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Manny Pacquiao recibió una derecha de Ugás que hizo recordar a la de Juan Manuel Márquez. LAPRENSA/AFP

Yordenis Ugás, el boxeador que desafió al régimen cubano, deja al borde del retiro a Manny Pacquiao

Hay que ser honestos. Yordenis Ugás hizo una extraordinaria exhibición de boxeo. Fue inteligente, calculador con su jab, dosificador de energías y presentó una sólida defensa, pero...

Hay que ser honestos. Yordenis Ugás hizo una extraordinaria exhibición de boxeo. Fue inteligente, calculador con su jab, dosificador de energías y presentó una sólida defensa, pero más allá de su demostración ejemplar con “dos semanas de entrenamiento”, como dijo en sus declaraciones finales, a Manny Pacquiao lo derrotó el tiempo. 42 años pesaron mucho en un pugilista filipino que no ha perdido el coraje, pero sí la velocidad, mantuvo su instinto de depredador, pero sus colmillos estaban desafilados, sostuvo la iniciativa, sin embargo le faltó precisión. La pelea terminó en una decisión unánime (115-113, 116-112 y 116-112) para el cubano de 35 años, quien defendió su cetro de Supercampeón de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) en las 147 libras.

Como en casi todos sus combates, Pacquiao salía en desventaja de peso, de altura, de alcance de brazos y de dinamita en los puños. Con todo y eso, el filipino respondió a las expectativas del público. Tenía dos años de no pelear desde que salió del infierno contra Keith Thurman y ganar una decisión dividida. Pacquiao se adelantó con la iniciativa en el primer asalto, Ugás respondió ganando los dos siguientes, siendo el segundo el que hizo recordar el golpe de Juan Manuel Márquez. Ugás clavó una derecha que retrocedió la cabeza de Pacquiao. Luego en el tercer asalto Pacquiao manejó mejor los tiempos, tuvo un gran arranque entrando en la guarida del lobo en la corta distancia, pero el cierre de Ugás definió las acciones en esa escena. Mientras el cubano se mantenía firma con el jab, buscando colocación de su mano derecha radiactiva para el rostro del filipino, la valentía del Pac-Man le dio el cuarto round. Hasta ese punto del combate había quedado claro el peso de los años en la estrella del boxeo. Pacquiao podía entrar a descargar con furia sus combinaciones, pero no tenía velocidad en sus piernas ni en su cintura para esquivar la respuesta de Ugás, quien se dedicó a responderle al filipino en contragolpe.

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Durante el quinto asalto la tónica se mantuvo: Pacquiao hacia adelante, Ugás esperándolo con jab y colocando su derecha, el pómulo izquierdo de Pacquiao se veía magullado, pero desde mi óptica, a pesar que los golpes de poder del cubano eran evidentes, me parecían insuficientes para decretarlo ganador de ese capítulo, cuando Pacquiao había tomado más riesgos, tirado más golpes e ido hacia el frente. Es ahí donde radica la diferencia de mi tarjeta (114-114) con uno de los jueces (115-113). El sexto y séptimo, Pacquiao los sumó a su lista. Ugás se dosificó, tomó un respiro para volver con fuerza en el octavo y noveno. Daba la impresión que el golpeo de Ugás podía mandar a dormir al ídolo.

No obstante, dentro de las sorpresas del boxeo estuvo ese décimo asalto, cuando una mano izquierda de Pacquiao hizo tambalear a Ugás. El cubano respondió ganando el undécimo y dándole una paliza a su oponente en el último, el cual fue el más claro del combate para el cubano. Ugás sorprendió venciendo a una leyenda del boxeo, reivindicó su carrera con 35 años y expuso al mundo a la dictadura cubana con su grito de Patria y Vida. Ugás puede celebrar el triunfo histórico, sin embargo es evidente que poco o nada podrá hacer frente a Spence o Crawford. Para qué pensar en el futuro cuando está embriagado de presente.

Hay que ser honestos. Esta derrota no afecta en nada el legado de Pacquiao, quien correrá el próximo año para presidente de Filipinas, pero sí reivindicó las luchas sociales.  Y que no se les olvidé, a Pacquiao lo derrotó el tiempo con un silencioso ruido.

Deportes Manny Pacquiao archivo

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