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Un exreo político singular

Decía recientemente un politólogo nicaragüense que bajo la sombra funesta de la dictadura, uno cuando sale por la mañana a buscar el pan nuestro de cada día, se despide muy efusivamente de su familia, porque no sabe si al doblar la esquina lo estarán esperando los sayones de la policía, para llevárselo prisionero escudados en la razón de la sin razón de que “son órdenes de arriba”.

Si se lo llevan preso, tal vez porque tuvo la osadía de comentar entre parroquianos su desacuerdo con la última perorata del dictador o de su compañera o porque al calor de los últimos nepentes se le salió las escondidas aspiraciones, que tenía bien guardadas desde hace algún tiempo, de postularse como candidato a la primera magistratura de la nación, si a usted se le ocurre cualquiera de estas dos cosas ¡tenga cuidado! porque lo menos que le espera además de la azotaina a la entrada del Ministerio Público (MP) es que le receten 90 días, prorrogables, de comer frijoles con gorgojos, dormir en el frío suelo y no ver, para nada, la reconfortante luz del sol.

Para aplicar estos castigos infamantes no respetan nada, ya que el Poder Judicial acata sin chistar la voluntad del binomio presidencial. Ni siquiera respetan a los que les ayudaron a encumbrarse en el poder, como los casos del laureado escritor Sergio Ramírez Mercado y los comandantes Hugo Torres y Dora María Téllez, que arriesgaron sus vidas para poner en libertad al futuro dictador. Y ya sabemos ahora dónde están.

Por este estado de inseguridad ciudadana y de violación a sus Derechos Humanos han pasado miles de nicaragüenses y esto sin contar con el sufrimiento de sus familias por la ausencia del proveedor, del padre, de la madre, del esposo o esposa, de los hijos que lloran haciendo preguntas que no hay cómo responder. Actualmente ya hay más de 150 de estos compatriotas que esperan la efectiva y real solidaridad internacional que les permita volver a estar junto con sus familias, que es donde deben estar. Hay muchas declaraciones de condena a la represión y demanda de que estos héroes vivientes puedan alcanzar su libertad, pero chocan con la sordera crónica que en esta materia caracteriza a la pareja presidencial.

Somos ya muchas las personas en todo el mundo que nos estamos preguntando: ¿Es acaso la furia vengativa lo que los impulsa a gobernar así? ¿Por qué se ensañan con los miskitos y no castigan como se merecen a los asesinos de 13 de ellos en la zona rural del país? ¿Cuándo van a poner en libertad a los más de 150 secuestrados?

La verdad es que hay quienes pasan varios años en la cárcel y salen con el corazón emponzoñado, buscando a quién inficionar, en desquite, por la dolorosa experiencia sufrida. Pero hay también, quienes pasan muchos años en prisión y salen de la cárcel con el corazón pletórico de amor y paz.

 A estos últimos pertenece el líder de Sudáfrica Nelson Mandela (1918-2013), quien pasó en la cárcel durante 27 años hasta derrotar el odioso Apartheid y al ser puesto en libertad siguió luchando por la Reconciliación Nacional (entre blancos y negros). Premio Nobel de la Paz en 1993, un año después fue electo presidente de su país en elecciones libres y honestas (1994-1999) oponiéndose vehementemente a su reelección. Recibió muchas condecoraciones (250). Su sueldo como presidente de 552 mil rands anuales, nunca lo recibió, ya que lo donaba a los pobres. Durante su mandato construyó 750,000  viviendas para los más necesitados. Es considerado el fundador de la democracia sudafricana. Es y será recordado siempre como un ejemplo para los que, como nuestros presos políticos, tienen ideales y luchan por un mejor destino para la humanidad

Exreos políticos como Mandela llenan de orgullo a cualquier país, porque dejan buenos recuerdos y el agradecimiento imperecedero de las generaciones futuras, que cuando invoquen su nombre, lo harán con verdadero cariño y gratitud.

El autor es periodista y secretario general de la Asociación de Nicaragüenses en el Extranjero (ANE)

Opinión Nicaragua presos políticos archivo
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