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En los últimos cinco años, la suma de ambos indicadores —crecimiento e inflación— se ha mantenido entre el 7 y 11 por ciento. LA PRENSA/ARCHIVO

¿Por qué en 15 años del gobierno sandinista los salarios de los nicaragüenses rinden cada vez menos? Acá una explicación

El poder de compra (4,327.9 córdobas)  de los trabajadores del sector formal de los nicaragüenses hasta mayo de este año representaba un poco más del 43 por ciento del costo de la cesta de alimentos hasta igual mes del 2021, que se situó en 10,026.61 córdobas, según cifras del Instituto Nacional de Información de Desarrollo (Inide).

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En el 2006 un trabajador del empleo formal en Nicaragua tenía con su salario la capacidad real de comprar en bienes el equivalente a 4,823.9 córdobas, en 15 años la posibilidad de seguir comprando esos mismos productos se ha visto mermada, porque ahora solo dispone de 4,327.9 córdobas, es decir 496 córdobas menos.

Una caída del poder adquisitivo de los nicaragüenses que no está ligada exclusivamente a los tres años de recesión ni tampoco a la pandemia, sino a un largo periodo de estancamiento del salario real en Nicaragua, luego de haber registrado entre el 1996 y 2006 sustanciales mejoras. Es decir, que hoy con su salario sigue comprando igual o menos que hace una década y media.

Hasta el 2017, es decir antes de que la economía se sumergiera en la peor recesión desde la década de los ochenta, el salario real de los nicaragüenses que están en un empleo formal había descendido a 4,777.8 córdobas respecto a 2006, esto a pesar que la economía —con excepción del 2009—, creció a un ritmo anual del cuatro por ciento, incluso llegó a superar la barrera del 6 por ciento de expansión del Producto Interno Bruto (PIB) en algún momento de ese lapso.

Los números del Banco Central de Nicaragua muestran que hasta mayo de este año el salario real del empleo formal se ubicó en 4,327.9 córdobas, que comparado con diciembre del año pasado hay una ligera reducción, porque este se situaba en 4,384.3 córdobas. Todo esto en contexto de recuperación económica, con una tasa de crecimiento en el Índice Mensual de la Actividad Económica (IMAE) de 7.8 por ciento hasta mayo.

Es decir, que pese a que la economía esté en crecimiento, o sea cual fuese el contexto, los salarios reales en Nicaragua no logran anclarse a la expansión, como se observó en la década de entre 1996 y 2006.  Según registros oficiales, en 1996 el poder adquisitivo de los salarios de estos trabajadores se ubica en 3,532.4 córdobas y al final del periodo había mejorado 36.55 por ciento, es decir 1,292 córdobas.

En cambio, entre el 2007 y hasta mayo de este año, ese ha pasado de 4,470.9 córdobas a 4,327.9 córdobas, una desmejora de 142.9  córdobas (menos 3.20 por ciento), según muestran cifras del Banco Central.

Si solo se compara la evolución del salario real de 2007 con antes de los tres años de recesión, es decir el 20017, se observa  un tímida mejora de apenas 6.86 por ciento, es decir 307 córdobas más, que contrastan con la mejoría de 1,292 córdobas que se observó en la década anterior.

El poder de compra (4,327.9 córdobas) de los trabajadores del sector formal de los nicaragüenses hasta mayo de este año representaba un poco más del 43 por ciento del costo de la cesta de alimentos hasta igual mes del 2021, que se situó en 10,026.61 córdobas, según cifras del Instituto Nacional de Información de Desarrollo (Inide).

La razón del estancamiento

En ese contexto, ¿por qué el poder de compra de los nicaragüenses acumula 15 años de estancamiento, pese a los años de crecimiento que se observaron previo a la recesión? ¿Qué significa esto en términos reales para los nicaragüenses? ¿Por qué el salario real repuntó con más fuerza antes de que la actual Administración llegara al poder en el 2007?

Dos economistas consultados por LA PRENSA, que prefieren no ser citados por temor a represalias,  coinciden en que los salarios reales son un reflejo claro de que los nicaragüenses llevan más de una década y media en estado de sobrevivencia, con un mercado del trabajo copado por informalidad donde abundan los salarios precarios y que el crecimiento económico que se observó previo a la recesión no llegó a la gran mayoría de trabajadores y tampoco elevó lo suficiente la productividad.

Un primer especialista explica que incluso el poder de compra de más del 70 por ciento de los trabajadores en la informalidad puede estar por debajo del que registra oficialmente, con solo el 30 por ciento de los que tienen un empleo formal, que dada a la sobredemanda de este tipo de trabajo los salarios tienden a irse a la baja. Esto es lo que se conoció en la década de los setenta como “desempleo encubierto”.

En concreto: “Hay una sobreoferta de fuerza de trabajo”, que la economía y su crecimiento no pueden hacer frente o absorberla, lo que impacta los salarios y por ende el poder adquisitivo. Es decir, hay más gente buscando un empleo formal, cuya presión ocasiona que los salarios no mejoren sustancialmente y por tanto, más los efectos inflacionarios y otros factores, el poder de compra se estanca.

En 15 años, ¿por qué esto no ha cambiado? El otro economista dice que el problema es que hasta ahora Nicaragua no tiene una estrategia económica enfocada en transformar la economía, que implique elevar la productividad, transformar la matriz productiva e inyectar tecnología, para que esto permita aumentar los empleos formales y que las empresas ofrezcan mejores salarios y por tanto el poder de compra se eleva.

La situación se ve empeorada, indica, porque el salario real de los técnicos y profesionales, así como de los cargos de dirección del sector privado en los últimos años ha caído 24 por ciento comparado con el 2006. Pero además añade otro elemento: la inflación interna (alza de los precios) es mayor de la que se reporta oficialmente, lo que merma la capacidad de compra de los trabajadores.

Entonces ¿cómo se logró la mejora del salario real en la década 1996-2006? El primer economista dice que durante esa época los sindicatos jugaron un rol importante en cuanto a presionar para que los salarios mejoraran, un factor que ahora ya no existe porque estos se alinearon a la política gubernamental en detrimento de los trabajadores.

En esa década “los sindicatos peleaban fuerte. Ahora no hay sindicatos fuertes haciendo presión” para que las empresas y Gobierno mejoren los salarios. Es más —menciona—, la Administración actual optó por alinearse a lo que decía del Fondo Monetario Internacional, que advertía al Ejecutivo que mejoras sustanciales en los salarios del sector público también presionaban a los del sector formal y por tanto Nicaragua corría el riesgo de perder uno de sus mayores atractivos para la inversión extranjera: la mano de obra barata.

Además en la década en mención los niveles de informalidad eran menor al 60 por ciento, frente al 80 por ciento de la economía.

El comportamiento por segmento laboral

Según datos del Banco Central de Nicaragua, el poder adquisitivo de los trabajadores del Gobierno pasó de 4,512.7 en el 2007 a 4,636 córdobas a junio de este año. Es decir que casi 15 años, este solo ha mejorado 123 córdobas, equivalente a un aumento de 2.72 por ciento.

Si se excluye el factor de tres años de recesión, la posición del salario real de estos trabajadores mejora un poco más, luego que en el 2017 se había ubicado en 5,105.4 córdobas. Este salario no es comparable con el 2006, porque en el 2007 el Gobierno decidió incorporar en la nómina fiscal a los maestros.

En el caso de los trabajadores afiliados al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social, el salario real de este pasó de 4,204.7 córdobas en el 2006 a 4,701.1 córdobas hasta junio de este año, pero en el 2017  se había ubicado en 4,618.7 córdobas. De esta manera, se confirma que el estancamiento del poder adquisitivo es parejo en todos los niveles del mercado del trabajo.

El Banco Central de Nicaragua en el apartado de salarios nominales y reales desglosa los indicadores del salario real solo de los trabajadores afiliados al INSS, el Gobierno y el empleo del sector formal, que incluye información de una encuesta del Ministerio del Trabajo dirigida a empresas de más de 20 trabajadores y afiliadas a la seguridad social.

Los economistas lamentan que los empleos en Nicaragua sigan siendo de baja productividad y de bajos ingresos. “Eso hace que los salarios reales se mantengan bajos y además como no hay sindicatos fuertes eso empeora”, sentenciaron.

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