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“El Pepe” Sacasa y la Independencia

Uno de los personajes más interesantes de la época de la Independencia es el licenciado José Sacasa, conocido como “el Pepe”, hijo mayor del famoso coronel granadino Crisanto Sacasa.  En su tiempo, gozó de la reputación de ser uno de los hombres más ilustrados de Centroamérica. 

Dice José Coronel Urtecho, en sus Reflexiones sobre la Historia de Nicaragua, que don José Sacasa era “el único liberal medio revolucionario” de la entonces conservadora y poderosa familia granadina de los Sacasas, fundada por el peninsular Francisco Sacasa, abuelo del coronel Crisanto Sacasa. “El Pepe” era un intelectual, afirma Coronel Urtecho, y los Sacasas eran entonces comerciantes conservadores.

José Sacasa recibió una esmerada educación. Igual que los próceres Tomás Ruiz y Miguel Larreynaga, Sacasa estudió en la entonces prestigiosa Universidad de San Carlos, de Guatemala, donde obtuvo los grados de Bachiller en Artes y en Derecho Civil y Canónico. Seguramente, también recibió la influencia de las ideas ilustradas del gran reformador de la educación universitaria colonial, Fray Antonio de Liendo y Goicoechea.

Proveniente de una familia adinerada, sus estudios los continuó, entre 1816 y 1829, en el Colegio Mayor de Santa Cruz de la Universidad de Valladolid (España), donde en 1819, gracias a su brillante trayectoria y dotes de orador, fue propuesto para el cargo de Rector de la Universidad. Su título de “Abogado de Castilla e Indias” lo obtuvo en abril de 1820 ante la Real Audiencia.

Era de carácter fogoso y acérrimo partidario de la Independencia, por cuya causa abogó en España y ante las Cortes de Cádiz, donde se desempeñó como diputado suplente en representación de las provincias centroamericanas. Fue en las Cortes de Cádiz donde Sacasa experimentó en carne propia el desprecio que los españoles peninsulares sentían por los criollos americanos, cuando le negaron el uso de la palabra para reclamar por el hecho de la desigual representación de las provincias hispanoamericanas frente a las provincias españolas. 

A la Capitanía General del Reino de Guatemala le correspondía elegir a un solo diputado. Pero, la convocatoria le permitió designar a dos diputados más, en calidad de suplentes y residentes en España, para mientras se incorporaba el diputado propietario. Como suplentes fueron designados, el canónigo guatemalteco, Juan Neponuceno de San Juan y el abogado nicaragüense José Sacasa.

Casi dos años después, en carta que con fecha 13 de enero de 1822 el Lic. Sacasa enviara al prócer Lic. Miguel Larreynaga, para expresarle su júbilo por la declaración de la Independencia de Centroamérica, que “el Pepe” alude al incidente que tuvo lugar en las Cortes de Cádiz. Esta carta, de la cual conservo el original autógrafo, obsequio de la bisnieta de Larreynaga, doña Emperatriz Larreynaga, es el mejor testimonio de las ideas ilustradas e independentistas de José Sacasa. La carta está inspirada por el entusiasmo que le produjo al Pepe la noticia de la proclamación de la Independencia de Centroamérica el 15 de septiembre de 1821. 

Las noticias de la Independencia llegaron a Sacasa en España el día 19 de diciembre. Le confiesa a Larreynaga: “No puede usted figurarse la conmoción que causó en mi pecho tamaña noticia. El día 19 de diciembre es el primer día de placer que he sentido en mi vida!… Proteja el Grande Arquitecto del Universo la santa causa de nuestra patria!…  Defienda con su brazo invencible la resolución que ella tomó en 15 de septiembre!… Ilumine con su infinita sabiduría el entendimiento de los pilotos, a quienes se ha encargado el timón de la Nave del Estado!…”

Luego le narra a Larreynaga, entonces miembro de la Junta Provisional Consultiva, el banquete que para celebrar el suceso tuvo lugar en Madrid en el sitio conocido como la Cruz de Malta, costeado por don Mateo Ibarra, donde se brindó, “en prosa y verso por la libertad general del universo, por la independencia y libertad de toda América y de cada una de sus provincias, especialmente por la independencia y libertad de Guatemala, por la feliz instalación y acierto de las duras deliberaciones de su Congreso y finalmente por la salud de los individuos de esa Junta, y por cuantos hayan contribuido a la independencia y libertad de Guatemala con determinada intención de hacer el bien del hombre de ese país”.

Preocupado por los destinos de la nueva República, el Lic. Sacasa le informa al prócer Larreynaga que está elaborando un proyecto de Constitución que le enviará en breve. No se sabe si logró cumplir su promesa. 

Con la Independencia, concluye el mando de Sacasa como diputado suplente ante las Cortes de Cádiz. De regreso a Centroamérica, su preparación y talento le llevaron a ocupar una serie de altos cargos en varios países de la Patria Grande, entre ellos el de magistrado de la Corte Suprema de Justicia de Costa Rica y delegado de Nicaragua, en compañía de Máximo Jerez y del célebre Br. Rafael Francisco Osejo ante la Dieta Centroamericana de Nacaome (1846). En 1848 fue acreditado como ministro de Nicaragua ante el gobierno de los Estados Unidos. Su prestigio como intelectual liberal hizo que, pese a provenir de una reconocida familia conservadora, los liberales fueran a buscarlo hasta San Miguel, Honduras, donde se encontraba residiendo, para proclamarlo como candidato al cargo de Director Supremo del Estado de Nicaragua en las elecciones de 1851. Los tres candidatos en estas elecciones fueron: el Lic. José Sacasa, el Lic. Laureano Pineda, apoyado por los “timbucos” y el Lic. Pablo Buitrago. Refiere Jesús Hernández Somoza en su Historia de los tres años del Gobierno de Roberto Sacasa (1893), que José Sacasa obtuvo la mayoría de los votos directos de los ciudadanos pero la Asamblea Nacional prefirió al candidato que había obtenido el segundo lugar: el Licenciado Laureano Pineda, por cierto casado con una hermana de Sacasa. De haber sido electo Director Supremo, quizás hubiera sido el único Sacasa de nuestra historia que concluyera su mandato.

Las relaciones del Pepe con su familia no fueron siempre cordiales. Él fue algo así como la “oveja negra” del poderoso clan Sacasa, entonces jefeado por su padre el coronel Crisanto Sacasa. El Pepe, por su carácter y sus ideas no pudo entenderse con su familia granadina y se marchó a vivir a El Salvador, donde falleció después (posiblemente en 1870).

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