La derrota de René Alvarado dolió más de la cuenta al equipo de trabajo del peleador. El excampeón mundial tenía enfrente a un monarca endeble y descifrable como Róger Gutiérrez. Aquí no vale decir que el venezolano era mejor pugilista y tenía mejores herramientas boxísticas. Al Gemelo se le ha visto batallar en el corredor de la muerte, mirar a través de una cortina sangrienta en el rostro y soportar castigo, mientras colocaba sus mejores combinaciones. La pregunta es: ¿Por qué no vimos a ese Gemelo envuelto en dinamita, dispuesto a su autodestrucción con tal de ser campeón nuevamente?
La respuesta estaría en la segunda pelea contra Gutiérrez. En ocasiones hay combates que se convierten en una pesadilla para un pugilista, te envuelve en su terror y te frisan en el ring. A Chocolatito nunca se le pudo borrar la imagen de Rungvisai después que lo mandara a tocar la lona. Fue tanto el trauma causado que decidió retirarse del boxeo por casi dos años. A René le pudo haber ocurrido una situación similar. “Le sentí la pegada por eso peleé precavido”, dijo el exmonarca. No obstante, ¿cuándo le ha importado eso? René caminó entre carbón hirviendo contra Andrew Cancio, supo resistir las embestidas de Denis Shafikov en 2017 e interpretó en ese mismo año los pasos de Gutiérrez para noquearlo en el séptimo asalto. También en las derrotas tomaba riesgos, como fue la reyerta contra el cubano Yuriorkis Gamboa o ante el mismo Cancio en 2015, cuando fue noqueado en cinco asaltos.
Te puede interesar: Jonathan Loáisiga suma otro sensacional relevo y persigue la marca de Vicente Padilla
Su entrenador, Sergio González, fue claro cuando señaló que Alvarado no le hizo caso. “Sabía que un retador debía presionar más, ir hacia al frente tirando golpes. La pelea que nos convenía más era la del boxeo en corto. Se le dijo muchas veces, pero él no entendió. Hay muchas cosas que pudieron haber pasado por su mente, se congeló y no soltó las manos como suele hacerlo”, explicó. Esa confirmación de falta de empuje refleja ese fantasma de no querer tocar la lona, obligándolo a retroceder en su artillería acostumbrada, a pesar que Gutiérrez solo presentó su jab y una que otra combinación, además de su paso hacia atrás.