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Amaru Ruiz, presidente de Fundación del Río y una de las voces que el régimen de Daniel Ortega quiere silenciar. CORTESÍA

Amaru Ruiz, una voz defensora de los recursos naturales que la dictadura quiere silenciar

Donde no llega ni el Estado ni los medios de comunicación, está la voz de un joven biólogo para denunciar el abuso y la corrupción. Ahora la dictadura lo acusa de propagar noticias falsas y hay orden de captura contra él

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Las zonas más ricas en recursos naturales de Nicaragua están en lugares alejados, de difícil acceso, y la mayoría coinciden en que están habitadas por comunidades indígenas y afrodescendientes.

Por ejemplo, la reserva Indio Maíz, que está ubicada en el punto más sureste de Nicaragua, cerca de la desembocadura del Río San Juan, en el Caribe. Casi todo lo que ocurre en esas zonas no se conoce en el Pacífico de Nicaragua.

Las poblaciones indígenas de Nicaragua son quienes mejor cuidan los bosques, pero desde hace varias décadas, lo cual se ha acentuado desde que Daniel Ortega regresó al poder en el 2007, están sufriendo los ataques muchas veces sangrientos de colonos que están destruyendo la reserva para extraer los diversos recursos naturales existentes en la región, principalmente oro, madera, palma y fauna.

Llegar a esa zona es poco accesible. Si la presencia del Estado es inexistente, también lo es de los medios de comunicación. Muchos periodistas recurren a algunos ambientalistas o líderes comunitarios para conocer lo que ocurre en estos territorios: masacres, violaciones, asesinatos atroces, destrucción ambiental, desplazamientos forzosos de comunidades, actos de corrupción y muchas otras barbaries.

Una de esas fuentes de información, muy destacada, ha sido el biólogo Amaru Ruiz, presidente de la Fundación del Río, la cual tiene más de 30 años de laborar en la defensa de los recursos naturales del río San Juan y sus comunidades aledañas, así como de los derechos de sus habitantes.

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La Fundación del Río fue atacada por la dictadura sandinista en el año 2018, cuando se originaron las protestas de abril, las cuales iniciaron precisamente por hechos ocurridos en la reserva Indio Maíz.

La dictadura Ortega Murillo despojó a la Fundación del Río de su personería jurídica y de 22 propiedades que el organismo había obtenido durante sus tres decádas de funcionamiento. Amaru Ruiz se tuvo que ir al exilio, en Costa Rica.

El pasado 7 de septiembre de 2021, a las 2:44 de la tarde, la fiscal del régimen orteguista, Javiera María Casco Valle, llegó a los juzgados de Managua para acusar a Amaru Ruiz por el delito de propagación de noticias falsas.

Según Ruiz, la dictadura está poniendo como pruebas información que él brindó sobre dos hechos que son reales y que inclusive fueron investigados por la Policía: la masacre ocurrida el 29 de enero de 2020 en la comunidad Alal, en el Caribe Norte, en la que fueron asesinados seis indígenas a manos de colonos, así como la última masacre ocurrida el pasado 23 de agosto en el cerro Kiwakumbaih (Roca del Diablo), territorio mayagna, donde fueron asesinados 11 indígenas también por colonos.

Ruiz ahora tiene una orden de captura en su contra, girada por el juez sexto Distrito Penal de Audiencias de Managua, el orteguista Henry Morales. No puede regresar a Nicaragua. “Me convertiría en preso político”, explica Ruiz.

La acusación de la dictadura, afirma Ruiz, tiene la intención de meter en miedo a los líderes de las comunidadades indígenas para que no sigan denunciando los atropellos que el régimen avala en las reservas naturales y en los territorios indígenas, así como también de silenciarlo. “Ellos no quieren ser cuestionados, pero yo seguiré denunciando”, afirma el biólogo.

Recibió dos golpes en 2018

Amaru Ruiz Alemán tiene 31 años de edad y nació en Managua, pero se crió en San Carlos, departamento de Río San Juan, donde aprendió a comer mucho pescado, pero sobre todo a conocer el río San Juan, ese importante cuerpo de agua que sirve de frontera entre Nicaragua y Costa Rica, y que está lleno de recursos naturales.

En San Carlos se desarrolló como un joven inquieto por el medio ambiente. Su padre, José Antonio Ruiz, era el presidente de la Fundación del Río, defensora del Río San Juan.

Amaru Ruiz cuando era un niño en el lago Cocibolca. CORTESIA

Ruiz tuvo que regresar a Managua, donde su progenitora, porque en Río San Juan la oportunidad de estudios es muy escasa. Él quería ser militar, pero se dio cuenta que no tenía vocación para obedecer “ciegamente” y decidió estudiar Biología en la UNAN Managua.

Desde muy joven estuvo vinculado a grupos juveniles y desarrolló capacidad de liderazgo que le ayudó en 2018, cuando falleció su padre, a asumir la presidencia de la Fundación del Río. “Mi padre era mi mejor amigo. Su muerte me cambió la vida”, expresa Ruiz.

Poco tiempo después, la dictadura canceló la personería júridica de Fundación del Río, como represalia porque el organismo era muy activo, especialmente en la defensa de Indio Maíz, uno de los detonantes de la rebelión cívica de abril que el régimen reprimió con paramilitares y armas de guerra causando más de 325 asesinatos de civiles, entre ellos niños, que aún están en la impunidad.

Abandono y miseria

Como miembro de la Fundación del Río, desde hace unos 15 años, Ruiz comenzó a involucrarse con los territorios indígenas. Él es de la idea de conservar los bosques de Nicaragua y apoyar a las personas que mejor los cuidan: los indígenas.

Ruiz explica que el mismo trabajo lo fue convirtiendo en un defensor de derechos de los indígenas, pero, aunque él no se considera un un indígena propiamente, asegura que en su familia hay raíces chorotegas. Su padre y su madre provienen de Masatepe, Carazo y El Viejo, Chinandega.

Incursionó primeramente en territorio de los ramas y de los creoles, en el sureste de Nicaragua. Luego fue a territorios más al norte, donde encontró los mismos problemas: una gran voracidad de empresas y de colonos por extraer las riquezas naturales de los territorios, la destrucción de los bosques, matanzas de indígenas que protegen las reservas y la indiferencia del Estado.

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Una de las primeras tareas que se impuso fue evidenciar todas las barbaries que ocurren en las reservas naturales y en los territorios indígenas, para que la población entera conociera cómo las empresas de gran capital y también extranjeras llegan a despalar la zona, cómo el gobierno autoriza extracciones mineras que destrozan los bosques, las reservas naturales y cómo las poblaciones indígenas son asesinadas por los colonos de manera impune cuando se oponen a la invasión de sus tierras, las cuales están dentro de las reservas naturales.

Ruiz y otros ambientalistas han visto cómo las poblaciones indígenas viven en condiciones de abandono de parte de las autoridades estatales, las cuales hacen presencia muy esporádicamente, especialmente cuando hay masacres, pero hasta que todos los crímenes están consumados.

Amaru Ruiz en el Río San Juan junto a otros pobladores de la zona. CORTESIA

“El régimen Ortega Murillo inició una facilitación de inversiones extranjeras que permiten el saqueo de los recursos naturales de los territorios indígenas”, clama Ruiz.

Uno de los momentos principales fue cuando el gobierno de Daniel Ortega anunció que se construiría el canal interoceánico por Nicaragua.

Ruiz visitó las zonas por donde supuestamente pasaría dicho canal y junto a otros ambientalistas constataron que las personas no sabían del peligro que correrían sus tierras.

“La gente en esa zona vive abandonada, totalmente empobrecidos”, expresa Ruiz.

Una red de información

Al principio fue un trabajo duro. Empezar a ganarse la confianza en cada uno de los territorios indígenas. Poco a poco las comunidades indígenas comenzaron a ver en Amaru Ruiz y otra serie de ambientalistas y de defensores de derechos humanos una vía para denunciar todos los horrores que ocurren en zonas alejadas de Nicaragua.

De esa forma, Ruiz logró mantener contacto con autoridades de comunidades en las cuales es casi imposible el acceso, muy adentro de los bosques, en donde los crímenes de los colonos en contra de los indígenas quedan en la impunidad.

Esa información es la que Amaru Ruiz trataba de que llegara a Managua a través de los periodistas, de los medios de comunicación, para que los tomadores de decisión en la capital pudieran conocer los hechos y poder actuar para beneficio de las comunidades indígenas, especialmente en pro de la conservación de las reservas naturales, de los bosques.

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“Muchos de esos problemas son de vieja data, pero no se visibilizan, no se conocen en Managua. Comenzamos a contactar con líderes de las comunidades, con asambleas comunitarias, gobiernos comunales, gobiernos territoriales. Confiaron en nosotros y nos pasan información y con eso nosotros hemos hecho denuncia ambiental y denuncia social”, señala el defensor de derechos indígenas y del medio ambiente.

Ahora, con la acusación que le hizo la Fiscalía orteguista, Ruiz considera que tratan de atemorizar a todos esos líderes comunitarios, para que no revelen lo que está pasando en los territorios indígenas.

“Yo siempre he tenido amenazas por alzar la voz contra megaproyectos como el canal. Me han amenazado del Estado sandinista y sus partidarios, que nos quieren callar. Hemos tenido que tomar medidas de seguridad. Yo nunca antes he tenido problemas con la justicia y lo de la Fiscalía es una acción política para callarnos”, explica Ruiz.

Una dura lucha

Las barbaries que ocurren tienen varios culpables, explica Ruiz. En primer lugar, la dictadura, pero también el sector privado. Ruiz considera culpable a la empresa privada, principalmente durante los años en que existió lo que se conoció como el diálogo y consenso entre Ortega y el gran capital.

Además, indica Ruiz, muchas familias indígenas del Caribe que están asociadas al gobierno se han prestado a esa “vorágine” de acaparamiento de los recursos de las reservas naturales. Ruiz señala a autoridades del Caribe que una vez estuvieron defendiendo, pero luego se trasladaron a apoyar al gobierno.

Amaru Ruiz dando una capacitación sobre anfibios y reptiles. CORTESIA

Igualmente, señala Ruiz, hay abogados y empresas irresponsables que se han prestado a que se invadan los territorios indígenas y las reservas naturales y se afecten los bosques.

“El Estado favorece el saqueo y hay mucha corrupción e intereses personales. Cada vez es más difícil el trabajo”, resume Ruiz.

Una vida de compromiso

Amaru Ruiz no puede regresar a Nicaragua mientras esté la dictadura orteguista en el poder. Tiene orden de captura y lógicamente se convertiría en un preso político como los más de 140 que existen en la actualidad.

Ruiz señala que él es una persona comprometida con Nicaragua, con la lucha por el medio ambiente, con los derechos de los indígenas, la libertad, la democracia y con la justicia.

“Vamos a salir de la situación del país. Lucho para que Nicaragua salga de su historia conflictiva. Lucho para cambiar la realidad del país y para que cambie la forma de ver la madre naturaleza, revertir el deterioro de los bosques”, expresa Ruiz.

Amaru Ruiz es un perseguido por el régimen de Daniel Ortega. CORTESIA

Ruiz indica que hoy más que nunca el trabajo de los ambientalistas y de defensores de de derechos humanos está más difícil. Muchos se han tenido que exiliar, como él, y algunos han sido asesinados. Los guardabosques han sido perseguidos. A él solo le satisface el deber cumplido.

“Creo que vamos a salir de esta dictadura. Toda esta lucha va a beneficiar al pueblo. No le tengo miedo a la dictadura, sé lo peligroso que son, pero voy a seguir denunciando”, finalizó.

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