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Las Normas de Mandela

Debido a la gran cantidad de presos políticos que han pasado por la cárcel desde el estallido social y político de abril de 2018, y los que están encarcelados actualmente acusados de cometer graves delitos contra el Estado, defensores de derechos humanos mencionan las llamadas Normas de Mandela.

     La Normas de Mandela son 122 reglas sobre el tratamiento a los presos, tanto comunes como políticos y de conciencia, que fueron aprobadas por la Asamblea General de la ONU el 17 de diciembre de 2015 mediante una Resolución titulada Reglas Mínimas de Naciones Unidas para el Tratamiento de los Reclusos.

     Pero esta Resolución de la ONU es uno de esos acuerdos internacionales que son aprobados en medio de grandes aplausos, por los objetivos humanitarios que persiguen. Casi nadie los cumple en la realidad aunque se invoquen a menudo en los discursos de los representantes gubernamentales.

     Todos los gobiernos de los países miembros de la ONU se comprometieron a aplicar las Normas de Mandela, pero muy pocos lo hacen.

La obligación del trato humanitario a los presos (que ahora son llamados “privados de libertad”), fue establecida como norma de derecho internacional desde 1948, en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Sin embargo fue solo algo declarativo.

Siete años después, en 1955, la ONU aprobó reglas más específicas para el tratamiento digno que se debe dar a los presos. Después los expertos siguieron analizando los avances en la legislación internacional sobre las ciencias y buenas prácticas penitenciarias, hasta llegar a la aprobación de las Normas de Mandela en 2015. Fueron llamadas así, en honor del más célebre preso político de la época moderna, el sudafricano Nelson Mandela, quien pasó 27 años en prisión y después fue elegido democráticamente como presidente de su país. Mandela ha sido quizás el gobernante más honesto, noble y democrático del mundo en la época actual.

     Con su indiscutible autoridad política y moral Mandela expresó lo siguiente: “Suele decirse que nadie conoce realmente cómo es una nación hasta haber estado en una de sus cárceles. Una nación no debe juzgarse por cómo trata a sus ciudadanos con mejor posición, sino por cómo trata a los que tienen poco o nada”. O sea, por el tratamiento que da a los presos.

     En Nicaragua se construyó en 1958 la cárcel La Modelo de Tipitapa que en su género y en su época era la mejor en toda Centroamérica. Desde entonces hasta los años de la transición democrática de 1990 a 2006, hubo avances y retrocesos en el régimen carcelario. Inclusive, la Constitución sandinista de 1987 estableció en su artículo 39 que “en Nicaragua el sistema penitenciario es humanitario”.

     Así lo dice hasta ahora el texto constitucional, pero las condiciones carcelarias están muy lejos de ser eso. Inclusive han empeorado, a juzgar por declaraciones de personas que han estado presas por diversos motivos. Y sobre todo por lo que denuncian los familiares de los prisioneros políticos y de conciencia, a quienes ni siquiera les permiten llevarles comida y solo una vez los han visto rápidamente, después de varios meses de reclusión.

     Se puede decir, con las palabras de Mandela, que a Nicaragua hoy se le puede conocer por las condiciones carcelarias y el trato que reciben los presos. Todos los presos, pero en particular los prisioneros políticos y de conciencia.

Editorial Crisis en Nicaragua Mandela ONU archivo
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