14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

La república que estamos debiendo

Bicentenario

Hace 10 años Nicaragua estaba mal. Y algunas voces vislumbraban el Bicentenario, que para entonces se veía lejano, como una fecha simbólica hacia la que podíamos caminar, separados desde los diferentes lugares donde nos encontrábamos cada quien, hacia la patria común que, en teoría, todos queremos. Parecía un propósito sensato. ¿Quién podía estar en contra?

Debates

El gran riesgo de una propuesta sensata es que se enrede en discusiones insensatas. Tal como pronto afloraron. ¿200 años de independencia? ¿Cuál independencia? ¿De qué Patria estamos hablando? No hay nada que celebrar, decían algunos. Y por más que se explicaba que la fecha ni el motivo eran lo importante, sino el pretexto, estas discusiones terminaban como suelen terminar todas las discusiones sobre cambios políticos que se han hecho en Nicaragua desde hace 200 años: en nada. O empeorando el asunto.

Pasado

Un gran problema que tenemos los nicaragüenses, a mi criterio, es que queremos discutir el pasado como si lo pudiéramos cambiar. Como si al arreglar el pasado con esa máquina del tiempo que creemos tener podemos cambiar el presente que no nos gusta. Hay que conocer la historia. Hay que aprender de ella. Sacar lecciones. Pero no podemos regresar en el tiempo. Que si Gainza era un realista, o que la independencia no era tal y más bien una trampa para que no se diera o que lo que se vino después fue peor, son debates legítimos, sobre todo en el Bicentenario, pero no deben enredarnos en lo importante: la república que se prometió hace 200 años y que todavía estamos debiendo.

República

De los diferentes significados que da la Real Academia de la Lengua Española (RAE) de la palabra “república”, la que más me gusta es esta: “Por oposición a los gobiernos injustos, como el despotismo o la tiranía, forma de gobierno regida por el interés común, la justicia y la igualdad”. Si miramos para atrás nunca hemos tenido un gobierno así, porque posiblemente ni exista. Es una quimera. Una meta que debemos buscar siempre sin creer que llegaremos a ella, porque, en estos casos, lo que funciona es acercarse tanto como sea posible a ese propósito quimérico.

Cangrejos

El asunto es que si hace diez años estábamos mal, en vez de avanzar, retrocedimos. Ahora estamos más lejos de la república que nunca. Fracasamos porque mientras unos se disipaban en esas discusiones bizantinas, estériles, de las que hablaba antes, otros aprovecharon para construir un régimen donde vuelve la figura de caudillo, unos tienen más derechos que otros, las instituciones desaparecen y la ley pasa a ser lo que se le ocurra cada día al gamonal de turno. Ni los cangrejos nos ganan en esto de caminar hacia atrás.

Responsabilidades

Si quitarle una pizca de su responsabilidad a Daniel Ortega y a Rosario Murillo, la Nicaragua a la que llegamos este Bicentenario no solo es culpa de ellos. Todos somos culpables. Unos más que otros, por supuesto. Para que Ortega y Murillo demolieran la poca república que se había formado, tuvo que haber colaboradores necesarios, cómplices que se hicieron de la vista gorda y, en todo caso, gente que no se lo impidió. Ahí vamos todos. Lejos de aprender las lecciones que nos van dejando 200 años de fracasos, en vez de ponernos de acuerdo y salir de la dictadura para caminar hacia adelante, seguimos enfrascados en discutir el pasado con intención de cambiarlo, como si eso fuera posible.

COMENTARIOS

  1. Hace 3 años

    Todos somos culpables, nos cegamos por el “vivir bonito” y las luces navideñas. Pero no somos cangrejos, lo vamos a lograr y ojalá no sea por el lento pero seguro destino de la naturaleza humana.

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí