado, los datos del Ministerio de Salud (Minsa), los informes que recibe la OPS y el accionar temerario que promueven desde sus instituciones desmontan el discurso de los Ortega-Murillo.

Desde que se estableció la pandemia en el país, el régimen orteguista ha minimizado el impacto del virus en la población nicaragüense. A 16 meses de registrarse el primer caso —en marzo de 2020—, la administración orteguista no ha tomado acciones enérgicas para reducir la transmisibilidad y mortalidad entre la población, pese a los llamados de organizaciones de salud internacionales y los mismos médicos independientes del país.

En reiteradas ocasiones, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha manifestado su preocupación por las constantes convocatorias a actos masivos desde las instituciones del Estado y sin compromiso de protección sanitaria alguna, y han reiterado las dificultades que supone la «escueta información» oficial que brinda Nicaragua para que la organización pueda tener un panorama real de lo que pasa y apoyar en correspondencia a eso.

Aquí una recopilación de lo que dice, lo que hace y cómo se contradicen los Ortega Murillo en el contexto de pandemia:

Datos oficiales y valoración médica independiente

Desde el inicio de la pandemia, el gremio médico independiente ha monitoreado de cerca el comportamiento del Covid-19 en el país. Desde sus reportes y valoraciones han alertado sobre el repunte de contagios y muertes, evidenciando los estragos que ha causado el virus en 16 meses de presencia en el país.

Hasta este martes 6 de julio, según el Minsa, Nicaragua acumula 8,461 casos de coronavirus y 192 muertes por el virus. Sin embargo, el Observatorio Ciudadano Covid-19 reporta al 30 de junio 18,123 posibles contagios y 3,453 muertes sospechosas debido al nuevo coronavirus. En lo que sí coinciden ambos conteos es en la tendencia de aumento de los casos positivos o sospechosos, el Minsa lleva 10 semanas reportando una espiral ascendente de nuevos contagios.

A pesar de la realidad que reflejan ambos registros —Minsa y Observatorio—, Murillo ha querido negar la gravedad actual de la pandemia y ha intentado desacreditar la alerta de los especialistas y sus análisis en medios independientes. «Falsos médicos con falsos pronósticos, con falsas encuestas, noticias falsas, ya lo hemos dicho, medios de comunicación que nosotros llamamos chachalacos, urracas parlanchinas que se dedican a cantar únicamente malignidades, y bueno reiteramos, todo se paga en la vida, ayer decíamos, nadie es eterno, el que mal hace, mal le llega», sentenció la primera dama el pasado miércoles 7 de julio.

Además de las cifras, los escenarios de salas llenas de cuidados intensivos y “salas Covid” saturadas en los hospitales, la alerta en redes sociales de ciudadanos con casos de familiares, además de los reportes de aumento en servicios funerarios de “entierros exprés”, dejan en evidencia el afán del régimen por minimizar la realidad. A cada denuncia en medios independientes, Murillo arremete en sus intervenciones de mediodía contra el gremio médico, acusándolo de mentiroso por «aterrorizar a las familias».

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Amenaza de variantes vs. actuar del Minsa

En sus recientes intervenciones mediante medios oficialistas, Rosario Murillo ha externado de manera enfática su preocupación por la aparición de nuevas variantes del nuevo coronavirus, reconoce la peligrosidad que representan y su posibilidad de acechar al país.

«Jornadas de vacunación voluntaria para protegernos, sin dejar, sin descuidar, las medidas, porque hay variantes que son de alto riesgo. En todo el mundo la OMS ha presentado los riesgos de las distintas variantes y de las nuevas variantes, y sabemos que lo único que puede protegernos, además de la vacuna, es el cuido y asegurar que todo lo que hagamos, lo hagamos con responsabilidad», expresó Murillo durante su intervención del 6 de julio en los medios oficialistas.

Sin embargo, la preocupación manifiesta por Murillo no corresponde a la lentitud con la que el Minsa realiza el proceso de muestreo, envío de material, análisis y reporte para la detección de nuevas variante del virus en el país. La OPS, en su última sesión informativa de este 7 de julio, confirmó que Nicaragua sigue sin identificar qué variantes circulan en el país, porque «continúa» con este proceso, pese a que desde hace dos meses el organismo donó todo lo necesario para realizar este procedimiento.

El organismo destacó que está a la espera que el Minsa reporte todos los resultados una vez concluya el proceso de detección. Médicos independientes señalaron que si el país ya cuenta con materiales para realizar dicho tamizaje, el proceso de detección no debería de demorar tanto.

Guatemala y Honduras son referentes de eficiencia en este proceso. Honduras desde abril realiza secuenciación genómica del virus y a inicios de junio el sistema de salud hondureño envió muestras al laboratorio de Panamá, el cual es parte de la red de vigilancia, y el 24 de ese mismo mes informó la presencia de tres variables de preocupación.

Llama a cuidarse, pero promueve aglomeraciones

Desde la llegada del Covid-19 al país, el régimen se ha negado a adoptar medidas estrictas para detener los contagios y muertes. Mientras otros países de la región cerraban sus fronteras e imponían cuarentenas obligatorias o graduales, en Nicaragua la dictadura mandó a sus adeptos a las calles a exponerse al contagio en una temeraria y disparatada marcha llamada “Amor en los tiempos de Covid-19”.

Actualmente, aunque Murillo se niega a reconocer el impacto del virus, ha insistido en la importancia de cuidarse, tomar las medidas básicas de protección.

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«Dicen que hoy miércoles se llegó a más de cuatro millones de fallecidos por la pandemia. Y bueno, la exigencia de los líderes mundiales de buena voluntad es la distribución equitativa de vacunas (…) entendiendo que debemos hacer todos los esfuerzos, todos juntos, para prevenir más muertes, más dolor, más sufrimiento, y también para atender la necesidad de recuperar económicamente a nuestros países», dijo Murillo en su comunicación del 7 de julio.

Sin embargo, todos los jueves o viernes Murillo anuncia cientos de actividades que su administración promueve para los fines de semana a nivel nacional. Estas van desde desfiles, eventos culturales, religiosos, deportes o concursos, todos propiciando la aglomeración de personas, cuando una de las principales recomendaciones para evitar el contagio es mantener la distancia de al menos dos metros y no organizar eventos masivos.

Ambiciosa meta de vacunación y lo que dice la OPS

Otra de las frases recurrentes de Murillo es la invitación abierta a acudir a los puestos de vacunación para inmunizarse, pese a que el acceso a los biológicos todavía es limitado y se han reportado denuncias ciudadanas de desabastecimiento o rechazo a pacientes en los puestos.

A través del Minsa, la dictadura prometió que antes que finalice el año 2021 el 70 por ciento de la población estará inmunizada contra el Covid-19; sin embargo, la lentitud con la cual se desarrolla este proceso, más la falta de disponibilidad de vacunas y la ausencia de una masiva campaña informativa, haría imposible el cumplimiento de esta osada proyección, expusieron recientemente médicos independientes.

Hasta la fecha, el régimen no ha informado el detalle de cuántas personas se han inmunizado, a cinco meses de haber iniciado la jornada de vacunación. Los únicos datos públicos ofrecidos por el Gobierno a la OPS solo reflejan 167,500 personas vacunadas con la primera dosis, hasta el 21 de mayo de este año. Y aunque se sabe que la aplicación de primera y segunda dosis avanza en el país, se desconocen los números reales, porque el Minsa no brinda informes públicos.

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Esa decisión del régimen de mantener secretismo sobre el proceso de vacunación contra la enfermedad mantiene al país como el más rezagado de la región centroamericana en el proceso de inmunización.

Covid y su impacto en el personal de salud

A pesar que el personal de salud ha estado en la primera línea combativa contra el Covid-19, no fue hasta la tercera fase de inmunización que el régimen de Ortega decidió incluirlos en los grupos prioritarios, incluso cuando organizaciones independientes alertaban sobre varios contagios y muertes entre los trabajadores de salud.

Mientras los reportes extraoficiales indican de nuevos casos y decesos entre el personal de salud, el Ministerio de Salud en los informes semanales no especifica la cantidad de víctimas que ha cobrado el Covid entre el personal sanitario, esencial para hacer frente a la pandemia; si son del sector público y afines al Gobierno los ensalza, reconoce y agradece su labor, pero si es el sector privado e independiente, los ataca por alertar y aconsejar a la población sobre las medidas de protección anticovid.

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Lo único que se sabe al respecto son los informes que brinda el Observatorio Ciudadano —organismo independiente— que contabiliza 1,098 trabajadores de salud con síntomas asociados al virus y 139 fallecimientos atribuibles a la pandemia.

Nacionales covid-19 Murillo Nicaragua archivo

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