Becker Jarquín decidió ponerle fin a una vida deportiva llena de sacrificios y poca recompensa por parte de la Federación de Atletismo. El rivense se cansó de las promesas rotas de los federados, que ignoraban los reclamos por mejores condiciones para entrenar y renunció a los 20 años como dueño de cuatro récords nacionales en diferentes categorías, incluyendo la marca más importante de todas: los 7.46 metros en salto largo conseguidos durante el Campeonato Centroamericano de Guatemala en 2018.
“Me retiré porque estoy decepcionado de cómo la Federación trata a los atletas, no se preocupa por ellos. Muchos se han salido por lo mismo. Si me preguntan cuál es el consejo para los jóvenes, yo le digo que no hagan deportes aquí, porque si no tenés dinero vas a tener muchas dificultades para entrenarte y vivir. Yo tuve que decidir entre seguir o empezar a trabajar para volver a estudiar y tener un futuro”, explica Jarquín, quien se retiró en 2019, tras ganar la medalla de oro en salto largo durante el XXX Campeonato Centroamericano de Atletismo categoría mayor realizado en Managua.
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El rivense de 22 años se dio cuenta que en el atletismo se estancaría deportiva y profesionalmente y prefirió decidirse a trabajar como estibador de medicamentos a partir de 2019 y ahora planea retomar su carrera de Administración de Empresas. “Durante la preparación de los Juegos Centroamericanos 2017 la Federación nos daba 13 mil córdobas, pero nos deducía 6,300 por gastos de alimentación. Después de los Juegos me ofrecieron mil córdobas al mes para seguir entrenando, pero la Federación no ayudaba en nada más y uno se desmotiva”, señala Jarquín.
Con 17 años dejó Rivas para instalarse en Managua porque la Federación le prometió a su mamá que le daría hospedaje, alimentación y los pasajes para viajar cada 15 días. “Muchas cosas no cumplieron. Durante un tiempo estuve viviendo en la casa de mi entrenadora, quien me daba la comida porque ni eso tenía, hasta que me fui a vivir al IND”, señala el dueño del récord nacional de salto largo. “Siempre había problemas porque a veces la comida no era buena y ni adecuado para un atleta y si reclamábamos no les gustaba, sin embargo la Federación te pedía buenos resultados y si pedía zapatos tampoco querían darte y cuando lo hacían eran unos malos que en un mes de entrenamiento se dañaban y tenías que buscar otros por tu cuenta”, relata.
El voleibol —deporte que practicaba desde adolescente en Rivas—, dejó de llamarle la atención porque miraba la poca seriedad con la que se lo tomaban. Un amigo estaba entrenando atletismo, lo acompañó una vez y empezó a correr junto a él. Ahora, ya retirado del atletismo, lo retomó porque los Leones de Managua lo invitaron esta temporada a formar parte del equipo de la Liga Superior de Voleibol. “Me pagan por jugar y entrenar más de lo que me daba el atletismo y además tengo un trabajo”, indica el muchacho de 22 años, quien se tomó unos minutos de su hora de almuerzo para graficar lo que atravesó en el atletismo nicaragüense.