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Ilustración: LA PRENSA/LUIS GONZALEZ

“Todos estamos agotados”. El día a día de los médicos que atienden a pacientes covid-19

Largas jornadas de trabajo usando un traje de protección que, aparte de incómodo y sofocante, no les permite comer, ni beber ni ir al baño. Así vive el personal de salud este rebrote de covid-19

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El doctor “Guzmán” dice que lo que vive Nicaragua debido al actual rebrote de la covid-19 es una “prueba grande”, una lucha por la vida entre el paciente y el personal médico. Desde la sala covid de un hospital de referencia en Managua, el galeno lleva semanas siendo testigo de cómo las personas mueren o lloran desconsoladas por estar allí, por querer tener cerca a sus familiares o por querer salir corriendo de esa sala.

También hay otras situaciones complejas —relata el médico— , cuando a las personas, por la cantidad de oxígeno que dependen, deliran y el personal de salud debe lidiar con los episodios de crisis que sufren los pacientes. “Les da por gritar, otros por querer irse, otros por ya no querer beber sus medicamentos”, dice. Sin embargo, el peor momento es cuando mueren estando dormidas e intubadas.

“De la manera que te la puedo describir es simple: es deprimente. Estar como paciente en esta área no es fácil, las posibilidades de vida cuando ingresás acá es de un 50 por ciento, el otro 50 por ciento fallece. Tenemos que crear conciencia, esto no solo afecta a uno, nos afecta a todos. Es triste que mientras tu familia está llorando por tu recuperación, vos estés internado acá luchando por tu vida, es muy triste”, comparte el médico.

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“Como personal de salud jamás vas a querer que tus pacientes empeoren, pero en el área que estoy, están los más críticos. Sin embargo, de algo sí puedo dar fe y es que por parte del equipo que estamos dentro tratamos de hacer lo humanamente posible por mejorar la condición en la que están y la condición en la que llegan; yo en lo personal encomiendo mis días a Dios primeramente y luego a María Santísima para poder entrar al área covid que se ha aumentado su capacidad. Es más frustrante saber que hacés todo lo posible e imposible porque las personas que ingresan mejoren, pero es triste cuando los decesos son muchos, tal y como está pasando”, afirma.

Los reportes del personal de salud del sector público y privado informan que los hospitales están saturados, y hasta se han visto en la necesidad de cerrar las demás áreas de servicios para habilitar más salas covid. También notifican que permanece la decisión de la población de tratarse en casa bajo la atención de médicos privados o consultas privadas.

Actualmente Nicaragua enfrenta el pico más alto de contagio por el nuevo coronavirus desde que se estableció la pandemia en el país, en marzo de 2020. Los datos oficiales del Ministerio de Salud (Minsa) revelan que en la semana del 31 de agosto al 7 de septiembre, 615 personas han enfermado de covid-19. Sin embargo, el número de muertes sigue estancado en 1, y el propio secretario general de la institución sanitaria se ha empeñado en negar el rebrote y el desbordamiento de casos y fallecimientos en los hospitales.

El sacrificio de su cuido

El doctor Guzmán afirma que las atenciones en el hospital “han aumentado muchísimo” y se está saturando. Hace turno de 24 horas, y aunque reconoce que es muy agotador tanto física como emocionalmente, sabe que cada hora es valiosísima tanto para sus pacientes como para él.

El incremento de las atenciones, así como la alta carga viral a la que están sometidos, obliga a que el personal de salud se asegure el doble para portar bien el equipo de protección personal. Es un sacrificio que conlleva comer cada 12 horas, beber poca cantidad de agua y abstenerse de ir al baño; una vez puesto el traje especial, deben permanecer con él el mayor tiempo que puedan por lo caros que son, el tiempo que toma colocarlos y para garantizar que están protegidos la mayor parte del tiempo.

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Cada vez que el doctor entra a turno debe cumplir estrictamente los siguientes pasos: antes de entrar al área covid, el personal debe ingresar a una zona llamada “filtro”, donde guardan sus pertenencias, incluyendo celulares y otros dispositivos. Allí deben dejar la ropa con la que llegan y ducharse. Luego reciben una pijama esterilizada y se trasladan a otra área del filtro llamada “sala gris”, que es donde se ponen todo el equipo médico o de protección personal. Todo ese proceso dura alrededor de 25 minutos.

“Nunca he dejado de tener todos mis equipos de bioseguridad, te lavás las manos y luego te cambiás las mascarillas por unas nuevas. Luego te ponés unos guantes no estériles a los que le llamamos piel, porque no los quitamos del todo, y enseguida nos colocamos el traje blanco impermeable. Primero los pies, luego las mangas, después te colocás las botas quirúrgicas, gafas, gorro quirúrgico y careta facial; después te ponés el gorro del traje y luego te colocás otro par de guantes y esa es la preparación para entrar al área de clasificación y a las demás áreas”, explica el doctor.

El galeno señala que el equipo se enferma muy seguido debido a que los equipos de protección que utilizan para entrar a las áreas son trajes de plásticos impermeables, sumado que ya llevan puestos sus pijamas y encima una gabacha desechable. “Aunque estás en área climatizada, sudás en exceso, en grandes cantidades, sin contar las mascarillas puestas, el gorro, la careta, los lentes. Y luego de salir del área, a tu entorno, tenés que bañarte y es motivo de resfriados y otros síntomas, pero todo eso es parte de nuestro oficio”, refiere.

“Solo imagínese que cuando terminás (la jornada) las manos de uno están todas blancas y arrugadas por la humedad (…) Es estresante por todo el equipo que llevás puesto, no podés ir al baño constantemente porque implicaría quitarte todo el equipo y por realizar ese procedimiento tardás aproximadamente 25 minutos; así mismo es si tenés sed, son pocas las ocasiones que podés tomar agua y para la comida es cada 12 horas”, revela.

Crisis de pánico

En León, a la doctora “Carrillo” le ha dado crisis de pánico. Lo sufre cada vez que se entera que en un mismo día varios de sus colegas murieron por el virus. Su mente, agotada de atender pacientes, empieza a alterarse y a sentir síntomas, pero lo ha podido controlar debido al estricto protocolo que cumple todos los días, comparte.

“Desde que amanece le doy gracias a Dios por estar viva y respiro profundo para ver si puedo meter suficiente aire (a los pulmones), me toco la frente para ver si no estoy con fiebre y huelo para corroborar mi olfato. En cuanto vengo al consultorio me tomo la temperatura y saturación de oxígeno y solo así me tranquilizo, al corroborar que mis parámetros están normales. Si siento alguna molestia en la garganta, me examino y me ausculto (escucho) los pulmones”, cuenta la doctora a LA PRENSA.

Carrillo tiene 45 años y trabaja de lunes a sábado hasta las 5:00 de la tarde en su clínica privada. Anteriormente atendía solo por la mañana y hacía consultas a domicilios, pero desde el rebrote, amplió el horario en su consultorio por la alta demanda de atenciones.

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Sus días y sus semanas las concluye cansada. El atender a pacientes covid no solo conlleva el alto riesgo de enfermar, expresa la doctora, sino también el temor, la frustración y el agotamiento por la serie de pasos de autocuido que realiza al iniciar y finalizar su día laboral.

Lo primero que hace la doctora Carrillo cada vez que llega al consultorio es cambiarse la ropa y zapatos. Se pone doble mascarilla, la careta facial de acrílico duro, la pijama, la bata y gorro quirúrgico. Una vez que su jornada concluye, nuevamente se cambia. Todo el equipo de protección personal, más los zapatos, se quedan en el consultorio. Cuando llega a su casa, en la entrada se quita los zapatos, se pone las chinelas, se lava las manos e inmediatamente se cambia otra vez de ropa.

“Hasta ese momento entro a saludar a mi mamá. No la beso, aunque ya ni recuerdo cuándo fue la última vez que la besé, solo le acaricio la cabecita”, comenta resignada la médica.

Sin tiempo para almorzar

En las últimas semanas al doctor “Sánchez” se le hace imposible almorzar, y cuando tiene la oportunidad de hacerlo, el reloj ya marca las 4:00 de la tarde. Han sido semanas cansadas para él, ya que a diario se le llena el consultorio privado que tiene en Managua de personas que llegan con dificultades respiratorias, es decir, sospechosas de covid-19.

Tiene unos 35 años pero su rostro, cansado, lo hace lucir de más edad. Tiene las ojeras marcadas y los ojos hundidos de no dormir, la barba crecida y la marca de las mascarillas en su rostro. Usa el cubreboca por más de 12 horas casi toda la semana, no come a tiempo ni bien y no está durmiendo lo suficiente. Sus pacientes con sintomatología de covid-19 le llaman a medianoche e incluso en las madrugadas, comenta el médico.

“Tengan empatía”

La doctora de León afirma que todos los trabajadores de la salud están “agotados” y “desmoralizados”, porque ven cada día que aumentan los casos y la gente sigue participando de actividades con aglomeración, saliendo a fiestas o simplemente no cumpliendo con las medidas de higiene.

“Estamos peor, más casos (de contagio), muchísimos más (…) cada día nos autochequeamos los signos vitales, porque estamos muy conscientes de la enorme carga viral que andamos ahorita y todos quisiéramos descansar. Yo ya no salgo, no tengo energías, antes salía a caminar con mis perritos pero ahora no, porque no tengo energías”, declara la doctora.

“Yo lo que les diría (a la población) es que tengan empatía, que sean conscientes, no de la sobrecarga que tenemos porque esto es algo con lo que tenemos que batallar, sino de las posibilidades de vida cuando ingresas a la sala covid, es un 50 por ciento de fallecer. Por último, me gustaría decirles que sean responsables, que actúen acorde a la situación en la que vivimos, no podemos ser imprudente ante esta situación. Es duro ver como las alcaldías realizan actividades de concentración masiva, las tales hípicas, las fiestas patronales, cosa que las iglesias han suspendido y todo en pro de salvaguardar la salud de las personas”, lamenta el doctor del hospital público.

De acuerdo con datos del grupo independiente Observatorio Ciudadano, hasta el 1 de septiembre se contabilizaban 1,246 trabajadores de salud reportados con sintomatología asociada a la covid-19 y 176 muertes acumuladas por sospechas de la enfermedad.

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