Escribí este artículo el 14 de julio, día en que celebramos nuestra sagrada bandera. A pesar de la importancia de esta fecha para nosotros, no es un día feriado. En Nicaragua solo 10 fechas son feriadas. Varias de ellas son religiosas como Navidad y el Día de la Inmaculada Concepción. Otras conmemoran acontecimientos históricos como la Batalla de San Jacinto y nuestra Independencia. Y, por supuesto, el 1 de mayo, Día de los Trabajadores.
Más allá de los días especiales nicaragüenses, los que escuchamos las noticias por la radio y algunos canales de televisión nos percatamos que hay un chorro de días internacionales vinculados a otros eventos, causas y hasta cosas. La vasta mayoría de estos fueron aprobados por la ONU.
El número de los días mundiales de la ONU se acerca a los 200, y sigue creciendo. Algunos conmemoran acontecimientos o causas que son realmente relevantes como el Holocausto, o la exterminación de seis millones de judíos por el gobierno fascista de Alemania; el Día Mundial de la Libertad de Prensa, y el de los Derechos Humanos.
Pero la vasta mayoría de los restantes son difíciles de justificar y hasta son risibles. ¿Por ejemplo, sabía usted que hay días internacionales de la gastronomía, la “creatividad e innovación”, del jazz, las abejas, los árboles de olivo, las aves migratorias, el té y hasta de los bancos? Sí, ¡de los bancos!
En vista de lo anterior, pensaba proponer en este escrito sumar a nuestros días nacionales —aunque no a los feriados— a uno más que es eminentemente justificado: el día de los abuelos. Tuve la bendición de conocer y tratar a mis cuatros abuelos. De mis abuelas recibí mucho amor y conocimientos que hasta la fecha me sirven de mucho, como aprender a orar. Y mis abuelos me heredaron importantes consejos que todavía me guían. Uno de estos es que “casa y potro, que lo hagan otros”. Cuando era chavalo no comprendí la trascendencia de este refrán. Pero ahora yo —al igual que todos los que se han metido en ambas tareas— comprendo la sabiduría de este dicho.
Consciente de lo mucho que les debo a mis abuelos, y porque mis cuatro nietos son especialísimos para mí y una fuente de inmensa alegría, hago lo imposible para estar con ellos. Pero como viven en Estados Unidos y tienen tiempo de no visitarme en Nicaragua, por razones obvias, procuro siempre hablarles en español —aunque sea por Face Time— para que sean bilingües. También les inculco conocimientos de Nicaragua y de aspectos positivos y sabrosos de nuestra rica cultura.
Volviendo a mi propuesta de incorporar el día de los abuelos a nuestro calendario seglar, cierro con un par de reflexiones. Primero, su santidad, el papa Francisco, sentó un precedente incorporando al calendario litúrgico de la Iglesia un día para honrar a los abuelos y otras personas de avanzada edad. Este día es el cuarto domingo de julio fecha, por cierto, que se aproxima al día de San Joaquín y Santa Ana quienes, según la tradición católica, fueron los abuelos de Jesús, nuestro Señor.
Y, segundo, cuando le mencioné a un buen y sabio amigo que pensaba proponer que en Nicaragua el Estado designase un día para los abuelos, me informó que esto ya se había decretado. Ocurrió el 13 de febrero de 2014 y justamente el día de los abuelos y de los adultos mayores escogido era el 26 de julio, la fiesta de San Joaquín y Santa Ana. No sabía esto y me pregunto, ¿cuántos nicaragüenses lo saben? Mi sospecha es que muy pocos.
En vista de esto, mi propuesta es darle más importancia a esta celebración. En parte lo debe de promover más el propio Gobierno. Pero siendo pragmático, también insto a que el sector privado nacional, sobre todo el comercio, impulse esta celebración. Así se han hecho verdaderamente populares fiestas como el Día del Padre, la Madre y la Amistad ¡aquí y en la Cochinchina!
El autor es articulista de la prensa.
