Es común escuchar que Nicaragua tiene una de las tarifas eléctricas más caras de Centroamérica. Esta había sido una de las principales quejas del sector empresarial, que le pedían al régimen de Daniel Ortega, cuando aún mantenían una alianza, que revisara los pliegos, que redujeran las pérdidas eléctricas y que se obligara a la distribuidora a ser más eficiente.
Pero este viernes, CNN en Español divulgó un análisis: ¿Cuál es el costo de la electricidad en un mundo afectado por el cambio climático?, que dejó claro cuán cara es la tarifa eléctrica para consumo doméstico en Nicaragua, cuyos datos hasta el 2018, colocaban al país solo por detrás de Alemania, cuyo PIB per cápita en el 2019 se ubicó en 46,445 dólares frente a los 1,912 dólares de los nicaragüenses ese mismo año.
El reporte de la televisora estadounidense, que construyó la información con datos de Banco Mundial, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Statista y GlobalPetrolPrices, revela que Alemania, Nicaragua, Dinamarca, Bélgica e Italia se perfilan como las economías con las tarifas de electricidad más altas del mundo.
Por cada kilovatio/hora un nicaragüense pagaba 0.33 dólar y por esa misma unidad un alemán en su hogar abonaba 0.35 dólar. En el mismo reporte, CNN aclara que para fines comparativos omitieron a los países con altos precios como consecuencia de un reducido acceso a la misma (menor al 70 por ciento de la población).
Sobre la tarifa que paga Alemania, CNN dice que esta “sólo es superada en el mundo por la de pequeños países insulares como las Islas Salomón, Vanuatu y Micronesia, afectados por las grandes distancias y el limitado acceso de la población a la red eléctrica”.
Pero en Nicaragua, en el 2018, la Empresa Nacional de Transmisión Electricidad (Enatrel) informó que ese año el país había rebasado su meta en cobertura y se alcanzó el 95.6 por ciento, lo cual calificó como un logro. Es decir que el Gobierno no podría aducir a la baja cobertura eléctrica la elevada tarifa.
Incluso los números de la televisora muestran que los residentes en Uruguay, Portugal, Japón, España e Irlanda pagaban tarifas más bajas que los propios nicaragüenses, pese a que son economías más desarrolladas y con alto poder adquisitivo.
Los aliados de Ortega con las tarifas más bajas
Al otro lado, están las economías en el mundo con las tarifas más bajas, que están vinculadas especialmente con los productores de petróleo. Venezuela, el “país aliado” de Ortega, tiene la tarifa más baja en el mundo con apenas 0.002 dólar por cada kilovatio, le sigue Kuwait, Cuba, Sudán, Etiopía, Qatar, entre otros.
Es mas, hasta Irán, al cual Ortega también ve como aliado, está entre los países con tarifas bajas, cuya población paga por cada kilovatio/hora 0.052 dólar.
La posición de Nicaragua en el grupo de los países con la tarifa eléctrica doméstica más cara en el mundo, dejan al país como la economía en América Latina con la paga más alta.
Detrás de Nicaragua está Haití, el país más pobre de América Latina y el Caribe, pero la brecha entre una tarifa y otra es marcada. En esa isla los hogares pagan 0.28 dólar, es decir 0.05 menos que los nicaragüenses.
Le siguen Uruguay, El Salvador, Honduras, Guatemala, Perú, Chile, Panamá, Costa Rica, Colombia, Bolivia, República Dominicana, Brasil, Ecuador, Argentina, México, Paraguay, Cuba y Venezuela.
“También figuran entre los países con las tarifas más bajas Venezuela, dueño de una de las reservas de petróleo más grandes del mundo, y Cuba, que recibe petróleo subsidiado de parte de Venezuela”, señala CNN en su reporte, que menciona que pese a que estas economías tienen las tarifas más bajas del mundo, enfrentan numerosos apagones debido a su debilitada infraestructura energética.
El régimen de Daniel Ortega involucró desde el 2008 al mercado eléctrico y de hidrocarburos en un supuesto esquema de cooperación con Venezuela, que al final resultó ser un negocio privado y mediante el cual movió cerca de 4,000 millones de dólares, el cual se vio interrumpido por las sanciones de Estados Unidos primero a Petróleos de Venezuela (PDVSA) y luego a Albanisa.
Los analistas han advertido que esto ocasionó distorsiones que aún persisten. En el 2021, en medio de fuertes presiones por parte de la ciudadanía, y luego de aplicar ajustes disfrazados en el 2019 que rondó el 20 por ciento, el 1 de enero entró en vigencia una reducción en la tarifa del 15 por ciento, cuyo impacto fue limitado.
