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Los guerrilleros sandinistas entrando triunfantes a Managua el 19 de julio de 1979. El diario español La Vanguardia relató que la población los recibió con flores, frutas y abrazos. LA PRENSA/ FOTO DE PERRY KRETZ

Lo que sucedió aquel 19 de julio de 1979, minuto a minuto

El calendario lo marca como el día que triunfó la Revolución sandinista, pero en las primeras horas todavía no era segura la victoria. Fue un día vertiginoso. Guerrilleros entrando a Managua y guardias queriendo salir. Llanto de alegría y llanto de derrota. Terminaron los balazos de guerra y se oyeron los de celebración

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El 19 de julio de 1979 fue jueves. En Managua y en muchos otros lugares de Nicaragua escaseaba el agua y la comida. La electricidad también estaba ausente. Lo que sí abundaban eran los balazos y un nuevo escenario: consignas como “patria libre o morir”, canciones como “La tumba del guerrillero” y banderas rojinegras adornando todas las calles del país.

También había refugios, incertidumbre, miedo, muertos, heridos, destrucción, llanto, dolor, exiliados, niños con hambre y llorando, madres preocupadas.

Ese día quedó establecido en el calendario como la fecha en que triunfó la Revolución sandinista en Nicaragua, pero en las primeras horas de ese jueves eso no era una certeza.

Fue hasta como las 2:00 de la tarde, indican las crónicas de periodistas extranjeros, que los sandinistas tuvieron control total de la capital nicaragüense. Entonces sí, ya era seguro el triunfo.

Una junta de gobierno asumió el poder tras el derrocamiento de la dictadura somocista. La conformaron Daniel Ortega, Sergio Ramírez, Violeta Barrios de Chamorro, Alfonso Robelo y Moisés Hassan. Este último no aparece en esta imagen porque fue tomada el 18 de julio en León y él no había llegado a ciudad todavía. LA PRENSA/ FOTO DE PERRY KRETZ

Ese día no se pudo celebrar la victoria. Desde junio de 1979 existía una junta de gobierno preparada para asumir el poder tras el derrocamiento del dictador Anastasio Somoza Debayle.
Ese 19 de julio esa junta se encontraba en León y no era seguro llegar a Managua porque en las calles de la ciudad todavía se podían encontrar, en cosa de algunos cientos de metros, ya fueran guerrilleros sandinistas que comenzaban a tener control o guardias que andaban desesperados, con el terror en los ojos, sin jefes, sin órdenes, buscando como huir, tan nerviosos que con la menor señal de peligro disparaban aunque se tratara de civiles, cuenta el diario español La Vanguardia.
Fue hasta el día siguiente, 20 de julio, que se celebró en la Plaza de la República.

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Después se hizo el recuento. Sacar a los Somoza del poder costó 35 mil muertos, 110 mil heridos y 40 mil niños huérfanos, sin contar las viudas y las adoloridas madres que perdieron a sus hijos, las pérdidas económicas, las heridas y resentimiento entre la población.

Las primeras horas

Los últimos guardias que salieron de Masaya estaban acuartelados en el cerro El Coyotepe. No podían salir porque los guerrilleros sandinistas los tenían rodeados. En la noche del 18 de julio hicieron los últimos disparos y huyeron en la madrugada del 19. Los sandinistas creen que salieron por aire, en algún helicóptero.

A la 1:00 de la madrugada, la Guardia estaba en movimiento en las diferentes oficinas de Managua. En el búnker, en la EEBI, en el aeropuerto, en la Fuerza Aérea, en todos lados.

No sabían qué hacer.

El 17 en la mañana Somoza había huido. Francisco Urcuyo Maliaños había quedado como presidente y el general Federico Mejía como nuevo jefe de la Guardia. Pero tanto Urcuyo como Mejía huyeron entre la tarde y la noche del 18. El 19 de julio la Guardia estaba acéfala.

El piloto Rodolfo Neira cuenta que desde la 1:00 de la madrugada comienza a haber movimiento de avionetas. Los guardias comienzan a huir a como podían y en lo que fuera.

El 17 de julio huyó Somoza de Nicaragua y dos días después desapareció la Guardia Nacional. LA PRENSA/ CORTESÍA/ IHNCA

La efervescencia del momento era tal que esa misma madrugada llegó a Nicaragua en una avioneta monseñor Miguel Obando, procedente de Costa Rica. Se dirigió a donde estaban los guardias en el búnker. Llegó saludando y bendiciendo a los soldados. Su propósito era mediar.

El piloto Neira cuenta que un soldado dijo sobre Obando: “Este es sandino-comunista, hay que matarlo”. Y luego le disparó a la cabeza al sacerdote.

Lo hubiera matado de no ser que el capitán Leonel Gutiérrez metió la mano con rapidez y desvió el balazo hacia arriba, aunque la bala sí logró el gorrito que llevaba puesto el sacerdote.

No hay registros de que el cardenal Obando, fallecido en 2018, haya contado esta historia. Lo que sí relató en un libro fue que cuando él baja de la aeronave, los guardias dispararon contra la misma, pero dejaron de hacerlo cuando se dan cuenta que era él.

Los guerrilleros sandinistas se habían tomado casi todos los cuarteles de la Guardia en Nicaragua, cuando se llegó al 19 de julio de 1979. LA PRENSA/ ARCHIVO/ CORTESÍA/ IHNCA

El amanecer

Antes que saliera el sol, el mayor Enrique Munguía, quien había dirigido las patrullas que dieron muerte a Carlos Fonseca y a Pedro Aráuz Palacios, se encontraba al mando de la cárcel Modelo de Tipitapa. Sintonizó la Radio Nacional y escuchó música de los sandinistas. No se preocupó. Estaba acostumbrado a que los guerrilleros se tomaran las radios somocistas para difundir rápidamente comunicados, pero después se iban. Esa vez estaba equivocado, pues ya los sandinistas controlaban la Radiodifusora Nacional.

La Junta de Gobierno se encontraba en León, primera ciudad de la cual se apoderaron los guerrilleros, el 7 de julio. Los miembros eran Daniel Ortega, Sergio Ramírez, Alfonso Robelo, Moisés Hassan y Violeta Barrios de Chamorro.

Violeta Barrios de Chamorro cuenta en su libro Sueños de Corazón que ese día se despertó escuchando en la radio que Granada había caído en manos de los sandinistas tras unas cuantas horas de combate y que en Masaya las tropas se habían rendido.

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Cuando Barrios de Chamorro despertó, ya estaban en camino hacia Managua los guerrilleros que habían tomado ciudades a la víspera. León fue la primera. Puerto Cabezas el 15. Estelí el 16. Chinandega y Granada el 18.

Las últimas ciudades cayeron el propio 19: Managua, Matagalpa, Rivas, Jinotega.

Otra imagen de la entrada de los sandinistas a Managua el 17 de julio de 1979. LA PRENSA/ FOTO DE PERRY KRETZ

Los guerrilleros sandinistas iban a la capital pensando que ahí se iban a armar fuertes combates. Nada de eso. El grueso de la Guardia estaba reconcentrado en el aeropuerto Las Mercedes y en la Fuerza Aérea. Ahí sí hubo uno que otro enfrentamiento fuerte, pero tampoco fue mucho. Otros guardias estaban heridos en el Hospital Militar. Y otros cuantos andaban buscando asilo en las embajadas o se habían metido a iglesias o donde los bomberos.

Según el periodista español Manuel Leguineche, de La Vanguardia, en las entradas a Managua la población recibía a los guerrilleros con frutas, flores y abrazos.

Ya las carreteras de acceso a Managua estaban patrulladas por milicianos, pero siempre se podía encontrar a algún grupo de guardias, muchos de los cuales ni siquiera sabían que el capitán Fulgencio Largaespada había rendido a la Guardia.

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El piloto Rodolfo Neira cuenta que como a las 9:15 de la mañana el personal de la Fuerza Aérea se reúne en el hangar uno y se informa que no hay aviones para escapar. Los guardias se quedaron perplejos. Neira, que ya había visto una avioneta “mal parqueada”, le dice al cabo Rito Gómez: “Montate, vamonos”. Sin saber que todo había terminado, Gómez contestó: “Yo entrego a las 12:00 del día”. “Pues le entregarás el turno a los sandinistas”, le respondió Neira.

Antes de salir en una avioneta, a Neira se le acercó otro guardia que andaba ebrio, el cual dijo: “Perdimos la guerra”. Luego se puso su Galil debajo de la barbilla y se disparó.

Elías Noguera, quien había combatido en Estelí, le contó a Mónica Baltodano que él y su grupo fueron los primeros en llegar al búnker de Somoza, en la loma de Tiscapa. Era el lugar más importante, prácticamente desde donde operaba el gobierno de Somoza.

Al principio llegaron con temor. No sabían si había guardias armados esperando para atacar. Fue como a las 9:00 de la mañana. Pero solo hallaron a un jardinero, un guardia que ya estaba jubilado o estaba a punto de hacerlo y un perro de raza collie, al cual le habían dejado suficiente comida y agua.

Noguera cuenta que de repente escucharon unos quejidos que provenían de una celda que estaba casi como en subterráneo. Fueron a ver y se encontraron con un hombre a quien el cabello le llegaba a la cintura. Todo indica que era un reo de Somoza que tenía unos 20 años de estar en prisión. Lo sacaron pero cuando el hombre vio el sol se murió.

La cama donde dormía Somoza en el búnker. LA PRENSA/ TOMADA DE INTERNET/ FOTO DE PEDRO VALTIERRA

La comandante Leticia Herrera, que había llegado de León, relata en su libro “Guerrillera, mujer y comandante” que los diferentes frentes se dividieron el búnker. El Frente Norte en un lado, el Frente Sur en otro, el Frente Interno en otro e igual el Frente Occidental.

Antes, el búnker había sido saqueado. Estaba lleno de uniformes y botas militares, ropa, restos de comida, documentos como fichas de los guerrilleros y de los “orejas” o soplones. Había un retrato grande de Somoza, una imagen de Mafalda. En las históricas imágenes de ese momento se puede apreciar a los guerrilleros disfrutando de la cama en la que Somoza dormía con Dinorah Sampson, de las sillas mecedoras. De todo lo que había en el búnker.

Los Somoza

Pasadas las 10:00 de la mañana, el italiano Giorgio Pasqualini se encontraba en la sede del Benemérito Cuerpo de Bomberos, frente al estadio viejo de beisbol.

Desde allí contempló con dolor como con un tractor del Departamento de Carreteras, usando cuerdas, un nutrido grupo de personas derribó la estatua en la que el fundador de la dinastía, Anastasio Somoza García, estaba sobre un enorme caballo.

Pasqualini lloró. No lo hizo por motivaciones políticas sino porque él había instalado esa estatua en 1954, después de ganar un concurso en Italia para hacerlo.

Con la entrada de los guerrilleros a Managua, la población se envalentonó y de forma espontánea decidió botar la estatua, la cual se quebró al caer. La parte más grande se colocó después en un museo, pero quedaron trozos en las calles cercanas al estadio y durante toda la tarde de ese 19 de julio la gente estuvo dándole a los restos con mazos o con lo que tuvieran en la mano.

Botando la estatua de Anastasio Somoza García, frente al viejo estadio de beisbol, el 19 de julio de 1979. LA PRENSA/ ARCHIVO

El hijo del dictador, Anastasio Somoza Portocarrero, le contó en una entrevista al periodista Fabián Medina que ese 19 de julio, dos días después de haber huido Somoza Debayle de Nicaragua, se encontraban ambos en altamar, en un lujoso yate rumbo a la Bahamas.

“El 19 de julio yo estaba en altamar, saliendo de los Estados Unidos debido a que el subsecretario de Estado, Warren Christopher (de Estados Unidos), había declarado unilateralmente inválida la invitación hecha por el embajador de Estados Unidos para que el presidente Somoza se radicara en Estados Unidos después de renunciar a su cargo”, contó Somoza Portocarrero a Medina.

Ese 19 de julio de 1979 los sandinistas se tomaron algunas embajadas de Nicaragua en diferentes países, la principal de ellas en Washington, Estados Unidos, en la cual residían la hermana de Somoza Debayle, Lillian, y su esposo, el embajador Guillermo Sevilla Sacasa.

Lillian Somoza contó ese episodio en una entrevista a Gabriel Traversari: “Fue terrible. De la noche a la mañana entraron a la embajada a sacarnos. Yo tenía a mi madre con nosotros y por un instante pensé que le iban a hacer algo… Lo más triste es que no solo teníamos a todos estos agresivos personajes invadiendo nuestro hogar también, sino que venían con el entero respaldo del gobierno de los Estados Unidos. Eso me hirió mucho a mí”.

Fidel Castro

Desde lejos, en La Habana, Cuba, Fidel Castro disfrutaba de la victoria de los sandinistas.
De acuerdo con lo relatado por su exguardaespaldas Juan Reinaldo Sánchez, el dictador cubano se sentía contento porque él había apoyado a varios grupos guerrilleros de Latinoamérica y los sandinistas triunfaron 20 años después de que les empezó a ayudar.

“Tras dos décadas de esfuerzos, (Fidel) ha conseguido por fin exportar su revolución”, escribió Sánchez en su libro La vida oculta de Fidel Castro.

Fidel Castro visitó Nicaragua hasta un año después del triunfo de la revolución sandinista. En la imagen de julio de 1980, Castro viaja por la Carretera Norte en la parte de atrás de este Mercedes Benz, mientras que Humberto Ortega lo hace en la parte delantera. LA PRENSA/ ARCHIVO/ CORTESÍA/ IHNCA

Fidel Castro no viaja a Nicaragua inmediatamente, sino que espera un año para hacerlo. No quería despertar sospechas de que él estaba detrás de los sandinistas y tampoco hacer enojar a Estados Unidos.

Según Sánchez, las imágenes del triunfo de los sandinistas le recordaban a Fidel Castro el día que él triunfo en Cuba, el 1 de enero de 1959.

Macho Negro y el final de la Guardia

Llegado el mediodía, en Masaya, los guerrilleros tenían al lado de una pared a un guardia que habían capturado sucio y con una pierna enyesada. Se trataba de Alberto Gutiérrez, conocido como Macho Negro porque era el encargado de pasear el caballo de Anastasio Somoza García.

Según un reportaje de la revista Magazine de LA PRENSA, Macho Negro era perseguido por los sandinistas porque estaba calificado como torturador y asesino.

En la pared donde lo tenían lo fusilaron. “No me maten, háganlo por mis hijos, por mis familiares, yo no le he hecho nada a nadie”, suplicaba el guardia.

Le preguntaron si deseaba que le concedieran algo, pero él respondió que “nada”. Entonces “Gutiérrez recibió una descarga que lo levantó del suelo y lo estrelló contra el muro. Apenas atinó a arrugar la cara. Luego el cuerpo comenzó a caer como en cámara lenta ante la multitud que observaba en silencio”, narró el periodista Fabián Medina.

Fusilamiento de Macho Negro. LA PRENSA/ ARCHIVO

Siempre al mediodía, el teniente coronel Fulgencio Largaespada, el único mando de la Guardia que quedaba en Nicaragua, llamó a los últimos guardias a rendirse y entregar sus armas.

En la Fuerza Aérea había una gran cantidad de guardias esperando por un avión que nunca llegó. Se tuvieron que entregar a la Cruz Roja, la cual los trasladó a las instalaciones de la Zona Franca, donde estuvieron varios días hasta que finalmente fueron llevados a la cárcel Modelo de Tipitapa y estuvieron encarcelados durante todos los años ochenta, hasta que ganó Violeta Barrios de Chamorro.

Igual pasó con los guardias de Jinotega. El teniente Sergio Caldera Avilés contó que funcionarios de la Cruz Roja les pidieron que se metieran a una iglesia. De ahí fueron llevados a la Modelo.

Otros trasladados a la Modelo fueron otras decenas de guardias que estaban heridos en el Hospital Militar. Los exguardias han contado que los guerrilleros sandinistas entraron y golpearon a los heridos, mientras las enfermeras les decían que no lo hicieran.

En su libro Nicaragua Traicionada, Anastasio Somoza Debayle cuenta que el comandante Bravo, quien lideraba las tropas que enfrentaban al Frente Sur, improvisó unas barcazas y botes y escaparon de Nicaragua desde San Juan del Sur.

Guardias y sus familiares buscando cómo salir de Nicaragua el 17 de julio de 1979 en el aeropuerto internacional. LA PRENSA/ ARCHIVO/ CORTESÍA/ IHNCA

Los guerrilleros sandinistas cuentan que Edén Pastora y una parte de su tropa iban por Rivas cuando se dieron cuenta que un grupo de guardias estaba huyendo por San Juan del Sur. Pero Pastora no quiso detenerse, tenía prisa por llegar a Managua, adonde llegó hasta el día 20.

El mayor Enrique Munguía, quien estaba al frente de la cárcel Modelo, la había abandonado cerca de las 11:00 de la mañana, tras confirmar que la Guardia ya no existía. Un soldado se le acercó para preguntarle qué hacía con las llaves de las celdas y Munguía le respondió que las tirara en cualquier lado.

A la 1:00 de la tarde los reos rompieron los barrotes y salieron.

Ya al caer la tarde, el aeropuerto todavía era un caos, pero poco a poco se fue descongestionando a medida que los guerrilleros ocupaban la terminal aérea.

“Aquí Nicaragua libre, 20 de julio de 1979…”

Los mismos sandinistas no podía creer que estaban en el poder. Irónicamente el actual dictador Daniel Ortega se convenció de que habían ganado cuando ese jueves 19 de julio de 1979 vio en la televisión unas imágenes de Sandino.

El diario español La Vanguardia cuenta así el momento en que la televisión somocista pasó a ser sandinista: “Kung Fu se ha quedado suspendido en el aire en el momento en el que lanzaba uno de sus tremendos golpes con la planta del pie derecho. Sin más avisos se ha interrumpido a las ocho y cuarto el telefilm norteamericano que protagoniza David Carradine para dar paso a una filmación del último discurso del periodista asesinado por Somoza, Pedro Joaquín Chamorro”.

La celebración del triunfo el 20 de julio de 1979, en la plaza de la República, después llamada de la Revolución. LA PRENSA/ ARCHIVO

Por la noche de ese 19 de julio, el periodista de la televisión mexicana Edgar Hernández se hospedaba en el hotel Camino Real. Tomó una servilleta y comenzó a redactar lo que iba a decir en vivo a los mexicanos, por teléfono, al día siguiente cuando se celebrara el triunfo en la Plaza de la República. Le salió un poema:

“Aquí Nicaragua libre, 20 de julio de 1979. La libertad tuvo hoy un nuevo significado, dio la mano a la democracia ante el júbilo desbordante de un pueblo que sepultó a una dinastía de 42 años, seis meses y seis días…”.

La Prensa Domingo 19 de julio de 1979 FSLN Nicaragua archivo

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