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Patricia Orozco, periodista nicaragüense. Óscar Navarrete/LA PRENSA

Patricia Orozco: “Espero que la dictadura entienda que no tiene salida”

La experimentada periodista explica en la revista DOMINGO que Daniel Ortega no tiene salida y que irá hasta las últimas consecuencias solo para proteger su dinero porque el pueblo no le interesa

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Desde su programa Onda Local, la periodista Patricia Orozco se ha destacado como una analista de la realidad nicaragüense desde los años noventa y ha incidido en los jóvenes periodistas como catedrática en la Universidad Centroamericana (UCA).

Fue una entusiasta creyente en la revolución sandinista en la cual trabajó en los CDS y en el Departamento de Agitación y Propaganda. Creía en Daniel Ortega. Pero hoy está en el exilio, huyendo precisamente de la represión orteguista.

A sus 64 años de edad, Orozco hoy se define solo como una persona crítica.

En esta entrevista explica su desencanto, su percepción de la situación actual de Nicaragua y cómo el país se encuentra en una situación delicada, pero en la que no cabe la solución armada sino solo la pacífica.

Muchos periodistas exiliados, creo que casi 40.

Lamentablemente el país ha perdido gente muy valiosa que estaba dedicada al periodismo independiente y que han tenido que dejar el país de forma obligatoria, para poder preservar la vida. Es gente que debería de estar en Nicaragua dando sus mejores esfuerzos. Recordemos que muchos periodistas, hombres y mujeres, están tratando de hacer periodismo desde donde están y eso es algo valioso.

¿Alguna vez Daniel Ortega ha estado a favor del periodismo?

Cuando se formó el Colegio de Periodistas él estuvo bastante a favor del colegio. Generalmente lo que Ortega hace es traer a las organizaciones a que defiendan sus intereses y quien no lo hace ahí es cuando entrás en problemas, según Ortega. Creo que Ortega no solo quiere silenciar. Quiere que la gente no se entere de lo que realmente ocurre. Un ejemplo reciente, se ha planteado de parte de organismos internacionales especializados en salud, y también médicos nicaragüenses, que el tema de hacer filas, hacer actividades masivas, es contraproducente. Es una forma de facilitar las condiciones para que la gente se infectara de coronavirus. Sin embargo, vemos que la cosa sigue. Ahora dijeron que la gente mayor de 30 años podía vacunarse y lo que ha habido son molotes de gente haciendo fila, gente agarrando lugar de la otra, gente peleándose, la Policía viendo los toros de largo y el régimen no hace absolutamente nada para que haya un proceso distinto con relación a la vacunación.

¿Cómo valora la forma en que está vacunando el gobierno?

Hay mucha ineficiencia. Tiene que ver con desentendimiento del gobierno en el interés de la ciudadanía. No le interesa la gente. Por otro lado, ineficiencia también de las personas que lo están haciendo. La mejor gente que tenía Ortega se le ha ido. Se le han ido un montón de médicos y de médicas, especialistas en salud. En Nicaragua ha habido gente buena y sigue habiendo gente muy buena. El problema es cuál es la intención. ¿Realmente quiere que se muera la gente?

¿Hay fuga en Nicaragua de personal profesional y capacitado?

Lamentablemente. La mejor gente es la que se ha puesto el dedo en la frente y dice aquí no me conviene. No solo no me conviene porque no hay condiciones para el trabajo, no me conviene porque yo profesionalmente no evoluciono positivamente. Y aunque a mí me guste Nicaragua, aunque ame a Nicaragua, la verdad es que las condiciones son difíciles y además de eso te piden ser leal al gobierno de turno. En Nicaragua hay muy buena gente, que tiene muchos años de experiencia y que está dedicada a su carrera.

¿Qué piensa cuando hay gente que dice que le trabajan al gobierno, pero no están de acuerdo con ellos y no renuncian porque deben de mantener su hogar?

Es duro. Pero es cierto. Mucha gente se sostiene en ese trabajo porque es la forma que tienen para llevar la alimentación a sus hijos, a su compañera, a sus abuelos, a sus papás. Es duro. Tienen que estar mordiendo el leño. Yo no juzgo a esa gente, aunque creo que poco a poco deberían de buscar otras alternativas. Pero es duro tener un jefe que te obliga, que te manda a las rotondas con una banderita. Y la gente no quiere porque no llegan a buscar un trabajo para andar haciendo actividades partidarias. Buscan un trabajo para desempeñarse, para ganar su salario, para llevar la comida a su hogar.

¿Qué tanto conoce a Ortega? Especialmente por su trayectoria como periodista. ¿Qué mira en él?

Ahora no miro nada, sinceramente. Yo creo, con la ingenuidad que teníamos cuando teníamos 20, 25 años, que creíamos que todo lo que decía era realidad. Y que era un revolucionario real. Con los años él ha ido demostrando que no es así porque no hay contradicción más grande entre ser revolucionario y ser empresario. Un empresario está pensando en cómo hace más dinero, en eso se ha convertido ese señor. Yo creo que las creencias que él decía tener o no fueron tales o fueron lo suficientemente débiles como para cambiarlas y ser un empresario.

¿En qué cree que están pensando Ortega y su gente? ¿Cree que pueden negociar su salida?

Están dispuestos a ir hasta el final. Ellos están defendiendo su dinero, no están defendiendo el interés de la gente. Eso es mentira. El discurso de Ortega está lleno de muchas mentiras. Ellos están garantizando que su dinero no se les vaya para otro lado. Van a ir hasta donde les sea posible, hasta el final. No tienen interés de negociar con nadie. Su punto de vista es el dinero.

¿Qué hay para ellos si pierden el poder?

Ellos están acusados de violaciones o crímenes de lesa humanidad, violaciones o crímenes contra los derechos humanos de las personas. No se van a escapar. La justicia tiene que garantizar que…, borrón y cuenta nueva no se trata de eso. Tampoco se trata de venganza, se trata de justicia.

¿Qué salida o solución le ve a la crisis actual?

En Nicaragua las crisis se han resuelto de distintas formas. Esta es la primera vez que estamos frente a una crisis donde las armas están ausentes y yo espero que estén ausentes para siempre. Espero yo que la dictadura entienda que no tiene salida, que ha cometido crímenes de lesa humanidad o los han mandado a cometer, o ha ocupado a la Policía, pero eso no tiene salida, mucho menos una salida armada. Quizá en algún momento Ortega lo pensó, pero en Nicaragua han ocurrido cambios importantes y la lucha cívica, que es un planteamiento novedoso para Nicaragua, está diciéndote no queremos armas, no queremos una lucha violenta, queremos salir lo más cívicamente posible. Pensamos que eso era posible con las elecciones. Mucha gente lo pensó. Él está haciendo todo lo posible porque no haya nadie que se le ponga enfrente, que compita. Los ha echado presos. Ahora todo mundo es culpable de traición a la patria, cuando mucha gente lo que buscaba era salidas para la situación de Nicaragua. Salidas cívicas.

¿Hay un bloqueo a las soluciones pacíficas?

Sí. Aquí no hay elecciones porque él es el único candidato. El mensaje que Ortega le da a la nación: aquí mando yo. Y la cosa no es así. Tiene que entender que Nicaragua necesita otro tipo de gobierno, otro tipo de regímenes, no totalitarios, otras formas de dirigir el país y eso es lo que Ortega no quiere.

Hay una sensación de que Ortega se ensaña más contra aquellas personas que alguna vez estuvieron con él.

Claro. En la izquierda, entre comillas, el tema de la traición era castigado casi con la muerte. Ortega vive con esa idea todavía y vos ves cómo tiene a la Dora Téllez, que fue comandante guerrillera, que estuvo al frente de una zona importante del país, una mujer que se ha caracterizado por rendir cuentas. Cuando fue ministra de Salud vos ibas y las puertas del despacho de la ministra estaban abiertas, en sentido figurado. Él no piensa que la gente puede evolucionar, pueden pensar que las cosas deberían de ser diferentes y yo creo que lo que le une a Víctor Hugo, a Hugo, a la Dora, para decirte nombres de gente que estuvo con él, que lo conocieron en los setenta, pero que él no acepta. Porque es un problema de aceptación. Él no acepta que la gente haya evolucionado positivamente en pro de la gente, en pro de la ciudadanía.

¿Qué análisis hace de Rosario Murillo?

Ella piensa como él. Se conjugan en la forma de pensar y en la forma de actuar. Estoy en desacuerdo con gente que dice la maldita esa, no. Son iguales. Piensan similar.

¿Usted cómo ha vivido el hecho de que con la revolución se creyó que las cosas cambiarían en Nicaragua y no ha sido así?

Muy doloroso y muy duro. Doloroso porque creíamos que era posible hacer un cambio en Nicaragua desde el planteamiento que hacía el Frente Sandinista en su programa histórico, del que ya nadie se acuerda. Había gente que decía que era revolucionaria y a la vuelta de los años eran todo menos revolucionaria. Duro también constatar que aquellas personas en las que vos creías no son nada. No se parecen a vos, no se parecen a sus ideales. Cambiaron sus ideales.

¿Le han recriminado haber apoyado al sandinismo?

Hay compañeros y compañeras que no comprenden o no quieren comprender que es posible cambiar la forma de pensar, que es posible cambiar ideales. Hay gente que critica porque vos estuviste ahí en los años ochenta y yo creo que hay que entender que la gente evoluciona. Y si evoluciona positivamente, aplausos. Hay que aplaudir a aquella persona que dice yo me voy, esto no sirve, yo pensé que era. Eso hay que aplaudirlo porque requiere valor.

Quienes critican seguramente son personas que sufrieron mucho en los años ochenta.

Probablemente. Pero también en esta lucha contra Ortega se ha reactivado un pensamiento de derecha muy duro. Es duro decirlo, pero es un pensamiento de derecha que te dicen no, no a todo lo que huele a sandinismo. Y a veces se enreda porque se habla de sandinismo cuando de lo que están hablando es de orteguismo. El pensamiento sandinista es mucho más allá de Ortega. Ellos no son de izquierda ya, para comenzar. Y en Nicaragua sigue habiendo gente de izquierda, de estar a la par de la gente.

Para usted, ¿en qué quedó lo de abril de 2018?

Sigue. Yo creo que sigue. Porque las bases de la lucha que vimos en abril de 2018, la gente sigue. No es llamarada de tuza. La gente encontró otra forma de lucha, otra forma de resistir.

Hubo más de 300 asesinados, ¿eso valió la pena?

Yo hubiese querido que no hubiesen esas más de 300 personas muertas, porque las mandó a matar quien luchaba contra una dictadura de Somoza y ahora se convirtió en un dictador. Probablemente el sentido que tengan es que han logrado que mucha gente despierte en la necesidad que tenemos de cambiar este país. No es justo que la gente más joven siga poniendo el pellejo.

Mucha gente creyó que en abril de 2018 Daniel Ortega caía. ¿Pensó lo mismo?

No. Una conoce los estilos y las formas de pensar de la dictadura. Yo sí creí que podíamos moverle el tilinche como decimos los nicaragüenses y que se podía entrar en un proceso de negociación real. Pero luego se revitalizó rápido porque en torno a él estaban un montón de personas que habían sido del Ejército, que habían sido de la Policía, que habían sido de la Seguridad (del Estado) y gente combatiente histórica.

¿Fue fallido o cómo catalogaría el diálogo de mayo de 2018?

No fue fallido. Se pudo la gente informar de lo que estaba sucediendo. Hubo jóvenes valientes que le dijeron a Ortega lo que se merecía que le dijeran. Para mi esa cosa es importante y aunque vos digas que al final no se firmó algo, en la conciencia de la gente está ese recuerdo y no todas las victorias políticas son de hoy para mañana, hay victorias de más tiempo, pensadas con más fuerza. El que la gente pudiera oír lo que estaba pasando en ese diálogo para mí fue extraordinario.

Eso le está costando caro a Lésther Alemán ahorita.

Lamentablemente. Eso es venganza pura y dura. Eso no tiene cabida en personas revolucionarias y te muestra que Ortega no es un revolucionario. Lo que están haciendo es vengarse de eso trascendente, victorioso, que ese muchacho hizo.

Ya no hay periódicos impresos en Nicaragua.

¡Nicaragua se quedó sin periódicos! Eso es impresionante. Y no fue una evolución de los periódicos tratar de convertirse en medios digitales, porque eso hubiera sido un paso inteligente, importante y digno de estudiar. Aquí fue la represión lo que obligó a la prensa escrita a tener que dejarlo y convertirse en digital.

¿Cuánto tiempo más mira a Daniel Ortega en el poder?

Un año más. No creo que el país aguante cinco. Si acaso dos. No me preguntés cómo pero no creo que el país aguante mucho. No creo que la gente quiera vivir bajo dictadura otros cinco años.

PLANO PERSONAL DE PATRICIA OROZCO

Patricia Amanda Orozco Andrade tiene 64 años de edad, nació en Managua. Tiene tres hijas y un hijo y se encuentra soltera.

Estudió Periodismo en la Universidad Centroamericana (UCA), en la cual ha sido catedrática, y también Ciencias de la Educación con mención en francés en la UNAN Managua.

Políticamente se considera crítica y no se enmarca dentro de ningún partido o pensamiento político.

Se describe como una persona alegre, “jodedora”. Le gusta la música reggae, el reguetón no porque la letra es muy vulgar, afirma. Le gusta leer y disfruta mucho con un libro.

Come de todo, especialmente la comida nica y la china. Al marisco lo pondría en primer lugar.

Los fines de semana suele quedarse en casa.

En los años ochenta trabajó en un comité regional del Frente Sandinista (FSLN). También estuvo en los Comité de Defensa Sandinista (CDS) y en el Departamento de Propaganda bajo la égida de Carlos Fernando Chamorro.

En los años noventa fundó el programa radial Onda Local, el cual hoy subsiste solo en digital porque ya no pudo seguir en la radio Corporación, debido a presiones del gobierno de Daniel Ortega. Se puede sintonizar en Facebook, donde cuelgan todos los programas.

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