No todo en el deporte se trata de lo físico, a veces la mente puede más que el cuerpo. La Selección Nacional Sub-23 no se pudo recuperar del asalto que le hizo Panamá en el segundo juego del Mundial: ir ganando en casi todo el juego 5-2 para luego perder por paliza 13-6 fue una daga al corazón; el día se volvió de noche, la alegría en tristeza y la felicidad en llanto. La tropa nicaragüense no se pudo redimir y tampoco el distanciamiento por la covid-19 ayudó para restablecer el ánimo de los jugadores.
Elián Miranda comparte cuarto con Leonardo Ortiz, conocido como el Pollo, revela que no hay reuniones de grupo fuera del campo, cada quien debe estar en sus habitaciones. Solo se baja de la habitación para el desayuno, almuerzo o cena y luego se vuelven a encerrar en el cuarto divididos en parejas. Elián, uno de los capitanes del equipo y de los jugadores de mayor peso en la Selección Nacional Sub-23, habla sobre lo que ha pasado en México y cómo se pasó de vencer a Corea del Sur a estar en una ronda de consuelo.
La pregunta que todos nos hacemos es: ¿Qué pasó con el equipo Sub-23 en México?
Siendo honesto hubo un bajón de ánimo tras la derrota con Panamá, uno trataba de animar, de estar metido de lleno en las prácticas, pero se miraba a los chavalos decaídos. Fue diferente en el juego con Corea del Sur, cuando todos hacíamos ruido y estábamos metidos de lleno en el partido.
¿Quiere decir que no hubo manera de recuperarse tras esa derrota con Panamá?
En mi caso estaba enfocado en el juego, estaba dándoles ánimos, tratando de estar alegres, pero se les miraba lo decaídos. En los juegos posteriores el equipo estaba metido de lleno en dos o tres inning y luego desaparecían los ánimos. La derrota con Panamá nos bajó la moral.
¿Cómo era el ambiente fuera del terreno?
No se hablaba mucho porque no podíamos estar reunidos fuera del campo por la covid-19. Cuando íbamos en el bus de regreso al hotel decíamos que debíamos mejorar y echarlas todas, pero era evidente el rostro de decaimiento. Los que no habían tenido un buen papel se les miraba la moral baja. Lo normal sería que nos animáramos en el hotel, tratar de olvidar el mal momento y focalizarnos en el siguiente partido, pero cómo cada quien se debía encerrar en su habitación yo creo que la mente hizo una mala pasada a muchos porque se iban a la cama pensando en el mal momento que se vivía. He aprendido a mi corta edad que el beisbol es mental, o sos fuerte o te hundís pensando en tus errores.
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Ahora viene la ronda de consuelo ¿cómo se afronta eso?
Ya suena feo solo por el nombre porque no buscás medalla sino una posición, pero uno busca hacer números propios y tratar de dejar una buena impresión.
¿Qué les dijo Sandor después del triunfo ante Holanda?
Que sigamos así, que debemos tener un cierre bueno, quedan tres juegos y debemos ganarlos y cerrar fuerte.
Su primer año en Ligas Menores
¿Cómo avaluarías tu primer año en Ligas Menores?
Tuve un buen año. Trabajé en mis errores como la velocidad, me enfoqué en mi “corrin”, velocidad de piernas, también en Clase A media trabajé con el coach de bateo en mi forma de pararme y ejecutar mejor el swing, ahora bajo más las manos.
¿Una vez finalizado el año qué te dijeron en tu organización?
Les gustaba que era uno de los jugadores que estaba siempre en el juego, estudiando a los lanzadores, evaluando sus picheos rompientes, cuándo y en qué momento los lanzaban, qué tipo de lanzamientos hacían con diferentes conteos. He aprendido a ser más estudioso.
¿Cuál es la meta para el próximo año?
Es dar el salto de Clase A fuerte a Doble A.
¿Cuánta diferencia hay entre Clase A fuerte y Pomares?
La diferencia es enorme, pero no con la Liga Profesional. Lo complicado de la Clase A es que salen lanzadores fuertes y con el conteo a favor, a veces uno piensa que vienen con tal lanzamiento y te terminan engañando, es impredecible.