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Sergio Ramírez

Sergio Ramírez: “Me enfurece la estupidez”

A un paso antes de entrar por la puerta de los 80 años, el laureado escritor nicaragüense nos cuenta en este ping pong varias anécdotas personales: nunca ha dejado de bañarse y que su amor más grande siempre ha sido Tulita.

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¿Un talento que casi nadie sabe que tiene?
Marco el ritmo de las melodías. Soy músico por ancestros.

¿De qué se arrepiente?
De las veces que no he sabido decir no en mi vida.

Usted qué opina, ¿los perros calientes son sándwiches?
Los sándwiches son perros fríos… (risas).

¿Ciencia o religión?
¿Por qué una u otra? Hay que leer a Ernesto Cardenal para entender el sentido místico de la mecánica del universo. O pluriverso.

¿Quién es o fue su amor platónico?
Está entre Catherine Deneuve y Meryl Streep.

¿Qué hace para darse ánimos cuando no tiene ganas de hacer nada?
Ponerme a trabajar. Sentarme en la silla de suplicios frente a la pantalla de la computadora y no entregarme a la enemiga mayor, que es la desidia.

Si pudiera ser el mejor en el mundo en algo diferente a lo que hace, ¿en qué sería?
Cuarto bate de los Dodgers, pero de los Dodgers de Brooklyn. Alineando al lado de Duke Snider y Jackie Robinson y dueño de la triple corona.

¿Cuál ha sido su momento más vergonzoso?
En medio de la recitación de una poesía patriótica en el acto de juramento a la bandera, un 14 de septiembre. ¡Se me olvidó lo que seguía! Mi tío Carlos José, que dirigía la banda de música, hizo que tocaran la diana para cubrir el silencio espantoso en que me quedé… (risas).

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¿Cuándo fue la última vez que algo le provocó una buena carcajada y qué fue?
Escribiendo mi última novela ‘Tongolele no sabía bailar’. Al construir los diálogos entre el inspector Morales y Lord Dixon, siempre tuve motivos para reírme de mis propias invenciones puestas en boca de ellos. Cuando oye que me río solo, Tulita se preocupa, con razón.

¿Qué le da satisfacción a nivel profesional?
Un libro terminado y saber que ya puedo empezar otro.

¿Alguna vez se ha ganado algo en una rifa?
Un juego de vasos con su pichel, envueltos en celofán, en una chalupa cuando niño en Masatepe. La chalupa se jugaba con figuras: el valiente, el borracho, el catrín…

¿Cuál ha sido el objeto personal más caro que ha comprado?
Los libros de la biblioteca de clásicos de La Pléiade de la Editorial Gallimard. No los tengo todos, pero sí bastantes de ellos.

¿Mondongo o huevos de paslama?
Mondongo, por fidelidad a mi pueblo natal.

¿Qué hay debajo de su cama?
Nunca me he asomado. Cuando niño, una bacinilla… (ríe).

¿A qué edad le rompieron por primera vez el corazón? ¿Cómo fue?
Me lo rompieron y me zurcieron con la misma mano que sigue guiando mis pasos. Hace 60 años que empezó ese noviazgo.

Además: Sergio Ramírez contó su primer cuento en Radio Mundial cuando solo tenía doce años.

¿Qué mal hábito sabe que tiene que eliminar, pero en realidad no quiere hacerlo?
Comprar libros. Una librería es para mí lo que una juguetería para un niño.

¿Cuál ha sido el mensaje más vergonzoso que ha mandado al destinatario incorrecto y quién fue?                                                                                                                                         Escribí para mi nieta Mariana, que vive en Montpellier, un mensaje que envié por error a una amiga que también se llama Mariana en Madrid. ¡Imaginate! Las locuras cariñosas y las bromas disparatadas de un abuelo leídas por una adulta que no entiende por qué ni cómo le he dirigido ese mensaje… (ríe).

¿Un hecho inexplicable que haya vivido?
Cuando escribía Castigo Divino oí que tocaban la ventana de mi cuarto a medianoche. Me levanté a ver, y no había nadie. Nunca dudé que se trataba de Oliverio Castañeda en persona. Quizás llegaba a comunicarme algo o a hacerme algún reclamo.

¿Cuál es el lugar más curioso que ha visitado?
La exposición de monstruos de las películas de Guillermo del Toro, en Guadalajara, antes de la pandemia. Son el fruto de las obsesiones de un niño genial.

¿Algo que le quitó el sueño por nada?
Una vez en Panamá me dieron un dictamen médico equivocado, basado en una radiografía mal interpretada. Pensé mucho esa noche sobre la vida y la muerte… (sonríe).

¿Cree en la reencarnación?
Sí. Y quiero reencarnar en mí mismo. Los mismos padres, la misma mujer, los mismos hijos, los mismos nietos, los mismos amigos.

¿Qué lo enfurece?
La estupidez.

¿Cuántos días puede pasar sin bañarse?
¡Ni uno solo! En Masatepe me bañaba con agua amanecida cada mañana antes de ir a la escuela.

¿Cuál de todas las aplicaciones de su celular es la que más usa?
Los E-Books. Kindle y compañía. Los periódicos y revistas en línea. Y las aplicaciones que me comunican con mis lectores: Twitter, Instagram, Facebook y el WhatsApp y el Messenger. Quizás soy omnívoro de las redes.

¿Alguna vez se ha obsesionado con algo?
Siempre me obsesiona que el libro que estoy escribiendo sea mejor que el anterior y que todos los demás que he escrito.

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