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La primera guerra de Troya

Y además

Cuando se oye hablar de la Guerra de Troya se piensa habitualmente en la que Homero narra en La Ilíada. Esa fue la guerra más famosa del antiguo mundo helénico, y de todas las épocas. Duró diez años, pero Homero en La Ilíada solo se ocupa de lo acontecido en el décimo y último.

Sobre cómo terminó la Guerra de Troya y sus consecuencias, Homero escribió en La Odisea. Igualmente lo hicieron otros autores griegos como Sófocles, Eurípides y Esquilo, y también el latino Virgilio en La Eneida.

Todo eso es conocido por quienes se interesan en esos temas culturales, legendarios y mitológicos de la Grecia clásica. De lo que no se habla es de que antes de aquella hubo una primera guerra de Troya.

Esta ocurrió en tiempos del rey Laomedonte, quien, para proteger a la ciudad de sus enemigos que la codiciaban por su posición geográfica privilegiada, se propuso rodearla con una muralla inexpugnable.

En ese tiempo vivían en Troya los dioses Poseidón y Apolo, a quienes por haber conspirado contra Zeus este los castigó enviándolos a la tierra a trabajar para Laomedonte. Entonces el rey troyano les propuso que construyeran la muralla, prometiéndoles por su trabajo una generosa retribución.

Poseidón y Apolo erigieron el gran muro, pero Laomedonte, quien era un soberano pillo como lo son algunos gobernantes de ahora, se negó a pagarles lo convenido. Apolo, para vengarse de la ofensa desató una peste que enfermó y mató a muchos troyanos. Por su parte Poseidón provocó un maremoto que arrasó parte de la ciudad. Pero además envió un monstruo marino para que acosara a la ciudad, el que solo se calmaba si cada cierto tiempo le sacrificaban una doncella.

Herakles (Hércules) pasaba por Troya cuando llegó el momento de sacrificar a Hesíone, la hija menor de Laomedonte. El héroe se ofreció a matar al monstruo para salvarle la vida, a cambio de los dos caballos divinos que Zeus había regalado a Tros, el abuelo de Laomedonte.

Hecho el trato Herakles mató al monstruo marino y salvó a Hesíone. Pero el impenitente Laomedonte quiso engañarlo dándole dos caballos corrientes, en vez de los corceles divinos regalados por Zeus.

Herakles juró vengarse, se fue de Troya y regresó al frente de 18 navíos y un ejército. Laomedonte salió de la ciudad con su fuerza armada, para combatir a la de Herakles, pero fue derrotado.

El victorioso Herakles mató a Laomedonte y todos sus hijos que estaban en edad de combatir. Solo perdonó la vida de Hesíone y la dio para esposa a Telamón, su jefe militar. Queriendo ser generoso Herakles dijo a Hesíone que como regalo de boda podía salvar la vida de un troyano y ella escogió a su hermano menor, que era Príamo.

Como único sobreviviente de los hijos de Laomedonte, Príamo (cuyo nombre significaba “el comprado”) fue el siguiente rey de Troya.

Reinaba Príamo en Troya cuando su hijo Paris raptó a Helena, esposa de Menelao, rey de Esparta, lo que desencadenó la segunda y última Guerra de Troya, que culminó con su saqueo y destrucción. Todas las mujeres troyanas nobles, incluyendo a Hécuba, la reina y viuda de Príamo, fueron hechas sus esclavas sexuales por los jefes griegos vencedores.

Por cierto que en el sorteo que hicieron para repartirse a las troyanas, Hécuba le correspondió a Odiseo, a quien su esposa Penélope lo esperó fiel y pacientemente durante 20 años en su reino y hogar de Ítaca. Y fue convertida por el imaginario cultural en símbolo de la fidelidad conyugal femenina.

Opinión Guerra de Troya La Ilíada Troya archivo
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