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Kimberling Benavidez el día que recibió a su hija de once meses que había sido secuestrada. LA PRENSA/Tomada de VISIÓN POLICIAL

Historia de un secuestro: el drama de la niña robada en Matagalpa

Un caso enredado. Policías, secuestradores, una bebé y sus padres son los protagonistas de esta historia con polémica, críticas y suposiciones políticas. Madre y secuestradora sí eran conocidas, pero no se trató de un “show”, dice.

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Carlos Lara agarró su motocicleta y aceleró a fondo en la carretera que va de Matagalpa a Jinotega. Como de costumbre, estaba brisando, hacía frío y un poco de neblina.

Casi se cae a un barranco en una de las curvas y en otra casi choca con un camión, pero nada de eso le importaba. Estaba siguiendo el rastro de su hija de once meses que había sido secuestrada hace unas horas.

Como a las ocho y cuarenta minutos de la mañana de ese viernes 20 de agosto, Lara estaba en su casa cuando recibió una llamada por el teléfono de su madre:

–Carlos, ¿vos tenés a la niña? –le preguntó una familiar de su pareja

–No, para nada –respondió

–Es que se robaron a la niña

Inmediatamente salió en short y camisa junto a su madre, abuela de la niña, hacia la casa de su pareja Kimberling Benavidez donde estaba la pequeña. La pareja de jóvenes, él de 23 y ella de 18, tiene su casa en construcción, así que viven separados por el momento, cuenta Lara.

Cuando llegó, los familiares de Benavidez le explicaron que a su bebé la habían secuestrado una mujer de contextura recia, que aparentaba entre unos 40 y 48 años de edad, y un hombre alto, delgado y moreno en una motocicleta raybar estilo montañera color negro y que se había fugado con rumbo a Jinotega.

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Su objetivo en la carretera era localizar esa motocicleta y rescatar a su pequeña. Llegó hasta Pantasma preguntando y siguiendo el rastro. Dice que se detuvo en dos gasolineras y le permitieron revisar las cámaras de seguridad para asegurarse que la moto negra con su hija había pasado por ahí, pero no encontró nada.

Carlos también estaba incomunicado porque desde hace días no tenía teléfono. A su búsqueda se unieron otros conocidos y amigos con los que trabaja en una empresa de repartidores. Cuando estaban en uno de los pueblos cerca de Jinotega, en redes sociales decían que la niña supuestamente había aparecido y que los secuestradores ya habían sido capturados, así que se devolvió al barrio Marvin Alvarado de Matagalpa, esperanzado en poder ver a su hija.

Cuando llegó, cerca de las cuatro de la tarde, se dio cuenta de que se trataba de una noticia falsa y que su hija seguía desaparecida. “Obviamente ahí hubo un mar de llanto cuando veo que era mentira”, recuerda.

Confusión

“Yo sé que todo esto fue un enredo”, dice Kimberling Benavidez, madre de la menor de iniciales A.M.L.B, y así fue percibido el pasado veinte de agosto cuando se supo la noticia.

La Policía informó ese día que había recibido denuncia de que “sujetos desconocidos a bordo de motocicleta irrumpieron en la vivienda llevándose la niña”. La Policía llegó cerca de las diez de la mañana, tomó la denuncia de Benavidez, aplicaron técnica canina e iniciaron con la investigación para dar con el paradero de la menor.

La Policía también aseguró haber realizado retenes en las principales carreteras que van de Matagalpa hacia Jinotega, Estelí y Managua, y activó el sistema de vigilancia en las fronteras.

Familiares y amigos cercanos de la familia también hicieron lo suyo. Buscaron en el barrio, publicaron fotos de la niña en redes sociales y hasta ofrecían 300 dólares por información de la pequeña. Algunos fueron a encontrar al padre de la niña en la carretera a Jinotega que estaba desesperado. “Hasta le tuvieron que quitar la moto porque andaba manejando como loco”, cuenta Benavidez.

Cerca de medio día, publicaciones en redes sociales aseguraban que la menor había sido encontrada, pero se trataba de una noticia falsa. La Policía todavía no informaba a la familia sobre el paradero de la menor. Esas fueron las publicaciones que vio Carlos Lara, y por las cuales regresó a Matagalpa creyendo que su hija había aparecido.

Fue casi a las siete de la noche de ese mismo viernes que la Policía informó a Benavidez y Lara que había ubicado a la niña en una comunidad de Tipitapa llamada Los Charcos, a unos 15 kilómetros de la carretera panamericana.

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La institución publicó fotos de agentes policiales cargando a la menor, y a la supuesta secuestradora en un caballo con la niña.

La Policía divulgó esta imagen de la supuesta secuestradora y la niña en un caballo en la comunidad Los Charcos

Benavidez afirma que a su hija se la entregaron en Matagalpa y después forenses le hicieron valoraciones médicas a la menor. “Estaba deshidratada porque ni agua me le habían dado. Estaba orinada, ni siquiera la cambiaron”, y agrega que también estaba sucia y que aparentemente se había mojado en la lluvia.

La supuesta secuestradora, que permanece detenida, se llama Meyling Carolina Domínguez López de 33 años. El próximo tres de septiembre se llevará a cabo la audiencia inicial en su contra por el delito de “sustracción”, pero los padres de la niña quieren que se le acuse de secuestro.

Cuando fue detenida, Domínguez alegó ser madre de la niña. En redes sociales también circuló un video de una familiar de la mujer mostrando fotos de Domínguez en estado de embarazo y otra cargando a una niña con apariencia similar a la hija de Lara y Benavidez. Con esto, el caso se enredó más.

“Don Enrique (abuelo de Benavidez), no sea malo, tenga conciencia que Meyling no se ha robado ninguna niña. Usted sabe muy bien y su conciencia que esa niña es hija de ella. Tenga conciencia y acuérdese muy bien que Meyling parió en Matagalpa porque se fue a cuidarlo a usted que andaba con el covid” decía la mujer en el video, de quien se desconoce su nombre.

Hasta le pidió ayuda a Daniel Ortega y Rosario Murillo para aclarar quién era la madre. “No seas tan sin vergüenza Kimberling de quitarle su hija. ¿Querés hijos? Parí. ¿Ya se te olvidó cuando la Meyling te pagó mil córdobas semanal para que le cuidaras a la niña?”, reclamaba la mujer.

Revista Domingo trató de comunicarse con familiares de Mayling Domínguez para conocer su versión de la historia, pero ninguno quiso brindar declaraciones.

Esta fue una de las fotografías divulgadas por familiares de Meyling Domínguez donde se le ve en aparente estado de embarazo. TOMADA DE REDES SOCIALES

Ante las “pruebas” de que Domínguez era madre de la niña, la Policía, para salir de dudas les practicó pruebas de ADN a Benavidez y Domínguez. La primera fue la que arrojó el 99.999% de probabilidad de maternidad.

La madre de la niña asegura que la Policía se la entregó en privado y después entraron los medios oficialistas a grabar y tomar fotos. “Por eso es que dicen que yo no lloré y todo eso, pero yo ya me sentía más tranquila con mi niña en mis brazos”, explica.

Pero las dos mujeres no son desconocidas. Desde hace años, la acusada de ser la secuestradora de la niña, mantenía una relación con Enrique Pérez, abuelo de Benavidez, e incluso vivía en la misma casa con la niña de la cual la sustrajo ese viernes, pero no fue en una motocicleta.

“Estaba planeado”

Benavidez se despertó a las seis de la mañana ese viernes, como siempre. Era un día normal. Se alistó y salió para el call center donde trabaja a las siete y cincuenta.

A más tardar las ocho y media, iba a llegar la muchacha que cuida a la niña, así que la dejó en un cochecito, con sus parientes: su hermano menor de ocho años, sus dos bisabuelos, su abuelo Enrique, y la mujer de su abuelo, Meyling Domínguez, que estaba con sus dos hijos. Una niña de cuatro y otro de quince.

Domínguez se quedaba por varios días o semanas a dormir en la casa, cuenta Benavidez. De hecho, su abuelo tuvo dos hijos con Domínguez. El adolescente de 15 años es hijo de la supuesta secuestradora con otra persona, pero también se quedaba en la casa.

Poco después de que Benavidez se fue a su trabajo, su bisabuela salió rumbo al mercado, y después Domínguez salió con su hija menor de cuatro años, pero no llevaba a la bebé de once meses.

“Como a las ocho y cuarenta, recibo un audio de mi suegra donde ella me dice que la niña se la habían robado”, cuenta Benavidez. Se regresó de su trabajo y vio que todo el barrio estaba alarmado. Puso la denuncia en la Policía y como a las once le dijeron que tenían “una buena pista”.

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Según Benavidez, la Policía recibió denuncia de una mujer que vio a un muchacho con una niña cruzando un río que pasa detrás de la casa donde habitan en Matagalpa. A la mujer, “la policía le enseñó una foto del muchacho y de mi hija y la señora confirmó que eran ellos”, narra.

La Policía se llevó a don Enrique Pérez, el abuelo de Benavidez para que les ayudara a localizar al joven y a la mujer por ser los principales sospechosos de la desaparición de la niña

Benavidez explica que en el cuarto donde dormía Domínguez hay una ventana que da al río. Esa ventana tenía una verja, pero el día del secuestro se dieron cuenta que esa verja no estaba. Había sido arrancada.

“El chavalo de quince años saltó por la ventana, la mujer (Meyling Domínguez) le pasó a mi hija, y el chavalo se va por el río por debajo de la carretera hasta salir al puente que está en la salida hacia Jinotega. De ahí agarró un taxi color blanco. Te estoy diciendo todo esto porque la policía me dio los detalles de la investigación”, confía Benavidez a la Revista Domingo.

En ese taxi blanco, el joven de quince años con la niña habría llegado a la parada de buses interurbanos que van hacia Managua, en donde se reunió con su madre y su hermanita menor, y tomaron un bus hacia Tipitapa, en donde fueron detenidos horas después.

“Esa mujer ya tenía más de un mes planeándolo. Estaba planeado”, supone Benavidez, quien en aquel momento se imaginaba lo peor. “Yo me la imaginaba violada, muerta o que ya la habían sacado del país”.

Kimberling Benavidez y Carlos Lara al recibir a su hija la noche del viernes 20 de agosto

Las primeras noticias que se manejaron del caso eran que los secuestradores habían huido en una moto negra hacia Jinotega, y por eso Lara se fue a buscarla para ese lado. Ahora que el caso está un poco más claro, Benavidez cree que eso fue una mampara que conocidos de Domínguez difundieron para despistar a la familia y a los investigadores.

Según Benavidez, su abuelo Enrique Pérez no fue cómplice, si no que él también ha sido engañado por la mujer. “Nos dimos cuenta que tenía otro hombre allá en Tipitapa y se iba para donde él”, dice la joven.

La audiencia preliminar está programada para el tres de septiembre. La mujer guarda prisión preventiva junto al joven de quince años acusado por el Ministerio Público de ser cómplice en el robo de la niña.

El próximo 15 de septiembre, día de la Independencia en Nicaragua, también es el cumpleaños de la niña. Cumplirá su primer año mientras poco a poco aprende a hablar y caminar. “Yo pensé que ni para su primer añito la iba a tener”.

Nada político

Los padres de la niña han visto los comentarios y suposiciones en redes sociales que señalan que todo fue un “show” para tratar de lavar la cara de la Policía, principal responsable por la muerte de más de 300 ciudadanos a raíz de la represión a las protestas sociales desde abril de 2018, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

“Solo el que ha estado en esta situación puede comprender verdaderamente”, dice Kimberling Benavidez, madre de la menor, quien agrega que nunca se prestaría para algo que involucre poner en riesgo la vida de su hija. Ambos padres son jóvenes y los dos aseguran no meterse en política.

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