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Las dos Nicaragua del Covid

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Covid

Si por los informes de Minsa fuera, en Nicaragua prácticamente no hay Covid. Desde hace seis meses, solo un nicaragüense muere por Covid cada semana. Inalterablemente. De hecho, cuando se presentan las estadísticas regionales, Nicaragua aparece con los índices más bajos de contagio y mortalidad de América Latina. La batalla contra el Covid se está ganando en los escritorios, aunque las calles digan lo contrario.

Informes

Nicaragua vive dos realidades Covid: la que dicen los informes del gobierno y la que se ve en las calles y se sufre en las casas. En los informes, Nicaragua tiene el mejor control de América para la pandemia, va ganando la batalla. En las calles, por el contrario, la pandemia tiene de rodillas a la población. Son dos realidades opuestas. No será esta la primera vez que una guerra se gana en los informes y se pierde en los campos de batalla.

Miedo

Las redes sociales se han convertido en obituarios masivos. Muerto tras muerto. Filas desesperadas buscando oxígeno para algún familiar convaleciente. Ciudadanos, también desesperados, que hacen fila a sol y sombra hasta por 48 horas para conseguir una vacuna. Esas filas hablan de miedo. Se ve en los ojos. Nadie más lo ve ya como el “virus maricón”, que se mata “con gárgaras de sal tres veces al día, baños de agua hirviendo con hojas de eucalipto y limoncito”.

Blasfemia

Contradecir el informe oficial es un delito en la Nicaragua de ahora. La realidad es lo que diga el gobierno y no lo que se ve en las casa y calles. Que en Nicaragua muere solo una persona a la semana por Covid es tan cierto como que en Managua cayó un meteorito hace siete años. Tan “verdad” es que el gobierno ha llamado a varios médicos para amenazarlos con cárcel o con quitarle su licencia si siguen diciendo las “mentiras” que su ciencia y su experiencia les indican. La verdad es un muerto semanal. Y punto. Cuestionar la verdad oficial es blasfemia, y se paga con cárcel.

¿Por qué?

Creo que casi todos, si no todos, nos hemos preguntado por qué el gobierno asumió una actitud tan indolente ante la pandemia mundial del Covid 19. No solo no lo tomó con las alarmas que merecía, sino que a veces da la impresión de estar ayudándole en su matancina. ¿Se acuerdan cuando en el resto del mundo se cerraban fronteras? Aquí se abrían. ¿O cuando se exigía distanciamiento social y quedarse en casa? Aquí, en Nicaragua, el gobierno invitaba a actividades de aglomeración masiva, a veces, incluso, absurdamente contra el Covid. “Ébola de los ricos”, le dijeron. O “virus maricón”. Costó que se empezara a exigir mascarilla, dizque porque generaba pánico. Se prohibió a las instituciones privadas hacer exámenes Covid, entre otro montón de acciones que escandalizaron a los médicos independientes y a las autoridades sanitarias internacionales. ¿Cuál era el propósito de tanto desatino?

Mezquindades

En medio de la fractura social que vive Nicaragua, se perdió la oportunidad de encontrarnos frente a un enemigo común. La pandemia es una desgracia para oficialistas y opositores. Para ricos y pobres. Para hombres y mujeres. Para el campo y la ciudad. No es solo un asunto de gobierno o de población. Cómo hubiese cambiado la situación si el gobierno en vez de perseguir a los médicos independientes los hubiese llamado para trabajar juntos en la respuesta a la peste. Si en vez de monopolizar las pruebas Covid, las hubiese liberado. El sufrimiento que está viviendo Nicaragua es la consecuencia, en buena parte, de estas mezquindades.

Solidaridad

A todos nos ha tocado esta pandemia de una u otra forma. Lo peor, obviamente, es el rastro de muerte que va dejando. En mi caso personal, toda mi familia ha sido contagiada en diferentes momentos y actualmente batallamos por la recuperación de mi hija. Y es sumergido en el sufrimiento cuando se ve una Nicaragua que también vale la pena destacar: la Nicaragua solidaria. Esas cadenas de apoyo que se forman espontáneamente para llevar una medicina que no se encuentra, o para conseguir oxígeno que salva vidas. Amigos y familiares que asumen el dolor ajeno como propio, y desconocidos incluso que ofrecen su mano y sus oraciones. Médicos y enfermeros, quienes a riesgo de su propia vida y saturados de trabajo, sin tiempo para el descanso, siempre están listos para ayudar al enfermo.  Esa es la Nicaragua a rescatar. Esa es la Nicaragua que merecía la pandemia y no se le dio mayor oportunidad entre tantas mezquindades.

COMENTARIOS

  1. Hace 3 años

    Muy acertado como siempre Fabián en sus comentarios. Mientras el gobierno siga mintiendo y ocultando la verdad o realidad en nuestro país y promoviendo actividades, sumado a la ignorancia o ceguera de muchos, el Covid seguirá avanzando y llenando de dolor más hogares. Con la vacunación, el Minsa con tanta experiencia acumulada ha sido negligente al no hacer un proceso ordenado con citas, abriendo todas la unidades de salud para vacunar, lo cual hubiese evitado el desorden actual. Al final, las acciones del gobierno nos dejan a la opción de, salvase quien pueda.

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